jueves 28 de marzo de 2024

¡FENWAY PARK DE VENEZUELA! El»Alejandro Borges» es el mayor tesoro de nuestro béisbol, rescuperarlo es una deuda añeja (Fotos)

La distancia entre el legendario estadio Fenway Park de Boston, actual hogar de los Medias Rojas de Boston, inaugurado el 20 de abril de 1912 y el Estadio Olímpico de Maracaibo “Alejandro Borges”, inaugurado el 8 de diciembre de 1945, actual hogar de muchos y de nadie, es sideral. No obstante, valga la comparación si se quiere encontrar un símil al vetusto parque bostoniano en Venezuela, no hay otro, los demás estadios que formaron parte de aquel béisbol de inicios de 1945, con la creación de la LVBP, que venían siendo los escenarios de los juegos previos a la actual Liga Venezolana de Béisbol Profesional, no existen, fueron derribados sobreviviendo apenas uno, el único que aún está en pie, aunque moribundo, el Alejandro Borges.

Nótese la diferencia entre la longevidad del Fenway Park de Boston y el Alejandro Borges de Maracaibo. El coso estadounidense es 33 años más viejo que el venezolano no obstante es más sideral aún la distancia entre las condiciones del primero respecto al segundo. Hecha esta premisa que encierra el propósito de este artículo, comencemos de nuevo con la campaña por salvar al “Olímpico de Maracaibo”.

Este parque fue inaugurado el 8 de diciembre de 1945 con el nombre Estadio Olímpico, que se ubica con frente hacia la avenida 24, sector de Grano de Oro, Maracaibo y en cuya inauguración se celebró un encuentro entre los encarnizados Gavilanes y Pastora.

Gavilanes salió ganador de este compromiso con pizarra de 5-2 con la presencia de 10 mil espectadores. El parque tiene aforo para 7 mil, imagínense cómo se “arrecochinó” la gente ese día. El nicaragüense Francisco Dávila «Niño El Zurdo» se llevó el lauro, Juan Francisco «Gatico» Hernández cargó con la derrota. Rafael Galiz Tello conectó el primer jonrón en el parque con su batazo por el jardín izquierdo.

El periodista Antonio Núñez Rovira cuenta que la inauguración fue «apoteósica», con la bendición del sacerdote Roberto Acedo. Felipe Hernández, presidente del estado, fue quien hizo el lanzamiento inicial y Belisario Aponte dio el discurso inaugural.

La edificación del nuevo templo deportivo de Maracaibo se hizo gracias a la iniciativa de Williams Sweet Link (El Musiu Maracucho) y el empeño de Pedro Elías Belisario Aponte, presidente de la Asociación Atlética del Zulia, para conseguir la donación del terreno que pertenecía al Hipódromo Santa María.

El estadio de béisbol fue la única instalación deportiva del proyecto de Ciudad Olímpica de la capital olímpica, donde se pretendía albergar estadios de fútbol, gimnasios, así como residencias para atletas.

Aunque usted no lo crea

El estadio Alejandro Borges, es Patrimonio Histórico Deportivo de Maracaibo, aunque usted no lo crea.

En 1989, el Alcalde Fernando Chumaceiro le cambió el nombre al Estadio Olímpico designándolo “Alejandro Borges”, en honor al destacado periodista deportivo zuliano conocido como “el de las gafas negras” y el 8 de diciembre de 1991 es declarado Patrimonio Histórico Deportivo de Maracaibo, donde se ha creado una Galería de la Fama (habrá que ver en cuáles condiciones está, si es que existe) y hoy es sede del Béisbol Menor.

Benditos sean los niños

Al “Alejandro Borges” lo han salvado los niños. Sí, niños y adolescentes que hacen vida todos los días en sus hoy precarias y muy deterioradas instalaciones. Son ellos, acogidos por Limenor, una fundación con años formando a niños en el deporte rey de este país, quienes mantienen vivo al “Fenway Park” venezolano. Por ellos respira el “Alejandro Borges”.

Aunado a ser Patrimonio Deportivo Histórico, es sede nada menos que del Instituto Municipal del Deporte y la Recreación de la Alcaldía de Maracaibo (IMDEPREC), lo cual no le ha valido al estadio una sola inversión que vaya acorde con el valor histórico que atesora.

No pasa de manitos de pintura, cambios de colores y vallas en la fachada (conforme al color del partido del alcalde de turno), el cambio de dos o tres láminas del techo, un patroleo cada 4 años y otras menudencias. El “Alejandro Borges” sigue mostrando su rostro moribundo que refleja abandono, desidia, olvido, indiferencia.

