La estrategia del líder opositor Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, para generar un cambio importante en la correlación de fuerzas en la crisis política del país y en su confrontación con el gobierno de Nicolás a fin de cambiar todo el sistema que tiene sumido a Venezuela en una crisis económica sin precedentes, cobra cada vez más relevancia como una estrategia de presión internacional, pero esta vez en una nueva fase y en un grado de intensidad mucho mayor.
Y es que luego de que Guaidó viajara este domingo a Bogotá, Colombia, donde se reunión con el presidente del vecino país, Iván Duque, se prevé que el jefe del Parlamento sostenga este lunes una importante reunión con el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, y luego viaje a Suiza para asistir al Foro Económico Mundial 2020, en la ciudad de Davos.
Ambas citas tienen una importancia diplomática de mucho peso, pues en su reunión con Pompeo, Guaidó le expondrá una serie de evidencias que confirmarían la presunta vinculación del gobierno de Nicolás Maduro con grupos terroristas árabes del islamismo radical presentes en territorio venezolano mediante células. Ese podría ser el punto de partida para que Washington incluya a Venezuela en la lista negra de países que apoyan el terrorismo, aunado a que también podría suponer una nueva ronda de sanciones financieras de EEUU a la cúpula de poder de Maduro.
En Davos, una de las cumbres económicas más importantes del mundo, Guaidó podría buscar y captar el apoyo financiero de importantes organizaciones y gobiernos que lo reconocen como «presidente encargado» de Venezuela a fin de canalizar posibles líneas multilaterales de crédito para un eventual programa de recuperación macroeconómica del país.
Asimismo, Bruselas (Bélgica) sería otro posible destino del líder opositor, donde tendrá lugar una nueva cumbre de la Unión Interparlamentaria. En esa instancia, Guaidó buscará aun más apoyo político y diplomático a la Asamblea Nacional tras golpe institucional que, según denuncia la oposición, ejecutó el chavismo y el gobierno de Nicolás Maduro al tomar por asalto la sede del Parlamento en Caracas el pasado 5 de enero para juramentar una junta directiva del Poder Legislativo paralela la legítima, encabezada por Guaidó.
Aunque la salida del líder opositor tomó por sorpresa tanto al gobierno de Maduro como a la propia oposición, representa una nueva jugada en el complejo tablero de ajedrez en que se ha convertida la lucha por el poder en Venezuela, justo en medio de una crisis económica y social absorbente. De esta forma, se deja entrever que 2020 se perfila como un año marcado por la presión diplomática y geopolítica como un factor que podría originar el desenlace de este conflicto.
Guaidó tiene el apoyo de toda la comunidad internacional occidental, mientras que Maduro cuenta con el soporte financiero-militar de Rusia, en menor medida los préstamos de China y la alianza diplomática con Irán, con la cual el gobierno socialista busca abrir un nuevo mercado para exportar el mermado petróleo de PDVSA a fin de sostener la estructura financiera del chavismo.
Ricardo Serrano
