jueves 25 de abril de 2024

¡VALIÓ LA PENA! Cinco razones por las cuáles el 2020 también nos dio un poco de esperanza

Cuando miremos hacia atrás y 2020 sea historia, pocos de los que lo vivimos dudaremos que estuvo entre los años más inusuales de nuestras vidas.

Para siempre quedarán en la memoria las escenas de ciudades vacías y en silencio, los cielos sin aviones, los animales tomando las grandes avenidas ante la falta de tráfico o la carencia global de papel sanitario.

Pero también la idea de millones de personas muriendo a solas, en hospitales saturados, los rostros extenuados de miles de médicos, los últimos adioses por Zoom, el final súbito de proyectos de vida, empleos o amores.

La lista es inmensa y cada persona podría sumar tragedias globales, colectivas o personales.

Pero vayamos a contracorriente: ¿es posible enumerar los motivos para la esperanza que también nos dejó este año, a pesar de todo y de tanto? ¿Ocurrieron también cosas buenas que pudimos haber pasado por alto?

La escritora estadounidense Rebecca Goldstein, una de las voces que, desde la filosofía de la ciencia y el racionalismo filosófico, ha buscado a través de los años razones para el optimismo en los aspectos más oscuros de la condición humana.

Ganadora de la Medalla Nacional de Humanidades, el mayor premio que entrega el gobierno de Estados Unidos a intelectuales, Goldstein, también autora de una decena de libros, asegura que 2020 ha puesto a prueba sus límites no solo como filósofa, sino también como persona.

Pero a pesar de todo, asegura que el camino también le ha dejado motivos para creer en la humanidad, en el poder de la compasión y en la ciencia.

Y que, aunque cueste pensarlo ahora, existen igualmente razones para tener fe en el futuro.

Estas son sus razones para seguir siendo optimista, y una síntesis de su entrevista con el portal de noticias BBC Mundo.

5 cosas buenas que deja 2020

Mi primer motivo parecerá paradójico: 2020 nos dio esperanzas porque nos ha obligado a prestar atención a algunos de los aspectos más oscuros de nuestra sociedad.

Los científicos han puesto su experiencia en marcha a toda máquina para entregarnos una vacuna en menos de un año.

La responsabilidad que las personas han asumido entre sí durante la pandemia, tratando de mantenerse a salvo, observando las pautas médicas de usar mascarillas y mantener la distancia física o informando de inmediato a todos sus contactos tan pronto como se enteren de que han estado expuestos al coronavirus.

Más allá de la responsabilidad básica hacia los demás, todos hemos sido testigos del coraje de innumerables trabajadores, algunos de los cuales vemos en nuestros hospitales y clínicas, nuestras oficinas de correos, escuelas y tiendas de comestibles, y muchos de los cuales nunca vemos, pero que continúan arriesgandose a contraer una enfermedad mortal para que todo siga funcionando para el resto.

Es natural dar por sentadas las cosas buenas de nuestra vida. Después de todo, son las cosas que necesitan cambiar las que requieren nuestra atención. Sin embargo, un año como este nos ha enseñado lo importantes que son muchas de las cosas que tendemos a pasar por alto. En lo más alto de la lista para la mayoría de nosotros están nuestras interacciones sociales. Vivimos en una sociedad competitiva que a veces puede camuflar cuánto nos necesitamos y amamos los unos a los otros.

En varias de sus razones para el optimismo menciona el factor esperanza, que ha formado de la narrativa de las religiones y las sociedades por siglos. Para muchos de nosotros la esperanza es ahora es una vacuna, o un mundo postcovid. ¿Qué nos ha enseñado 2020 sobre la condición humana y sobre nuestra necesidad de esperanza?

Tener esperanza es una leve forma de autoengaño, pero que puede alimentar nuestra ambición para mejorar, instándonos a mejorar nuestra vida y la de los demás.

Sin una esperanza que nos dé valor, nunca emprenderíamos nuestros proyectos a largo plazo ni entablaríamos nuestras relaciones transformadoras de vida.

NAM/BBCMundo.