viernes 19 de abril de 2024

¡SEPARADA A LA FUERZA DE SU BEBÉ! Indignación en EE.UU. por una actuación policial contra una mujer negra

Los dos minutos y veintiséis segundos del vídeo desbaratan y desmontan el lema de la Policía de Nueva York (NYPD) en el que se proclama su compromiso de “cortesía, profesionalidad y respeto”.

No hay nada de todo eso en este asunto. Esas tres palabras cambian de significado cuando el ciudadano es negro, o latino, y además carece de recursos, como es el caso.

Una oleada de furia ha emergido en las redes sociales al observar ese clip grabado con un teléfono móvil, y colgado en Facebook, en el que se observa cómo hasta cuatro policías tratan de arrancar el bebé de un año de los brazos de su madre, que se niega a abandonar las dependencias de un centro de atención social de Brooklyn.

 

 

Mientras la mujer –afroamericana, por supuesto– grita “están haciendo daño a mi niño”, e incluso suplica un “os lo pido por favor”, y otras de las personas allí reunidas, entre ellas varios críos más, alzan la voz ante la crueldad de los uniformados –“¡por Dios, ¿qué le estáis haciendo?”–, uno de las agentes desenfunda su pistola eléctrica y amenaza con meterle una descarga a quien no retroceda o se atreva a desafiarles.

Después de la intervención de altos cargos municipales, y a la vista del escándalo, el departamento de la policía neoyorquina ha abierto una investigación. Este incidente no deja de ser el último capítulo que despierta indignación por el uso abusivo de la fuerza de la policía contra ciudadanos desarmados. Resulta todavía más asombroso porque el NYPD sometió a un entrenamiento especial a sus integrantes para rebajar la tensión en este tipo de encuentros.

Esta preparación se introdujo tras la muerte de Eric Garner, que falleció en el 2014 en plena calle al ser abordado por un agente que lo redujo aplicándole una llave tipo judo que está prohibida. El “no puedo respirar” que se oye decir a Garner antes de expirar se convirtió en una de las consignas del movimiento Black Lives Matter.

Según la versión de los testigos, en especial de Nyashia Ferguson, que fue quien el pasado viernes grabó la escena con su móvil, Jazmine Headley, de 23 años, acudió con su bebé a un centro del barrio de Boerum Hill para recibir los tickets de comida. Llevaba esperando al menos dos horas.

Es lo que tiene la miseria, que también requiere de grandes dosis de paciencia.

 

La Vanguardia