domingo 30 de junio de 2024

Una bella colombiana que cambió la pasarela por los puños

No apostaban ni cinco centavos por su victoria. Mónica Liliana Solano Henao cuenta que en la antesala de su debut como boxeadora profesional, el 9 de abril de 2016 en el MBS Arena, de Potsdam (Alemania), los espectadores la veían con pesar: “Era algo así como: ayyy, pobrecita”.

Su rostro delicado, de cutis limpio y fresco, sin nariz chata, sin orejas de coliflor y sin ninguna huella de puños, daban una impresión de debilidad. Su cuerpo con medidas de 98, 65 y 105, hacía pensar que esta colombiana de 29 años de edad y 1,78 de estatura se encontraba en el lugar equivocado y no tenía la cuerda para resistir el ritmo de la serbia Sara Marjanovic.

Pero sonó la campana y la bella se convirtió en bestia. ¡Pum! ¡Punch! ¡Bam! ¡Pow!… Golpe va, golpe viene, arriba, abajo y… ¡Bum!… Marjanovic se fue a la lona. Un gancho de derecha la puso a morder el polvo. “Todos los presentes se quedaron en shock”, recuerda.

La europea se levantó y continuó el combate, pero el árbitro, al final de los cuatro asaltos pactados, le levantó el brazo a la mujer que le hace honor a la tierra en la que abrió sus ojos al mundo, Vista Hermosa (Meta).

Una oreja lastimada, una leve herida en la boca y no más. Las apariencias engañan. Ganó por decisión unánime. La ternura puede ser agresiva, el cordero resultó lobo. La que parece modelo, en realidad los es, además de cosmetóloga, pero desde hace casi cinco años cambió las pasarelas por el ring, las poses sensuales por la guardia en alto, el maquillaje por el sudor, el pintalabios por el protector bucal, las pulseras por los guantes. Por lo menos cuando se monta en el ensogado, Mónica deja su vanidad a un lado y saca su lado más fuerte y rudo. Eso sí, aclara, jamás pierde su feminidad.

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