miércoles 1 de mayo de 2024

¡ZULIA HISTÓRICA EN NAM! Conoce la historia de la fuente de soda más icónica de Maracaibo: La Zulianita ‘el rincón de los bohemios’

Redoble de vasos… ¡ A su salud ! Un trago largo que hace mover lentamente la manzana de Adán. Ese día,  a principios de  1900, el  rostro  ajado del poeta demuestra  que  tiene más de cinco  días entre copa y copa.   Su grupo, la famosa peña literaria  de  Ud6n Pérez, se reúne  allí por las tardecitas para discutir sobre lo que sabe hacer: libros y literatura.

«A Udón Pérez le gustaba…», dice Enrique José Angulo haciendo una señal con el pulgar extendido hacia la boca: “…pegárselo», concluye. Angulo, quien nació en 1918, fue  dueño de la fuente de  soda   “La  Zulianita”   por  25 años, riendas que tomó  desde la muerte de su padre, Pradelio Angulo, quien fue el fundador de este local y lo administró casi par 50 años -falleció  a la edad de 102 años-.

«Murió de  viejo  -dice   su hijo-, a  él  le  tenían mucho afecto los  intelectuales de aquella época,  porque atendía  muy bien a la gente».

Con clase y estilo

El rincón preferido por los bohemios  era  La Zulianita, un lugar donde, según Luis Guillermo Ferrer en el Diccionario  General  del  Zulia, se daban   cita  «las  personas destacadas del Maracaibo  de entonces, para tratar negocios, comentar  los sucesos del día y saborear   la  helada   cerveza Maracaibo».

Allí. Elías Sánchez Rubio, Marcial Hernández, Octavio Hernández, Guillermo Quintero Luzardo, Rafael  Yepes Trujillo, Guillermo Trujillo Duran, Manuel González Herrera, Felipe Boscan Ortigoza y otros-como    cuenta Guillermo Ferrer-,  todos de la peña  literaria  Udón  Pérez, se reunían preferiblemente los fines de  semana   para   armar   sus discusiones del día.

«Se ubicaba al  lado  del edificio de la Casa Mac Gregor, frente a   la Cámara de Comercio», explica el historiador Orlando Arrieta.

Era una casa con un frente pequeño  y alargada  al fondo. En la parte  de  atrás  había  un salón familiar  con mesas. Allí estuvieron varios presidentes del estado (antes se les llamaba así a los gobernadores).

Al frente tenía  dos toldos sobre el par  de  entradas del lugar  que funcionaban como aleros. No se colocaban    mesas afuera, como los cafés europeos, pero si se manejaba (el  mismo  concepto de  estos sitios: un lugar para hacer veladas con la «crema»  de la ciudad.)

Abría por las tardes y cerraba ya entrada la noche. Funcionaba como  negocio de bar, heladería  -se ofrecían siete sabores- y como confitería.

Se fundó en 1890 y el joven Antonio Angulo, hijo de Pradelio y futuro  pintor del  techo del Teatro Baralt, ayudaba a su padre en la atención de una clientela tan selecta.

Una vida de 68 años

El esplendor de esta fuente de soda duro más de medio siglo, pues el 2 de julio de  1958 ya las dos puertas de  la fachada no abrieron al público. Así se cerraban  68 años  de historia, el ciclo  de vida de  un lugar que aguardo las movidas bohemias de Maracaibo durante  finales  del siglo XIX y mitad del XX.

Luego, se demolió  el local para construir un edificio de cuatro pisos que originalmente se concibió de cinco. Según el historiador Arrieta, la  nueva obra  costó  400  mil bolívares. «Allí montamos  la librería Las Novedades y alquilamos la parte de arriba  para  oficinas  – cuenta   Angulo-.  Así era  más rentable».  Luego, el edificio lo vendieron. Nadie se opuso, pues era de propiedad privada.

En 1976, para conmemorar los 50 años  de  la  muerte   de Udón  Pérez, «se  colocó   una placa  alusiva con  unos versos del poeta  Guillermo Ferrer», se lee en el Diccionario  General del Zulia.

La Baralt…

A   finales del  siglo XVI, unos franciscanos que llegaron a Maracaibo construyeron un convento y un templo, y le dieron por nombre San Francisco. Frente al centro religioso, como reseñan  Luis Guillermo  Hernández y  Jesús Ángel Parra en el Diccionario General  del  Zulia, quedó   «un receptáculo de  terreno que limitaba  con  los malecones,  el cual se convirtió en la zona de actividad comercial de Maracaibo», la  plaza Baralt, bautizada así en 1888  por  la Sociedad  Baralt.

La urbe de hoy | Maracaibo 500

Allí  se conseguían el Mercado Principal, la fuente de soda La  Zulianita, el  Hotel Victoria. En ese lugar se construyó el primer edificio de varios pisos, pasaba  el tranvía eléctrico, se hizo el primer vuelo en globo aerostático … en fin; a raíz de la importancia comercial de la zona y del lugar estratégico en el cual se ubicaba, La Zulianita era un lugar que siempre tenía vida: gaitas,  tertulias  y se hablaba mucho de política.

La poética del alcohol

EI escritor Cesar Chirinos recuerda, con cierto dejo de nostalgia, la poética del alcohol de aquel momento:

«En la  plaza  Baralt,  por ejemplo,  se sentían las Antillas; La Zulianita era un bar fresco, colorido, con humor. Ahorita no hay nada.  ¡Cómo es posible que la  plaza Baralt no tenga vida  nocturna!.  Ahora tenemos bares secos, cerrados, muertos… sin poesía. No se consiguen  rocolas, una  parte esencial  del  bebedor. Ahora ponen más ruido que  música, porque el cliente está alienado  al dueño».

El "Hada verde" en la poesía modernista. Algunos ejemplos españoles |  Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

La dinámica de este lugar tenía un cordón umbilical  con la cultura portuaria, pues a unos cuantos metros se conseguía el Puerto de Maracaibo. Esto significaba una simbiosis entre los distintos inmigrantes que entraban a la ciudad  por esta vía. De alii que, además de ser lugar de reencuentro con el otro, La Zulianita se prestaba como un espacio de confluencia con los extranjeros, especialmente los europeos«.

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NAM/Viejo Zulia/Texto: Anne Mejías

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