“Días de muchas lágrimas y oraciones nos ha tocado vivir en los rincones de un hospital donde la palabra Fe es necesaria. Allí he llorado por mi hija y por los hijos de todos. Es un espacio donde el corazón te crece y te conviertes de un día para otro, en la madre de cientos de niños que luchan por no cruzar la luz divina, y tocar la campana de la victoria”, así se narra también los días en un hospital.
Yeslany Dávila, periodista, guionista infantil y actriz de teatro, buscó en los cuentos e historietas, la albumina necesaria para cubrir el dolor de las largas noches de angustias y días sin soles que dejan los efectos de las quimios en su pequeña, quien con tan delgadita anatomía, le gana la batalla a una enfermedad, cuya gravedad es muy grande para esos 2 años y nueve meses de edad, que tenía cuando se inició y hoy esa princesa de los cuentos tiene 5 años.
Cuenta que en cada historia buscaba la sonrisa y la presencia de un Dios fuerte y noble que los llenara de vitaminas. “En esos pasillos, en la capillita de mi corazón, siempre les inventamos el mundo ideal y mágico a esos niños con los que a diario trabajamos en el Hospital de Especialidades Pediátricas.
Expresa que para los días más tristes, donde han visto partir a muchos pequeños y nobles corazones, siempre existía la página de un libro -la Biblia- que los fortalecía y acrecentaba la fe en el Dios Padre y en su madre María, de que su hijo Jesús, los ayudaría. “Mi niña siempre me pide que ore cuando le duele la cabeza”.
“Busqué en el teatro y en el periodismo la conexión necesaria, allí encontré la clave. Hay animación, narración del mundo ideal para que los pinchazos también fuesen marcados por sonrisas y magia. Hoy veo una niña que creció ante las dificultades, pero que también sabe reír, conoce del dolor y goza de alegrías. En ocasiones mi niña le decía a sus venas: “venitas, venitas dame sangrita”.
Amelié creció entre un hospital y en las salas de teatros, porque la enfermedad no le ha impedido presentarse en la sala de los grandes, en el Lía Bermúdez, participar en las ferias del libro, en hogares de atención para adultos mayores, Alcaldía de Maracaibo, Caribe Concert y otros espacios. Bailar, concursar, ponerse un disfraz y amar los libros y como dicen – que de tal palo está la estilla – no para de hablar y de reír como su mamá.
“Hoy estamos en la cola que nos lleva al pasillo donde se encuentra la campana de la “Victoria”. La que todos deseamos que nuestros hijos toquen y donde reímos y celebramos juntos a todo el personal de esa grandiosa institución (FHEP) que hemos vencido el cáncer, por lo que la sinergia, entre la historia de un dolor, los cuentos de hadas y el teatro, son una mezcla que hicieron posible ganar esta batalla que ya estaba anunciada. El teatro, la risa y la fe en Dios salvaron a mi hija Amelié.
NAM/Silvia Barboza