A principios del siglo pasado, cuando del petróleo no se sabía, la economía de Maracaibo existía vitalmente unida al malecón. Sí, a ese malecón que hoy día está separado de la gente por un cercado a su alrededor y convertido hoy en un espacio de atracadero, unía al maracaibero con su Lago a través del comercio cuyo dinamismo era impresionante.
De hecho, a la capital zuliana se le conocía como “ciudad puerto”. Había pasado mucho tiempo ya de la instalación del convento de San Francisco frente a la plaza Baralt en 1959 y fue esta edificación religiosa construida por aquellos años a orillas del Lago de Maracaibo (no existía la avenida Libertador) la que inició el proceso urbano en esta área de incipiente ciudad y definió al malecón como puerto de Maracaibo y la plaza Baralt como el corazón comercial debido a su conexión directa con éste.
A partir de 1920, la explotación petrolera ‘revoluciona’ la vida de la sociedad local, que pasa de depender de una actividad exclusivamente agroexportadora a una mezcla entre ésta y la actividad administrativa de la incipiente industria petrolera.
Paradójicamente, entre los años 1920 y 1921, cuando el petróleo disminuía la dinámica del puerto por la diversificación de las actividades comerciales, los generales Santos Matute Gómez y José de Jesús Gabaldón construyeron el Mercado Los Buchones en el área del malecón.
Alcatraces en cacería
El popular mercado, también denominado ‘del Pescado’ o ‘del Lago’ según el Diccionario General del Zulia estuvo situado en la avenida La Marina (Hoy avenida Libertador) entre las calles Milagro y Miranda.
El doctor Orlando Arrieta, apasionado de la historia regional, señala que estaba muy cerca del Puerto del Piojo y que debía su nombre a la cantidad de buchones o alcatraces que llegaban a la caza de los peces muertos, podridos y otros desperdicios que los vendedores arrojaban a las aguas del Lago.
“El pueblo lo llamaba ‘mercado del pescado’, porque, vendía peces frescos que traían las canoas y cayucos de las riberas del Lago, así como las que habían sacado del canal de la bahía”, recuerda el pescador Julio Morán, nacido en 1927.
Pámpanos, bagres pintado y cabezón, jureles, corvinas, róbalos, lisas, cazón, rayas y otras especies marinas eran comercializadas en el Mercado de Los Buchones.
Los mercaderes se distribuían por sectores de acuerdo con los productos que negociaban. Así, en un área se situaban los verduleros y por otro lado los comerciantes de granos.
El cronista Julio Borges Rosales, en un artículo publicado en el diario Panorama, detalla que en la parte trasera del mercado estaban situados los expendedores de pescado.
“Contada” de plátanos
“Una ensarta de 20 o más bagres costaba 1,00 bolívar y, cuando alguien le pedía al vendedor de plátanos 2,00 bolívares de este producto, el expendedor le preguntaba: ‘¿pero, trajiste la busaca?’ porque, no cabían en una bolsa de papel ‘El Sol’ que vendían a 25 céntimos, es decir un medio”, expresó Borges.
Estos plataneros –según el cronista- eran un atractivo para propios y extraños, pues recibían los plátanos que eran lanzados desde las piraguas y los colocaban en el muelle, haciendo una rueda, contando en voz alta marcando un ritmo y sumando de dos en dos: ‘Llevo dos y van cuatro, son seis…’ hasta llegar a 100 que era una contada.
Durante el desembarque, que era realizado por los peones, muchos plátanos caían al Lago y para rescatarlos existían muchachos que se organizaban muy bien. Unos se encargaban de extraerlos del agua y llevarlos a la orilla, mientras los otros los recibían y los apilaban para luego venderlos a menor costo.
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Los plátanos eran traídos en las bodegas de las piraguas desde los puertos del Sur del Lago en Santa Bárbara, Encontrados o El Vigía.
¡Aquellas Piraguas!
Las piraguas, hoy casi extintas, eran muy numerosas para le época, siendo las más conocidas: Santa Teresita, La Viena, La Diáfana, y La Gran Brisa, recuerda el historiador Orlando Arrieta.
Cuando estas naves atracaban en el malecón, eran colocadas largas y gruesas talas para permitir el paso de las personas hacia la piragua y de éstas hacia el muelle. Dentro del mercado de Los Buchones, que desapareció después de 1927.
A falta de supermercados, que llegaron tiempo después, estaban los cargadores de busacas: Muchachos que, por una propina acompañaban al comprador por todo el mercado cargando las bolsas.
NAM/Enio Meleán/Viejo Zulia
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