viernes 19 de abril de 2024

¡ZULIA HISTÓRICA EN NAM! Estas son las manos que vistieron a la ciudad || Nuestros sastres aún sobreviven a la modernidad

Buchanga, Moro, Pascual, Ramón Fuenmayor y José Puche fueron famosos. En los trajes de caballeros predominaron el drill, el casimir inglés, el lino irlandés y la gabardina. Un flux de dacrón y lana constaba 150 bolívares. Aquí están las famosas manos que vistieron a los maracaiberos en aquellos años.

Las manos de Antonio Luzardo han tallado trajes a la medida durante 50 de sus 76 años. Hasta hace poco, se conoció que Luzardo seguía ejerciendo un oficio que nació en la ciudad inspirado en tendencias europeas: la sastrería. Con la precisión de un cirujano y la paciencia de un sabio, el de manos delgadas y aspecto apacible recuerda los tiempos en los cuales los sastres vivieron su momento estelar. Nombres como Buchanga, Domingo, Moro, Pascual, Ramón Fuenmayor, Caveca (Luis Troconis) José Puche, Manuel Salcedo, Héctor Pedreáñez, Marco Zambrano y otros, con similar habilidad marcaron historia debido a sus impecables trazos.

“La gente tenía la costumbre de estrenar en Semana Santa los días jueves y viernes Santos. Quien no se pusiera un traje nuevo en esa época del año no era maracucho. El viernes era más importante, porque sacaban en procesión al Santo Sepulcro”.

Así resume Luzardo uno de los eventos más representativos de la Maracaibo Vieja, donde los sastres eran los protagonistas y los más visitados, pues, tenían la labor de crear las piezas que lucían los marabinos en las ocasiones especiales.

Telas y estilos

El chantú y el crepé eran las telas que predominaban en el gusto de las damas, mientras que los fluxes para caballeros eran elaborados con drill, casimir inglés, lino irlandés y gabardina.

“la mayor parte de las telas era importada. En 1945, un traje de casimir inglés podía costar 180 bolívares, que entonces era costoso, pero era una prenda de muy buena calidad”, explica Luzardo.

“Muy pocas personas –añade el sastre- compraban la ropa hecha, porque no había tantos almacenes como ahora. La gente acudía a los sastres y costureras para hacerse sus mudas”.

A la iglesia se entraba con ropa recatada y las mujeres vestían “más femeninas y con tacones de siete y media que las hacían ver muy elegantes. También usaban medias de nailon por encima de las rodillas que se prensaban con unos cordones”.

El maestro rincón

Hace más de 46 años, Rafael Robles arribó a Maracaibo, proveniente de Colombia sin imaginar que se dedicaría a plasmar con una tiza patrones a la medida.

Sonreído comenta que, lidiar con los gustos de cada usuario ha sido una de las cosas más difíciles. “Una vez le hice un traje a un cliente y ya se lo había arreglado tres veces sin lograr que quedara conforme pese a que le ajustaba bien. De último decidí dejárselo al maestro rincón, es decir, colgarlo en el rincón de la vitrina y hacerle creer que lo estaba arreglando”.

Robles añade a la anécdota del ‘maestro rincón’ “Ocho días después, que le había hecho un nuevo remiendo, se lo midió y me dijo ‘viste, ahora sí me quedó bien’ a lo cual yo respondí con un gesto de asentimiento”.

Estrenar para la Chinita

Aunque Día de Reyes y Carnaval eran las primeras fiestas del año, “no eran tan importantes para los clientes como Semana Santa y la Chinita”.

Los pedidos se hacían hasta con tres meses de anticipación. Los días anteriores, todas las sastrerías estaban llenas de trabajo. “Recuerdo que papá, quien estuvo 50 años en la actividad, llegaba a la 1.00 de la mañana luego de una larga jornada y se despertaba ese mismo día a las 5.00 de la mañana para que le rindiera el trabajo, porque, tenía que mantenernos a nosotros que somos cinco hermanos”, remembró Oscar Chacín, hijo de Arquímedes Chacín, un recordado sastre.

“Casi todos comenzaban como operarios (costureros) y luego, con el tiempo y la experiencia era que se hacían sastres”.

Recuerda que el 18 de noviembre, día de la Virgen de Chiquinquirá era el día más importante: “ninguna mujer y menos saladillera ni ningún hombre se dejaban de estrenar un traje el día de la Chinita. Tres meses antes, la gente mandaba a confeccionar el traje a los sastres”.

“Los sábados –prosigue- papá se sentaba junto con otros compañeros de la sastrería ubicada al lado a esperar llegar a los clientes a retirar los pedidos.

Club de Fluxes: Pague su traje en cómodas cuotas…

Una de las modalidades adoptadas por varias sastrerías fueron los clubes de fluxes, esto, para enganchar a sus clientes.

Quienes se inscribían pagaban 10 bolívares semanales durante 18 semanas como un abono al costo total de la vestimenta que recibirían.

Relata Humberto Cubillán, que “se hacía un sorteo semanal y quien resultara favorecido dejaba de cancelar la indumentaria y podía llevársela con lo que había abonado. También existía la opción de mandar a hacer tres pantalones”.

Diego Arria, cronista de Santa Lucía, se contó entre los participantes en los sorteos: “comenzaba a pagar desde septiembre, para retirar la pieza en diciembre. Nunca me saqué nada en el sorteo, pero era una manera muy cómoda de cancelar”.

“Cuando me casé –añadió- el flux era de dacrón y lana y me costó 150 bolívares. Recuerdo que me lo confeccionó un sastre en la calle Carabobo y ya murió”.

Arria recordó que, en una oferta publicada en 1961, la sastrería Austria ofrecía “un flux completo de dacrón, una camisa de cuello duro, una corbata y un pañuelo por 99 bolívares”.

El empedraero indicó, además, que los hombres usaban el llamado flux hipócrita. “Lo llamaban así, porque, era negro y servía tanto para una fiesta como para un velorio, pues, a los funerales se debía ir enfluxado”.

Cambios

Para el historiador Rutilio Ortega, la aparición del pret o porter facilitó la adquisición de ropa. “Mientras con un sastre había que esperar semanas o meses, en los almacenes que comenzaron a aparecer se conseguía ropa barata y buena. La comercial Dobrila, situada en la plaza Baralt fue una de las primeras en instalarse”.

Aún sobreviven algunas sastrerías entre el modernismo de la metrópoli, pero, la relevancia que antaño ostentaron quedó relegada por la masificación de la moda.

Sus rastros sobreviven como vestigios vivos del gentilicio que estrenaba religiosamente cada día de la Chinita por encima de la condición social. Algunos están para ajustar trajes comprados en los almacenes que, de pronto, no se ajustan totalmente bien a los clientes, entonces, estos acuden a las sastrerías para realizar los ajustes precisos a sus trajes.

NAM/Viejo Zulia/Por: Margioni Berúmdez

Síguenos en nuestras redes sociales para que tengas toda la ¡INFORMACIÓN AL INSTANTE!

Visita nuestro sitio web https://noticiaalminuto.com/

Twitter: https://bit.ly/3kpAtzz

Instagram: https://bit.ly/3jh0TnE

Telegram: https://bit.ly/3Dvclo3

Grupo de WhatsApp: https://chat.whatsapp.com/GlOEXjCuQ5I1uQbVzZig4m