Quienes poblaron Los Haticos, fueron visionarios enamorados de la naturaleza, personas que buscaban vivir de frente al gran Lago Coquivacoa. Fue en Los Haticos, donde se pensó en un urbanismo de frente al Lago y no de espaldas.
En el sector y la avenida del mismo nombre, desde su creación, bordean la ciudad de Maracaibo hacia el sur. Se cree que en esta zona, Alonso Pacheco fundó la llamada Ciudad Rodrigo, en 1569. Los Haticos debe su nombre a la abundancia de pequeños hatos en el área habitados en su mayoría por extranjeros que encontraron amplios paisajes y clima fresco lo cual mitigaba el azote del llamado ‘catire marabino’
Según el historiador Kurt Nagel Von Jess “los alemanes fueron los únicos que se apostaron en esas orillas a la vera de Los Haticos y El Milagro buscando alejarse del bullicio citadino y de las epidemias que diezmaban a la población.
Conseguir el frescor de las riberas y la salubridad ambiental para sus mujeres e hijos más la posibilidad de también poder contemplar continuamente la ribera lacustre que los mantenía absortos y les era tan necesario”.
En las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX eran comunes las casas habitadas por familias pudientes. Las residencias en el sector eran privilegios a las cuales solo accedían familias extranjeras.
Existían casetas anexas a las casas y planchadas (pequeños puertos) de los cuales la gente hacía uso para bañarse en aguas del Lago, pasear o trasladarse a la ciudad.
Entre las más trascendentes se ubica La Atlántida, que fuera la residencia de Jesús Enrique Lossada, prominente jurista y rector de la Universidad del Zulia para su reapertura en 1946.
“Considero que es la raíz de la ciudad, desde allí existía una conexión con el Lago, no se vivía de espaldas a él como ahora”, afirma Alejandro Márquez Badell, nacido en 1939 en las cercanías de la fábrica de leche Upaca situada en el sector El Brillante, al recordar su infancia.
Crecimiento
Mientras a la orilla del tranquilo reservorio de agua se levantaban imponentes mansiones que evidenciaban la opulencia de las familias de la época, mientras en los cerros, lo que ahora se llama Haticos por Arriba, se organizaron barriadas pobres de margariteños e inmigrantes que trabajaban en la industria petrolera.
El desarrollo de la zona con base a la industria del oro negro avanzaba debido a su cercanía al puerto maracaibero. Así surgieron Los Haticos por Abajo y Haticos por Arriba, primeros sectores de la ciudad en lograr comunicarse con el centro mediante el sistema tranvía y a los cuales se llegaba tras cruzar el puente El Manglar que atravesaba la cañada Morillo, según narra el cronista don Fernando Guerrero Matheus.
Llegó el transporte
El 28 de marzo de 1883 se conformó la Compañía de Tranvías de Maracaibo. Un año después se instaló la primera línea de transporte del tranvía de mulas. Bajo la dirección del señor Manuel María Echezuría, se inició la construcción del primer tramo ferroviario tendido desde los ventorrillos de Venancio, como era conocido el actual Centro de Arte Lía Bermúdez hasta Los Haticos, municipio Cristo de Aranza.
La moderna y avanzada tecnología de la época dejó atrás el transporte con burros, de acuerdo con Sisoes Molero Romero, en su libro ‘Maracaibo de Antaño’ el popular José Antonio Negrete, recordado por su lenguaje pintoresco, llamaba al nuevo transporte ‘Tramoya de impaciencia’.
Hasta el final de Los Haticos la línea alcanzaba los 3.050 metros de ruta con rieles situados sobre la arena. La inauguración, el 05 de octubre de 1884, incluyó la presentación de sus dos carros y 18 bestias de tiro.
Años después, sería modernizada con el tranvía eléctrico “que lucían profusamente iluminados por las noches” escribió Molero Romero.
Industria
Los Haticos, fue, además, escenario para el asentamiento industrial. Si bien Maracaibo se convirtió en la primera ciudad con servicio eléctrico, en 1924 un consorcio canadiense instaló en La Arreaga las dos primeras plantas a vapor.
En 1927, con dos millones de bolívares de capital y capacidad de producción de tres millones de litros anuales, se instaló la Cervecería Regional.
En la pujante zona, las colonias de Shell y la Tenería G. Zingg & Co. (1930) echaron y vieron crecer sus raíces. También se instalaron la embotelladora Orange Crush y la fábrica de hielo El Toro.
“Por todo esto, el haber nacido y vivido en Los Haticos tiene una importante trascendencia para mí y mi familia. Y nos hace reflexionar sobre la necesidad de replantear el significado que tiene” agrega Márquez Badell.
Los Haticos tomó un nuevo giro, cuando en 1950, reactivó su crecimiento al convertirse en vía de comunicación principal. Sin embargo, la generación de hoy no conoce esta historia. Los Haticos hoy en día está sumida en su avenida principal siempre destruida, con un histórico bote de aguas servidas que contradice aquel ambiente salubre y natural que motivó a los extranjeros a asentarse allí.
De sus mansiones enclavadas a una calle del Lago y muchas otras a orillas del mismo no queda casi nada. Algunas piezas arquitectónicas yacen en medio del olvido y el crecimiento desordenado. Los Haticos dejaron de ser Los Haticos, aquel que fue refugio de la opulencia maracaibera.
NAM/Rafael Márquez/Viejo Zulia
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