viernes 26 de abril de 2024

¡EN TERAPIA INTENSIVA! Transporte y Turismo: De los sectores más golpeados a un año de la pandemia

El planeta se tambaleó por completo, cuando el día 14 de marzo de 2020 se decretó el SARS coV-2 (COVID-19) como pandemia mundial. Un virus que se inició en China, en diciembre de 2019 y que se extendió tan voraz como lava volcánica hasta arropar al planeta entero. Nadie estaba preparado para algo así, el virus comenzó a hacerse cada vez más letal y no había tratamiento, aún no lo hay. La ciencia enfrentó uno de los más grandes desafíos de su historia y sin duda el mayor de los últimos años, generar una vacuna que, al menos detenga la expansión de los contagios y las muertes. No hay ámbito mundial que haya escapado a los estragos de la pandemia, pero, si de sectores seriamente aporreados se trata, Transporte y Turismo llevan la batuta.

Zenaida Caparros, viajó desde Barquisimeto, Venezuela hacia Santo Domingo, República Dominicana con la intención de hacer turismo. Sus planes se truncaron y pasó de ser turista a ser prisionera a consecuencia de la pandemia.

“No sé qué hubiera hecho si no hubiese tenido el apoyo de mi sobrina que vive allá (Santo Domingo) y me dio el apoyo. Casi dos años presa, sin poderme mover, sin poder regresarme a mi país y sin poder siquiera ir a la embajada a ver cómo solucionaba”.

Y es que otros connacionales la pasaron peor que Zenaida, pues se encontraron con un cierre total de aeropuertos, puertos, carreteras en un país ajeno y sin un lugar donde quedarse, pues, la habitación de hotel solo se contrató por par de semanas. Tocó al Gobierno de Santo Domingo en coordinación con la embajada de Venezuela solucionar y fue cuesta arriba en pandemia, situación que se vivió en todo el mundo.

Zenaida escuchó al presidente de su natal Venezuela, Nicolás Maduro, anunciar el cierre de todos los vuelos en medio de una emergencia nacional decretada por la pandemia. Cabe destacar, que Venezuela fue de los primeros países en decretar dicha emergencia y en asumir políticas de Estado dirigidas a la prevención. A Zenaida se le acabó el dinero y se vio obligada a confinarse en el pequeño departamento de dos habitaciones de su sobrina, que está casada y tiene dos hijos pequeños.

Hoteles, posadas y parques cerraron sus puertas. Lo propio restaurantes, museos, centros deportivos, centros comerciales, discotecas, cine, colegios, universidades, instituciones públicas y privadas, todo cerró. Y la restricción sumó además al sector transporte de un modo devastador: Líneas aéreas y agencias de viaje se paralizaron. Rutas extra y suburbanas también se paralizaron. Transporte de carga y mercancía, buques y servicios de encomiendas en menor medida, pero se vieron detenidos al mejor estilo de una película de ficción sobre el fin del mundo y en Venezuela más drásticamente que en otros países donde la paralización fue más progresiva y lenta.

Devastación

Transporte y Turismo son dos sectores que van de la mano. Desde luego, el transporte asociado a la actividad turística. Las medidas de prevención, aislamiento y confinamiento, el #QuédateEnCasa aporreó durísimo al sector transporte con la suspensión de viajes y servicios turísticos por tierra, ferrocarril y cruceros, eso sin contar lo que padeció el sector a nivel de servicios públicos urbanos y extraurbanos, transporte de carga, mercancía y encomiendas.

El turismo mundial registró su peor año en 2020, con una caída de las llegadas internacionales del 74%, según los últimos datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT). Los destinos de todo el mundo recibieron en 2020 mil millones de llegadas internacionales menos que el año anterior, debido a un desplome sin precedentes de la demanda y a las restricciones generalizadas de los viajes. En comparación, el declive registrado durante la crisis económica global de 2009 fue del 4%.

Según el último Barómetro del Turismo Mundial de la OMT, el desplome de los viajes internacionales representa unas pérdidas estimadas en 1,3 billones de dólares de los EE.UU. en ingresos de exportación, una cifra que multiplica por más de once las pérdidas registradas durante la crisis económica global de 2009. La crisis ha puesto en riesgo entre 100 y 120 millones de empleos turísticos directos, muchos de ellos en pequeñas y medianas empresas.

Dada la evolución constante de la pandemia, muchos países están actualmente reintroduciendo restricciones más estrictas a los viajes. Entre las medidas se incluyen pruebas obligatorias, cuarentenas y, en algunos casos, el cierre completo de las fronteras, todo lo cual dificulta la reanudación de los viajes internacionales. Al mismo tiempo, cabe esperar que la llegada gradual de las vacunas contra la COVID-19 ayude a restablecer la confianza de los consumidores, a flexibilizar las restricciones de viaje y a que, lentamente, los viajes vayan normalizándose durante el año que tenemos por delante.

El secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, afirmó: “Se ha hecho mucho por lograr que los viajes internacionales sean seguros, pero somos conscientes de que la crisis está aún lejos de haber terminado. La armonización, la coordinación y la digitalización de las medidas de reducción del riesgo de propagación de la COVID-19 en relación de los viajes, entre ellas las pruebas, el rastreo y los certificados de vacunación, son la base imprescindible para promover unos viajes seguros y preparar la recuperación del turismo tan pronto como las condiciones lo permitan”

América y Venezuela

El último Barómetro del Turismo Mundial, refiere que las Américas registraron una caída del 69% en las llegadas internacionales, con resultados ligeramente mejores en el último trimestre del año 2020. La situación ha venido mejorando paulatinamente, pero apariciones de nuevas variantes resultantes de la mutación del virus en regiones del mundo y más específicamente en el vecino país de Brasil, atentan contra el leve avance en la intención de crear una “nueva normalidad” tanto para el sector transporte como para el sector turismo.

El desplome de la actividad turística en las regiones con mayor dinámica del sector ha sido notable. El cierre de hoteles, posadas y toda la infraestructura turística en general ha provocado una recesión económica, quizá la más grande que haya padecido el sector en muchos años, conllevando esto a despidos masivos y cierre de pequeñas operadoras turísticas que, desafortunadamente, no tuvieron un soporte económico ni una solidez tal que les permitiera soportar los días de pandemia.

El caso de Venezuela es muy particular, porque a Venezuela la tomó esta pandemia en medio de una profunda crisis política nacional e internacional que involucra sanciones económicas, restricciones e inestabilidad, lo cual agrava aún más la situación para un sector tan diezmado en el país caribeño como el transporte.

En el país petrolero, paradójicamente, la escasez de combustible –gasolina- se agravó en pandemia por dos razones que explica el sociólogo de la ULA, Efraín Toro: “Por una parte, las sanciones económicas aplicadas desde Estados Unidos y sus aliados de Europa como mecanismo de presión contra el Gobierno de Venezuela, no hicieron sino afianzar un estado de escasez en rubros esenciales traducido en un bloqueo a la importación de materia prima. El Estado había establecido alianzas con países ‘amigos’ para recibir gasolina, pero se aplicaron bloqueos que obstaculizaron el ingreso del producto a través de la importación. Por otro lado la desinversión del Estado en las empresas y refinerías productoras de rubros derivados del petróleo mermó, casi en su totalidad, la producción de gasolina, gasoil y afines en volúmenes realmente alarmantes”.

¿En bancarrota?

El presidente de la Central Única de Transporte del estado Zulia, Erasmo Alián, explicó que, por las razones que fueren, el sector está padeciendo un paro técnico y está declarado en bancarrota.

“El gobierno nos está haciendo un paro técnico, porque no hay combustible para salir a trabajar. En Las Banderas surten gasolina aproximadamente 500 vehículos del transporte público diarios, eso quiere decir que tenemos alrededor de 2.500 unidades a la semana en ese lugar y ahora resulta que no hay gasoil para surtirnos (…) El Gobernador está priorizando a los camiones cisternas, pero quienes trasladamos a los pasajeros a sus sitios de trabajo y a los pacientes en las ambulancias en esta ciudad somos nosotros”.

La escasez de gasolina y ahora también la del gasoil agrava la capacidad de movilidad de la población, tanto en el sistema de transporte público como al de los propios particulares. “No hay manera de moverse, los carros están parados por falta de gasolina, o bien en las largas colas que se hacen de hasta tres y cinco días en una estación de gasolina o simplemente parados en casa porque no hay manera de moverlos” dijo el taxista Armando Bermúdez.

En otros estados, la situación no es distinta: “Del transporte viven diariamente muchas familias y de por sí, con las tarifas de pasaje tan bajas, no podemos costear los gastos tanto de operación como de comida y medicinas. Actualmente solo el 10% de las unidades de transporte están laborando en Lara”, explicó Giovanny Peraza, secretario general del Sindicato Automotor de ese estado centro occidental.

Hugo Ocando, presidente del Bloque de Transporte del Oeste de Caracas, indicó que en la ciudad capital el transporte viene en declive desde el año 2013, cuando la mitad del gremio estaba paralizada por la imposibilidad de comprar repuestos. En la actualidad, la paralización es casi en su totalidad.

“Ha sido muy difícil y este año fue el acabose con el tema de la pandemia y la escasez de gasolina. Ahora existe una paralización del 95% en el transporte público de Caracas”.

Parálisis inédita

Con una escasez de combustible tan profundo, una crisis de movilidad y transporte tan acentuada, sumado a los cierres obligados de toda la infraestructura turística, Venezuela, uno de los países más biodiversos del planeta y con mayores recursos naturales y culturales potencialmente turísticos a gran escala, vio prácticamente detenerse a este sector. Una parálisis inédita.

Los estados Nueva Esparta, Mérida, Vargas, Distrito Capital, Aragua, Anzoátegui, Bolívar, Lara y Zulia, que son los que ofrecen mayores atractivos turísticos, vieron caer en hasta un 90% la actividad turística, cifras aportadas por Conseturismo.

