domingo 28 de abril de 2024

¡CIENCIA Y CONOCIMIENTO! Sepa cómo el Fonacit financia proyectos para el desarrollo de proyectos medicinales

Las mujeres venezolanas son protagonistas en el desarrollo de la ciencia y la innovación. Sus aportes y proyectos promueven soluciones que mejoran la vida del pueblo, al tiempo que potencian áreas estratégicas para la nación.

Sofía Salazar Bigott, profesora de química e investigadora del laboratorio de productos naturales de la Universidad Central de Venezuela (UCV), es una de ellas.

Actualmente, es referente en el desarrollo de hidrogeles a base de quitosano, para tratar las lesiones en pacientes con escaras, proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt).

Salazar Bigott, narra que la inquietud por atender estas lesiones comenzó cuando uno de sus compañeros de laboratorio desarrolló la condición en la piel, y decidieron experimentar con productos propios, más asequibles.

“Decidimos hacerlo formal y convertirlo en un trabajo especial de grado que, al final, derivó en un proyecto”, comenta Sofía.

La investigadora explica que realizaron una búsqueda bibliográfica exhaustiva sobre el proceso. “Gracias a esta investigación descubrimos que se estaba utilizando el almidón en el mundo como pegamentos para tejidos”.

Menciona que poco a poco fueron encontrando más factores para agregar al proyecto ya que necesitaban “desarrollar un cicatrizante que pudiera servir para lesiones de escaras e incorporarle una matriz adhesiva de almidón que también se estaba utilizando para afecciones de la piel”.

En 2022, el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit), adscrito al Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, otorgó el financiamiento y las herramientas para el avance del estudio.

“El desarrollo de cicatrizantes a base de quitosano, se planteó como un proyecto para el Fonacit, que fue aprobado en el año 2022”, explicó.

Salazar Bigott, señala que, a partir de ahí, la idea fue evolucionando hasta convertirse en una solución tangible y beneficiosa para aquellos venezolanos y venezolanas que sufren de movilidad reducida.

Resalta que, aunque el objetivo principal sean personas que se encuentran hospitalizados y no cuentan con recursos para costear los medicamentos, también piensan probarlo en otras afecciones como quemaduras.

“Una vez que haya sido probada su actividad cicatrizante, es probable que estemos hablando de escaras, pero también de cierto tipo de quemaduras; siempre hablamos de lesiones que no sean profundas”, sostiene.

Ventajas del proyecto
En cuanto a las ventajas de este producto, la investigadora cuenta que, al ser un desarrollo tecnológico venezolano con materia prima nacional, los costos de producción y comercialización son mucho menores, por lo tanto, el precio para el consumidor es más asequible.

Explicó que muchas de las materias primas que se utilizan provienen de desechos de otras industrias, como el almidón y el quitosano, un producto derivado de la cáscara del camarón y de los crustáceos en general.

“La idea que siempre hemos tenido es que, una vez que sea aprobado como cicatrizante, pueda ir a pruebas clínicas, y que esto sea escalable, para que nosotros podamos, en unos años, tener una planta productora de cicatrizantes a base de quitosano que abastezca a Venezuela” comenta.

Jóvenes en la ciencia
La profesora e investigadora de la UCV, plantea que tanto la pandemia como las medidas coercitivas unilaterales impuestas contra Venezuela, han dificultado la realización de este proyecto. Sin embargo, esta situación, despertó en ella el interés por encontrar soluciones ante los problemas que se presentaban en la población.

Salazar Bigott refiere que es importante que esto no limite, ni apague el interés de los jóvenes por seguir desarrollando sus proyectos e investigaciones en el país.

“Yo le diría a los que están haciendo ciencia en Venezuela en este momento, que es posible hacer ciencia; no necesariamente tenemos que hacer lo mismo que se está haciendo en otros países, y quizás lo que debamos hacer es enfocarnos en cuáles son los problemas que tiene la población”, manifestó.

Consideró relevante que la población rompa con la visión eurocéntrica que se tienen sobre los científicos. “Una de las cosas más importantes en que seamos jóvenes los que estamos desarrollando este tipo de proyectos, es justamente romper esos estereotipos y que la gente entienda que los científicos son iguales a nosotros. Podemos demostrarles a otros jóvenes que ellos también pueden hacer ciencia en Venezuela”.

NAM/Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología/Periodista: Sheila Bravo/Fotos: Francisco González

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