Así sería de insulsa la cumbre que finalizó y nadie se dio cuenta. De ella quedarán para la historia pequeñeces dignas de ser comentadas por cronistas de farándula… tipo Osmel Sousa.
Sin embargo a estas alturas pediría a los lectores un frenazo… no vayan a creer que el único culpable del fracaso es el presidente Biden.
A mi entender el yanqui está en su derecho a escoger su política respecto a Hispanoamérica… pero entonces tendría que atenerse a las consecuencias… que solo serían posibles… si solo entre nosotros hubiese unidad y coherencia.
Biden dejó a Miami y Houston con los crespos hechos para señalar que su política económica y social apunta al Pacífico. Y para ello nada mejor que California donde el crecimiento se viene paralizando… y ese estado siempre ha comerciado con el Asia.
Biden nada mencionó en concreto para frenar la inmigración ilegal, tema que sin la colaboración de México es imposible de aminorar.
Pero “los otros” tampoco ofrecieron nada y el mejor ejemplo de falta de preparación entre los invitados lo dio el Presidente de Chile que en una comisión sobre los mares y océanos se quejó por la supuesta “ausencia” de USA. Quedando Boric en ridículo cuando le pasaron un papelito donde se explicaba que Estados Unidos había firmado los acuerdos… y que su representante estaba a dos sillas del chileno.
Pero también fallaron los “no invitados” y “no asistentes”: en este grupo Cuba, Venezuela, El Salvador y Nicaragua destacan, pero por incapaces de hacer una propuesta creíble… más allá de la protesta por no haber sido invitados.
Si nos excluían con más razón estábamos obligados a presentar una propuesta seria más allá de los estribillos conocidos desde la Guerra Fría… cuando USA iba a la cabeza de todo y no tenía enemigos creíbles.
Una propuesta así habría elevado a sus impulsores de haberse concretado.
Pero se prefirió el populismo de mencionar “a todos los hermanitos”… en vez de presentar un paquete de posibles acuerdos bilaterales.
¡Ahhh… eso exige “trabajar”!… lo cual es pedirle peras al olmo… cuando más cómodo es maldecir a los yanquis… mencionar a los “hermanitos latinoamericanos” –como si un tal Caín no fuese hermano de un tal Abel- y proponernos como posibles productores de todo.
NAM/UN
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