En el Zulia, prácticamente no hay turismo. Ni siquiera hay un servicio de transporte a lo interno que satisfaga la demanda, mucho menos pensar en dinamizar la actividad turística en la región. Ello supondría una alta inversión y políticas de Estado en la materia que parece no ser la prioridad.

Las rutas ecoturísticas de las cuales mucho se habló –positivamente- creadas en pasada gestión de gobierno, así como los llamados Espacios para la Vida y la Paz, conformado por los grandes parques turísticos, todos se encuentran cerrados y habidos de una gran inversión para su recuperación.

Hay intentos, en medio de la pandemia, de reactivar la actividad turística, recreacional y cultural en la región, factores de los cuales se nutre el turismo. Tanto la Gobernación de la entidad como la Alcaldía de Maracaibo, han manconunado esfuerzos para ofrecer alguna programación, principalmente en temporadas, como Carnavales y ahora que se aproxima la Semana Mayor y que los templos acogerán fieles en un reducido porcentaje de su aforo, pero apenas son nimiedades al lado de lo que potencialmente tiene la ciudad y el estado para ofrecer.

Como el ave fénix

Una de las enseñanzas que ha dejado esta pandemia a escala mundial y particularmente en un país con tantos problemas y asimetrías como Venezuela, es la capacidad adaptativa de quienes emprenden y quienes se reinventan para seguir.

Tal es el caso, por ejemplo, de la Colonia Tovar, uno de los íconos turísticos por excelencia de Venezuela, situado en el estado Aragua, en la región norte central el país, cuyos habitantes, casi todos operadores de servicios turísticos han apostado a la creatividad, el ingenio y la inventiva para sobrevivir a la pandemia y hacer parte de la “nueva normalidad”.

El chileno Patricio Rojas, tenía una pizzería en el hermoso poblado y a falta de turistas, en vez de cerrar la pizzería, redujo la oferta de pizzas y transformó el local en un mini market. Práctica ésta que se ve en todo el país, donde farmacias, venta de repostería, licorerías, ventas de repuesto y hasta talleres mecánicos, restaurantes y ventas de lotería, se han convertido en abastos.

 “Prácticamente dejé de ofrecer pizzas, no hay turismo. Aquí la gente está pendiente de otras cosas, en consecuencia, nos reinventamos y transformamos esto en un abasto y la demanda es grande”.

Linda Breindenbach alquila cabañas turísticas y revela que, con la apertura paulatina de algunos sectores y de algunas actividades, pese a que aún están lejos de recuperar las pérdidas de por lo menos un año de inactividad, la gente comienza a acercarse y poco a poco se va dinamizando de nuevo el sector.

“Se están acercando (los turistas) cuando no es radical (la cuarentena) la gente viene y se les atiende siguiendo todos los protocolos exigidos, pero cuando entra la cuarentena radical, entonces vuelve a detenerse el asunto, pero ahí vamos sorteando. Hemos ofrecido paquetes reinventando nuestras ofertas y ajustando un poco los precios y ello ha acercado poco a poco al turista. También la reapertura de vuelos y del transporte extraurbano ha sido factor determinante”.

El Consejo Superior de Turismo considera vital reactivar las actividades turísticas para impulsar la economía venezolana. El presidente de Conseturismo, Leudo González, detalló que el sector turístico lo forman 15.000 prestadores de servicios, 10.000 operadores comerciales y 5.000 operadores particulares. Se calcula que el turismo afecta a un total de 300.000 personas de manera directa y a más de un millón de manera indirecta.

“Son muchas las familias venezolanas cuyo sustento depende del turismo. A siete meses de paralización del sector, producto de la pandemia, 30% de prestadores de servicios turísticos manifiestan no estar en capacidad de abrir sus operaciones”, dijo Leudo González. También comentó que las medianas y pequeñas empresas son las más afectadas por la paralización del turismo. Por ello, el Consejo Superior considera reactivar de manera gradual y progresiva la actividad turística.

Reactivar los vuelos internacionales

La llegada de turistas a Venezuela puede ayudar a levantar la economía y, por ello, es fundamental abrir el aeropuerto Simón Bolívar al exterior. “En vista de que el aeropuerto Simón Bolívar está adecuado con las medidas de bioseguridad y la experiencia de los vuelos humanitarios ha permitido ajustar estas medidas en la práctica, Conseturismo propone ampliar la frecuencia de vuelos humanitarios e incluir vuelos comerciales internacionales lo más pronto posible”, añadió.

La reinvención es necesaria y urgente para recuperar el transporte y el turismo, sectores que pese a los esfuerzos mundiales tratan de recuperarse lentamente y en el caso de Venezuela, aún permanecen en terapia intensiva. Un año marcado por una pandemia que en ambos sectores aceleró una debacle que requiere de mucha iniciativa, creatividad e ingenio para irla revirtiendo.

NAM/Ernesto Ríos