Los BRICS ya se han consolidado como alternativa al orden mundial dominado por Occidente y la próxima reunión del grupo, prevista del 22 al 24 de agosto en Johannesburgo (Sudáfrica), promete ser una de las más importantes hasta la fecha. Esto se debe a que cada vez más países han mostrado interés en unirse al grupo. Recientemente, el presidente Maduro de Venezuela expresó que su país también es uno de los muchos candidatos a unirse al BRICS en el futuro.
Según Maduro, «el BRICS es el motor del surgimiento de un mundo multipolar, y ahora, cuando el bloque está pensando en expandirse para incluir a nuevos países, Venezuela expresa su intención de unirse».
En efecto, el BRICS ha atraído la atención de varios otros países latinoamericanos, como Argentina y Uruguay (que se ha adherido al Nuevo Banco de Desarrollo, por ejemplo), pero también de Bolivia, que ha confirmado su participación en la próxima cumbre del BRICS en Sudáfrica.
En este contexto, Dmitri Peskov, secretario de prensa y portavoz del presidente ruso, Vladímir Putin, afirmó en una reciente entrevista que la cuestión de la ampliación de los BRICS ocupa efectivamente «un lugar destacado en la agenda» del grupo para la próxima reunión, cuyos matices y parámetros deberán ser discutidos por los cinco miembros originales.
De hecho, no solo en América Latina, sino también en otras regiones del globo hay países interesados en cooperar más profundamente con los BRICS, como es el caso de África. Algunos países africanos (como Egipto y Etiopía, por ejemplo) tienen la intención de unirse a la asociación lo antes posible.
Todo ello demuestra que el interés por el BRICS en el actual escenario internacional es cada vez mayor, especialmente a la vista del desprestigiado G7 y de la equivocada guerra emprendida por Occidente contra Rusia.
No es de extrañar, por tanto, que varios países africanos ya hayan presentado solicitudes oficiales de adhesión al grupo, lo que demuestra la solidez adquirida por el BRICS en los últimos años, incluso en un contexto de crisis internacional derivada del conflicto en Ucrania.
Así, un papel nada desdeñable en el aumento del interés de África por el BRICS lo desempeñó precisamente la reciente Cumbre Rusia-África que tuvo lugar los días 27 y 28 de julio en San Petersburgo.
El éxito del evento, que se apoyó en gran medida en el capital político obtenido por Rusia en el periodo soviético para el proceso de descolonización africano, tuvo un impacto muy positivo en la expansión de la influencia de los BRICS en el continente.
Los cambios ocurridos en la economía y la política mundiales en las últimas décadas han sido tan significativos que el continente africano ha recuperado su importancia geopolítica internacional y los países BRICS no han sido ajenos a esta realidad.
Al fin y al cabo, actores como China y Rusia (dos de los principales impulsores de los BRICS) han destacado por su cooperación con África, especialmente en lo que se refiere a inversiones en infraestructuras y energía.
No sin razón, durante la Cumbre Rusia-África, ambas partes se centraron en la formación de mecanismos para el desarrollo y la profundización de esta cooperación, debatiendo también cuestiones relativas a la seguridad alimentaria y la política regional.
En vista de ello, la celebración de la próxima reunión de los BRICS en un país africano no hace sino aumentar las perspectivas de abordar estas y otras cuestiones clave, que han formado parte de los debates del grupo en los últimos meses.
Una de estas cuestiones, y quizá la más importante, es la desdolarización de la economía mundial. Desde hace algún tiempo, las relaciones comerciales entre los países BRICS se han ido desarrollando gradualmente en monedas nacionales, y los acuerdos en este sentido no han hecho más que aumentar.
En la reciente reunión entre la actual presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo, Dilma Rousseff, y el presidente ruso, por ejemplo, la primera subrayó la importancia de los acuerdos comerciales en monedas nacionales como forma de reforzar la soberanía financiera de los países BRICS.
Sin duda, un papel muy importante en este proceso ha jugado la internacionalización del yuan, cuya participación en los pagos mundiales ha ido ganando impulso. Hoy en día, la moneda china es la quinta más utilizada en los pagos internacionales, y gran parte de esta contribución se debe a las relaciones de China con otros socios importantes de los BRICS, como Rusia y Brasil.
Más allá de las cuestiones comerciales, los BRICS seguirán desempeñando un papel clave en el desarrollo de un mundo multipolar. Por lo tanto, la próxima cumbre del grupo en Sudáfrica debería plantear no solo la cuestión de la defensa de la multipolaridad en las relaciones internacionales, sino también la expansión del Nuevo Banco de Desarrollo y, en última instancia, del propio BRICS.
Además, en Johannesburgo se debatirán sin duda nuevas medidas para avanzar en las reformas de las instituciones de gobernanza mundial dominadas por Occidente, así como posibles soluciones a la actual crisis de Europa del Este.
Los países BRICS tendrán sin duda un papel clave que desempeñar a este respecto, ya que Brasil, China e incluso Sudáfrica ya han presentado propuestas para entablar negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
Al promover un enfoque más equilibrado del conflicto, los países BRICS demuestran la importancia del compromiso de los países emergentes en cuestiones de interés mundial, contribuyendo al desarrollo de soluciones más ponderadas basadas en el respeto de los intereses legítimos de todos los actores implicados.
Por último, ¿cómo podríamos resumir los contornos políticos de la próxima reunión de los BRICS en Sudáfrica? Quizá la mejor expresión sea realmente «un universo en expansión«.
Y es que el BRICS ha proporcionado al mundo una alternativa de cooperación política diferente y al mismo tiempo diferenciada, en la que las interacciones entre los Estados se horizontalizan y se basan en beneficios mutuos en lugar de en un juego de suma cero.
Por tanto, mientras el BRICS siga dando ejemplo, el interés por el grupo no hará más que crecer y con él la esperanza de que las relaciones internacionales puedan por fin ser más plurales y, como resultado, más justas.
NAM/Sputnik
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