El presunto arrebatador fue cercado por buhoneros y curiosos, todos lo acusaban de ladrón, piraña, «linchemoslo» gritaba al momento la turba al comenzar a aplicar justicia urbana, el acorralado profirió con los paquetes de alimentos en la mano: «no soy ladrón, esto es para mis hijos, se mueren de hambre».
La misericordia de Dios se impuso, pese a que algunos persistían en darle una pela, sin embargo, al ser impactados por el argumento del padre que buscaba alimentos para sus hijos, decidieron no solamente obviar la agresión sino además, entre todos hicieron una colecta para pagar el paquete de arroz, las lentejas, colaboraron con unas verduras, plátanos y hasta dos pescados.
El mercado Las Pulgas fue escenario hoy un episodio que El Padre está demandado a su grey, misericordia, perdón, amor y reconciliación.