Lo que hacen los políticos que ganan puestos de responsabilidad pública, en este caso, la Alcaldía, es pintar las paredes con los colores asociados a su tolda política y listo, con eso creen que hicieron gestión pública. ¡Qué pobre concepto! y que maltrato a un patrimonio histórico de tanta valía.

La fachada, que por obra y gracia de la providencia todavía se mantiene intacta como cuando fue inaugurada, muestra simpre habladores y avisos con la cara del gobernante de turno y basta entrar al recinto para caerse de horror.

Una vez más, benditos sean los niños que lo oxigenan y no lo dejan morir. Niños y sus entrenadores, en las precarias condiciones del terreno y de toda la estructura siguen formándose allí, siguen practicando en él, oxigenándolo hasta donde pueden. El día que esos niños se vayan -ojalá no ocurra- ese día muere el estadio.

Como quien manosea a una prostituta

Así es el uso que se le da al parque, a excepción, desde luego, de Limenor y todos sus integrantes. El estadio ha servido para ser sede de multitudinarias actividades religiosas y políticas.

Es muy “adecuado” para abrir o cerrar una campaña política y, de hecho, se han cansado de hacerlo, para luego, a pesar de ganar las elecciones y ostentar cargos de poder, darle la espalda al espacio que les sirvió una vez de escenario de apoteósicos cierres de campaña.

El campo ha servido para conciertos, actividades religiosas y similares, pero ninguna de las implicadas asoma un interés en aportar algo para el estadio. Se entiende que, por el usufructo del bien municipal se cobra un alquiler, pero no se sabe si el recurso es suficiente para la inversión que requiere el estadio o solo para un mantenimiento muy básico.

Indolencia

Noelia Zea, presidente de la Liga de Béisbol Menor de Maracaibo, declaró a La Verdad, en un reportaje que hizo este portal informativo sobre los 76 años que cumplió el estadio en relación con la realidad que vive el “Alejandro Borges” y explicó que “no tiene doliente. Siendo una de las grandes estructuras históricas deportivas del municipio no resiste su total abandono ante los ojos de las autoridades deportivas que vienen y van y de todo el mundo”.

Explicó que el techo del estadio se está cayendo, los terrenos de juego no están aptos para su funcionamiento, aunque allí entrenan más de 400 niños de Limenor.

El recinto necesita reparación total. Carece de sistema de riego, electricidad, las escuelas de béisbol que hacen vida en el estadio no tienen material deportivo como funcionar. Son muchas las necesidades, pero ello solo hablando de Limenor y la labor que realizan, sin profundizar en los otros aspectos significativos.

El ‘Olímpico’ tiene tanto espacio a su alrededor que da para cualquier inversión, pero con solo ver sus instalaciones, sus cuartros, sus oficinas basta para saber la indolencia que lo arropa.

Los intentos por maquillarlo con pintura azul, roja o verde no son suficientes. El estadio merece un trato cual merece un héroe nacional. No se trata dolo de un retoque para disimular, sino de una inversión verdadera y perecedera, más aún cuando allí está la sede del Instituto Municipal del Deporte.

En sus alrededores, principalmente por fuera se nota cómo se desconchan las paredes y se caen los frisos a pedazos, lo cual habla de años acumulados de abandono sin mencionar el visiblemente destartalado techo.

Zea hace un llamado, no solo a los gobernantes sino también a la empresa privada, para que se animen y se conforme un equipo dedicado al rescate del estadio. “Debería estar como una tacita de oro donde los visitantes conozcan la verdadera historia del béisbol, no solo en Maracaibo sino del Zulia”.

Un museo de Grandes Ligas

Volviendo al parque Fanway de Boston, si bien, entre las tantas distancias “siderales” que se pueden mencionar entre el coso bostoniano y el marabino, está la de que en el Fenway hace vida uno de los clubes más tradicionales, consolidados e icónicos de las Grandes Ligas, no es menos cierto que el Fanway –como todos los estadios de Ligas Mayores- va más allá de un parque de pelota. Se ha transformado en un núcleo de actividad económica, un museo viviente, un espacio de obligada referencia turística, además de que es un espacio amado por los habitantes de Massachusetts.

Algo así podría ocurrir con el último bastión en pie del béisbol romántico venezolano, el único estadio aún levantado entre todos los que vieron nacer a la LVBP y que en su terreno se escenificaron gloriosos encuentros beisboleros, entre esos, el mítico y por demás, épico momento en el cual Luis Aparicio Ortega entrega su legado y su testigo a quien hoy sigue siendo el mejor beisbolista que ha parido este país, Luis Aparicio Montiel, único venezolano miembro del Salón de la Fama de Grandes Ligas.

