El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, entrega este fin de semana su cargo como jefe de la nación neogranadina sin haber cumplido con su principal objetivo desde que asumió como presidente: lograr la paz en Colombia.
Santos le entregará el cargo al ganador de las pasadas elecciones del 17 de junio de 2018, el uribista Iván Duque, en medio de una «paz a medias», ya que si bien no logró la pacificación completa de las guerrillas colombianas, a diferencia de otros cambios de mando, no hay sangrientas ofensivas guerrilleras gracias al acuerdo con las FARC que puso fin a un conflicto armado de más de medio siglo y por el cual esa organización armada ilegal se convirtió en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.
Paz en vilo
En Colombia todavía persisten otros grupos armados ilegales como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el Ejército Popular de Liberación (EPL) y numerosas bandas criminales dedicadas al narcotráfico, la extorsión y la minería ilegal.
Con el ELN, el gobierno negocia desde febrero de 2017 un acuerdo de paz similar al de las FARC, pero las conversaciones que comenzaron en Quito y luego fueron trasladadas a La Habana no han progresado.
A pesar de la paz con las FARC, el gobierno de Santos no pudo resolver tampoco el problema de la violencia contra los líderes sociales que, según la Defensoría del Pueblo, le costó la vida a 311 de ellos entre el 1 de enero de 2016 y el pasado 30 de junio y que lejos de reducirse, va en aumento.
NAM/EFE
