Al menos 35 personas murieron y 20 resultaron heridas el jueves en un ataque contra un centro cultural musulmán chií en la capital afgana, Kabul, según las autoridades.
Varios atacantes suicidas provocaron una explosión ante el centro antes de atacarlo, indicó Najib Danish, portavoz del Ministerio del Interior. Después detonaron explosivos en el sótano del edificio, donde decenas de personas se habían reunido para conmemorar la invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979.
El centro se encuentra en el barrio de Dasht-e-Barchi, de mayoría chií, en la zona oeste de la capital.
Nadie reclamó la autoría del ataque en un primer momento, aunque en los últimos meses la filial en Afganistán del grupo Estado Islámico ha reivindicado varios atentados brutales contra chiíes en Kabul.
El presidente, Ashraf Ghani, describió el ataque como un “crimen contra la humanidad”.
“Los terroristas han matado a nuestra gente. Los terroristas han atacado nuestras mezquitas, nuestros lugares sagrados, y ahora nuestro centro cultural”, indicó en un comunicado publicado por el palacio presidencial, en el que afirmó que estos atentados son ataques contra el islam y “todos los valores humanos”.
Por otro lado, seis niños pastores murieron en la provincia norteña de Balkh al estallar una bomba caminera, según el gobernador local.
Los niños tenían entre 8 y 10 años, indicó el gobernador del distrito de Dawlat Abad, Mohammad Karim.
Nadie reclamó el ataque, aunque Karim culpó a los talibanes, señalando que los insurgentes habían colocado la mina para atacar a funcionarios y fuerzas de seguridad afganas.
Afganistán tiene la cifra de víctimas por minas más alta del mundo. Se cree que cada mes 140 personas mueren o resultan heridas por minas y otras bombas colocadas en los caminos del país.
NV1/AP