¿No es ese un hecho más que meritorio para que el Fenway de Venezuela luzca como luce el Fanway Park de Boston? El Zulia y Venezuela entera dirían que sí. Entonces, ¿Por qué no sucede? ¿Por qué no se da el paso? ¿Por qué, año con año, se hace una y otra vez la misma nota de prensa lastimera y nostálgica de lo que puede ser, pero que nunca es?

El anterior alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, según él, tenía un proyecto para la recuperación total del “Alejandro Borges”, pero, una vez cayó derrotado en los comicios regionales y municipales, el testigo lo tomará Rafael Ramírez.

El problema yace en que, con tantas prioridades que tiene Maracaibo, con tanta desidia y abandono, con tantas carencias y con tanto por hacer en materia de servicios públicos, muy poco sería lo que, al menos en los primeros tres años pudiera hacer la Alcaldía por el “Alejandro Borges”.

¿Una utopía?

Imaginen que este estadio sea completamente refaccionado en toda su fachada, sus paredes, graderías y techos, sin trastocar en lo más mínimo la originalidad de su esencia, de su infraestructura, devolviéndole su color original, con el cual se inauguró en 1945. Imaginen además recorrerlo, con guías turísticas uniformados todos con una réplica del original uniforme que usaron Gavilanes y Pastora.

Imagínense entrar y comenzar a visualizar el béisbol de la época; Una música de retreta de antaño, que era lo que se escuchaba por entonces ambientando el lugar, mientras en sus columnas y pasillos se exhiben vitrinas y cuadros del béisbol de aquellos años, atuendos y utensilios de la época, todo bien conservado, con su señalética adecuada. Un paseo con el busto de los principales beisbolistas zulianos, comenzando por Luis Aparicio Montiel a quien su natal Maracaibo le debe al menos una estatua como la que si tiene en Chicago.

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Imaginen recorrer sus dogouts y sentarse en unos bancos replicados a los que se usaron en la época viva de sus primeros años. Y mirar a los jardines y observar las publicidades de Helados Alfa, Maizina Americana, Cerveza Zulia, Botica del Lago, Restaurante La Zulianita, Hielo El Toro, Lácteos La Pastora, Ford Motors, Ondas del Lago Televisión, entre otras marcas de la época.

Ubicar en algunos de sus espacios un lugar donde se proyecten películas o documentales con la historia del béisbol y sus múltiples personajes. Que todo sea ambientado a la época de 1945, asientos, mesas, sillas, ropa de los vendedores y que exista en el estadio una feria de comida también ambientada a los tiempos de 1945.

Que haya comercio, que la gente no solo vaya en época de pelota o cuando haya juego de Limenor, es que, alrededor el estadio exista dinámica comercial, pizzería, cervecería, venta de helados, venta de artículos deportivos, venta de comida rápida, en fin. Todo un museo por dentro y por fuera ¿A caso no es una iniciativa genial? Es cuestión de proponérselo e irlo construyendo. No se trata de hacerlo de un solo plumazo, porque es imposible, la situación país nos trae a una realidad, pero se puede construir hasta su culminación y se habrá rescatado así el último bastión.

Los amantes al béisbol, los cronistas e historiadores del béisbol, quienes consideran el béisbol, no solo un negocio ni un deporte –mucho menos decir un pasatiempo, término muy minúsculo para definir algo que se lleva en el ADN- sino una verdadera pasión y una cultura que nos identifica, clama porque el último de los mohicanos siga en pie, pero esta vez, no moribundo, ni que lo remienden con pañitos de agua tibia, ni que le cambien los colores de la fachada conforme al partido del alcalde de turno, sino que en realidad, sea transformado en un espacio de altísimo valor cultural, referente turístico por excelencia de esta región y de este país, en un museo viviente, donde no dejen nunca de asistir los niños de Limenor a practicar, pero que ciertamente, la concepción, la conceptualización del espacio y en consecuencia el uso que se le da sea totalmente cambiada y se mire a este parque como en Boston miran al Fanway Park ¿Será mucho pedir?.

La empresa privada y las empresas vinculadas al béisbol en Venezuela, más la iniciativa y el verdadero interés de los gobiernos, local, regional y nacional, bien pudieran unir esfuerzos y lograr enaltecer al “Olímpico de Maracaibo”.

NAM/Ernesto Ríos Blanco

Con información y fotos de La Verdad/Redes/Textos

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