viernes 19 de abril de 2024

¡SOCIEDADES HIPERSEXUALIZADAS! ¿Son los millennials la generación que más tarde pierde la virginidad?

De ellos se ha dicho de todo: que si son caprichosos y vagos, adictos a las redes sociales… No obstante, según un estudio reciente, también son la generación que más tiempo espera para tener sus primeras relaciones sexuales respecto a las anteriores.

El proyecto Next Steps, creado por el Departamento de Educación y administrado por el University College London, rastreó las vidas de 16.000 personas nacidas entre 1989 y 1990 desde los 14 años. Los resultados revelaron que uno de cada ocho de los encuestados aún era virgen hasta los 26, mientras que el 90% de los que sí la habían perdido lo hizo en torno a la edad de los 19 años.

Algunos expertos especulan sobre si este fenómeno se debe a ciertos problemas de intimidad, debido a una sociedad hipersexualizada a través de gran cantidad de material pornográfico y contenido sexual en televisión y películas desde una edad temprana.

Ignasi Puig Rodas, psicólogo y sexólogo, considera que el problema de estas investigaciones estadísticas es que suelen ser cuantitativos y no explicativos: “Aportan datos objetivos y muestran un hecho, pero no explican por qué sucede”.

Sin embargo, el experto considera que la hipersexualización sí puede influir a la hora de posponer el primer coito: “En una sociedad consumista, en la que el sexo se usa como estrategia comercial de los productos más variopintos, deja de ser algo escondido”. Pero entonces, si el sexo ya no es un tabú, la lógica podría indicar que deberíamos tener más facilidad para tener relaciones sexuales y por ende mayor número, pero no siempre es así.

Precisamente ese sobreestímulo informativo, tras una época de ‘destape’ y despertar sexual que vivieron generaciones y que ha llevado a una mayor normalización del tema, ha provocado el efecto contrario provocando que se pierda interés e incluso se llegue a cierto nivel de ‘hartazgo’ o indiferencia hacia el sexo. Puig Rodas opina que tenemos tendencia a prestar más atención o desear aquello que es escaso o difícil de obtener.

El experto también recuerda que ahora vivimos en una era virtual, que da lugar a que se desarrollen muchas habilidades sociales a través de este canal, pero también provoca la carencia de otras: “No hay ningún problema para hablar por whatsapp o por el chat del WOW (World of Warcraft), decir un ‘te quiero’ en Instagram…, pero cuando toca quedar cara a cara y tener un contacto físico, a algunas personas les faltan recursos porque no tienen experiencias previas. Es importante aprender a leer el lenguaje corporal para estar cómodo con la proximidad de los cuerpos”, sentencia.

Asimismo, advierte que el hecho de carecer de habilidades en este área, puede generar inseguridades e incluso esto puede llevar a evitar que se de la situación para no tener que enfrentarse a la posibilidad de fallar.

También resalta que la pornografía como único modelo de educación sexual es poco realista, en cuanto a la falta de interacción afectiva que refleja entre las personas o incluso la ejecución física. Además de que “puede generar unas expectativas de resultado muy elevadas que creen la sensación de tarea inalcanzable y, por tanto, les lleve a abandonar antes de empezar”.

Resalta como otro posible factor el egoísmo: “El siglo XXI ha criado individuos en pro de la independencia y la autosuficiencia. Todo depende solo de ti: éxito, fracaso y placer. Lo que se traduce en egoísmo y el mantra de ‘yo y para mí’ sin depender de nadie. Algo que se traslada en el placer sexual puesto que también hay que tener en cuenta el de la otra persona. Según esta filosofía, encaja mucho más la masturbación”.

Por último, señala también la dilatación de la adolescencia como etapa vital, ya que los jóvenes cada día acaban sus estudios, empiezan a trabajar, se independizan y tienen hijos más tarde. “La precariedad les impide tomar responsabilidades y les retiene en una adolescencia tardía. Esta prolongación, además de acallar la situación real, resulta muy lucrativa al generar una gran cantidad de productos dedicados al placer hedonista y para el ocio como series, videojuegos, festivales… Ante tanta oferta, el sexo queda diluido y emborronado”, concluye.

La Vanguardia