El expresidente estadounidense Donald Trump se convertirá mañana, lunes, en el primero de la historia de su país en sentarse en el banquillo por un encausamiento penal, circunstancia que para cualquier otro sería una mancha en su currículo, pero en su caso parece más bien lo contrario.
Trump afronta el juicio por los pagos irregulares a la actriz porno Stormy Daniels durante su última campaña electoral de 2016 cuando ya es el candidato republicano para las próximas presidenciales del 5 de noviembre, a falta de confirmación oficial, y con un calendario judicial muy apretado hasta entonces.
La presión judicial sobre Trump afecta también a su patrimonio, puesto que afronta importantes gastos en abogados y ha sufrido ya dos fracasos por la vía civil en un juicio por difamación y otro por fraude en su empresa, en los que solo las fianzas para poder apelar le han costado más de 300 millones de dólares.
No obstante, la popularidad de Trump, un experto en márketing que ha hecho suyas las expresiones de «Fake news» y «Caza de brujas», no flaquea más que la de su oponente, el presidente demócrata Joe Biden, a quien lanza órdagos por su edad -81 años, solo cuatro más que él- y describe como paladín de la «izquierda radical».
Según un agregado de encuestas publicado por The Hill/Decision Desk el pasado viernes, Trump supera a Biden a nivel nacional por un 0,6 %, y su tendencia desde el último año ha sido ascendente, mientras que la del demócrata ha sufrido altibajos, con un reciente impulso.
Aunque, según otra encuesta de AP-NORC Center for Public Affairs Research, los estadounidenses están descontentos con el trabajo de ambos en la Casa Blanca: a Biden le reprochan la inflación y la inmigración, y a Trump temas como el aborto, el cambio climático, las relaciones diplomáticas o la seguridad electoral.
Un político que saca rédito a sus problemas
Pese a todo, el avance de Trump en las encuestas sorprende hasta en su propio partido: Michael Steele, expresidente del Comité Nacional Republicano (CNR), dijo a MSNBC que considera «vergonzoso» que los ciudadanos lo elijan y argumentó que sus votantes creen que puede resolver todos sus problemas.
Como mínimo, el magnate inmobiliario parece capaz de sacar beneficio económico de sus propios problemas, como hizo al comercializar productos con la foto de su imputación por interferencia electoral en agosto de 2023, con gesto enfadado. Su instinto emprendedor le ha llevado a sacar a bolsa su red social, pero también a vender zapatillas de una edición especial.
La campaña de Biden y los demócratas mantiene una clara ventaja recaudatoria, con unos 100 millones de dólares más que la de Trump a final de marzo, pero el candidato republicano está poniéndose al día gracias a simpatizantes multimillonarios y al conocimiento de su público objetivo.
Prueba de ello fueron los 50 millones de dólares recaudados para la campaña de Trump en un lujoso evento en la mansión de Florida del magnate John Paulson con un centenar de invitados, entre ellos otros empresarios de renombre como Robert Bigelow, Steve Wynn o Robert Mercer.
Días antes, los demócratas alababan los 36 millones recaudados en un evento lleno de celebridades en Nueva York que reunió a Biden con sus predecesores Barack Obama y Bill Clinton, mientras Trump se daba un baño de multitudes conservadoras en el funeral por un joven policía asesinado en acto de servicio.
Están por ver los resultados de ayer, sábado, dos días antes del juicio penal en Nueva York y diez antes de las primarias republicanas en el estado clave de Pensilvania, donde Trump celebró un mitin y luego un acto de campaña con más donantes.
NAM/EFE
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