jueves 25 de abril de 2024

¡ENCUENTRO EMOCIONANTE! City perdona al Liverpool en una oda al fútbol

No los hay mejores en esto. Manchester City y Liverpool volvieron a demostrar al mundo que nadie tiene su nivel sobre el campo. Su duelo fue superlativo, un choque de estilos sin complejos. Acabó con un empate que al City le sabrá a poco. Los de Guardiola fallaron, los de Klopp no. El Liverpool consiguió igualar dos tantos de De Bruyne y Gabriel Jesus. Diogo Jota y Mané fueron los encargados de dejar la carrera por la Premier League abierta como nunca en el mejor partido de lo que va de temporada.

Las expectativas eran altísimas, y desde el arranque se cumplieron todas: en un minuto le dio tiempo a Sterling a fallar un gol cantado, y en cinco a De Bruyne a abrir la lata. El genio belga de Guardiola está en estado de gracia y lo confirmó con un zurdazo que contó con la colaboración de Matip: un rebote en el africano hizo imposible la estirada de Alisson.

Pep avisó que no saldrían a guardarse nada y su City cumplió con la misión. El Liverpool, por su parte, tampoco falló en la de pegar de vuelta como sólo los grandes lo hacen. El gol de De Bruyne desató los mejores minutos del Liverpool en el primer tiempo, en los que sus carrileros, puñales recurrentes, pusieron la luz: centro de Robertson al segundo palo, donde Alexander-Arnold cedió atrás para que Diogo Jota fusilara.

Lo que prosiguió al 1-1 fue un exceso de fútbol, calidad, giros de guión y acciones deslumbrantes. El City tomó las riendas, Stones no llegó a rematar un balón parado, De Bruyne lamió el arco de Alisson y Ederson estuvo a punto de colarse un gol en propia: jugó el balón desde su línea de gol con la tranquilidad del que juega en el patio de la escuela.

Quien acertó con el golpe fue Gabriel Jesus: entró como una flecha en el segundo poste para empalar un delicioso centro de Cancelo. Un obús para Alisson, un premio para el City que había sido mejor. Los de Pep fueron al descanso con ventaja, no sin antes ver como un imperial Laporte sacaba a Jota un gol cantado con una entrada majestuosa.

La gran virtud del Liverpool en el partido fue no bajar los brazos ante la orquesta de Guardiola. Y no sólo esto: sino que tras el descanso volvió a responder como nadie es capaz. Dieron un pase al frente con Salah, desaparecido excepto en una acción: recortó hacia dentro y detectó el desmarque de Mané. Su pase lo dejó sólo en el área, 2-2. El Liverpool no perdona. El City, hasta el final, sí lo haría.

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Cuando recuperaron el tono, los de Guardiola perdieron pegada. Dispararon seis veces más, las tuvieron para ganar, y seguramente lo merecieron: Van Dijk sacó bajo palos un disparo que Gabriel Jesus, que se llenó de balón más tarde al no regalar un pase de la muerte definitivo a De Bruyne. Incluso Mahrez, revulsivo, lo intentó con una vaselina que se le fue de fuerza al final. Quién lo agradece es la Premier: tiene ante sí siete jornadas a cuchillo para ganar el título.

NAM – Sport


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