Las temperaturas en Europa ya son 2,2 °C más cálidas que antes de la revolución industrial, así lo indicó la subdirectora del Servicio de Cambio Climático del programa europeo Copérnico sobre observación de la Tierra, Samantha Burgess, en una sesión informativa en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) que se celebra en Glasgow (Escocia, Reino Unido).
Los científicos no consiguen determinar el motivo por el que la incidencia es mayor en el Viejo Continente, aunque la proximidad al Ártico podría ser el motivo. Precisamente esta región experimenta un calentamiento mucho más rápido. «Sabemos que el Ártico se está calentando unas tres veces más rápido que la tasa promedio mundial», aseveró Burgess en declaraciones al portal Space.com, señalando que esa región «ya es 3 °C más caliente que en la época preindustrial».
Según Burgess, la velocidad del calentamiento del Ártico se ve facilitada por cambios en el albedo del planeta, es decir, la capacidad de la superficie para reflejar la luz solar. El hielo blanco prístino alrededor de los polos actúa como un espejo, reflejando la mayor parte de la luz solar entrante en lugar de absorberla. Cuando el hielo se derrite, se forman lagos, cambiando su albedo. El agua absorbe más luz solar y se calienta.
El rápido calentamiento del Ártico también conduce a un activo descongelamiento del permafrost, la superficie permanentemente congelada que alberga restos no descompuestos de animales y plantas del pasado. Con el derretimiento de esa capa, se inicia la descomposición de todo lo que se encuentra en su interior. La materia en descomposición libera dióxido de carbono y metano, potentes gases de efecto invernadero que aceleran aún más el calentamiento, informó Actualidad RT.
El incremento de las temperaturas ya está provocando fenómenos meteorológicos sin precedentes en el continente, como las inundaciones que arrasaron varios países o las olas de calor que afectaron a otras naciones de la región durante el pasado verano boreal.
Burgess considera que no todo está perdido y que el futuro de Europa, así como el de otros continentes, depende de las acciones que se tomen ahora para frenar el calentamiento global. «Hasta 2030, veremos más eventos extremos, veranos más calurosos, inviernos más suaves y tormentas más severas», advirtió.
NAM/Agencias
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