viernes 29 de marzo de 2024

¡SE PONE DIFÍCIL AQUÍ! Venezolanos sin cédula: Los problemas de la ausencia del consulado en Nueva York

Para Darnell Gil el pasaporte no es su principal preocupación. «Estoy tratando de trabajar lo más posible para enviar dinero a mi esposo que está varado en Panamá, viviendo en las calles», dice entre lágrimas.

Gil, de 33 años, llegó a Nueva York el 16 de septiembre en un autobús que venía de Texas. Huyó de Venezuela debido a la crisis económica allí y la homofobia que enfrentaba en la vida cotidiana. Le tomó más de un mes caminar por el Tapón del Darién y varios países de Centroamérica y México, donde vio cadáveres y tuvo que enfrentar el hambre durante días.

Muchos otros venezolanos recién llegados se encuentran en una situación similar; viven día a día más preocupados por dónde van a dormir y cómo van a comer que por su estatus legal, explican migrantes y activistas. Pero pronto enfrentarán desafíos importantes en la lucha por permanecer en los Estados Unidos.

Los trámites de inmigración, los permisos de trabajo y los servicios sociales suelen requerir pasaportes y documentos nacionales de identidad. Con la Patrulla Fronteriza confiscando documentos en masa en la frontera y los consulados de Venezuela en los Estados Unidos, cerrados desde 2019, es posible que los miles de migrantes pronto se encuentren en la desesperada necesidad de conseguir documentos, pero sin forma de obtenerlos.

«Para la protección humanitaria de los solicitantes de asilo, dependes de tus credenciales internacionales», dice Niurka Meléndez, fundadora de la organización Ayuda para Inmigrantes y Venezolanos (Venezuelans and Immigrants Aid – VIA).

Cuando se dan cuenta de que necesitan documentos de identificación nos preguntan: ¿Qué hago? Y luego nos quedamos en un círculo vicioso porque no sabemos a dónde decirles que vayan. No hay adónde ir».

En mayo, los estados de Texas y Florida comenzaron a transportar inmigrantes en buses a ciudades demócratas de todo el país. Más de 20.000 solicitantes de asilo han sido procesados ​​en el sistema de albergues de la ciudad de Nueva York en los últimos seis meses.

Para los venezolanos que viven en Estados Unidos, el consulado es «un holograma», dice Meléndez. El edificio del consulado de Nueva York, ubicado en la calle 51 entre la Quinta y la Avenida Madison, rodeado de tiendas de lujo y edificios de oficinas corporativas, «es solo un espacio muerto». Ha estado cerrado desde enero de 2019.

Las embajadas de Venezuela en Washington D.C. y todos los consulados en Miami, Chicago, Houston y Nueva York están cerrados al público. Tampoco funciona en Puerto Rico. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cerró la embajada en EEUU, luego de que el expresidente Donald Trump reconociera el gobierno interino del líder opositor Juan Guaidó.

Desde hace más de tres años, los venezolanos residentes en Estados Unidos, una población de 545.234 personas según el censo de 2021, no cuentan con representación consular, según explicó Documented en una cobertura anterior. Cerca de 20.000 venezolanos viven en Nueva York, según datos del censo, que no incluyen a los miles de venezolanos que llegaron recientemente.

«Desde 2019 no hay consulados y no se ha resuelto nada», explica Guillermo Nivos, abogado de inmigración venezolano en Nueva York. «Nos encontramos presos aquí sin saber qué hacer».

Un problema de futuro para los nuevos inmigrantes

Inmigrantes y activistas indican que hay oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU confiscando pasaportes y tarjetas de identificación nacional después de que los solicitantes de asilo cruzan la frontera. Luego, muchos migrantes luchan por recuperarlos y pasan años viviendo con miedo y ansiedad, sin tener identificación.

Según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP), estos documentos de identificación «deben ser devueltos al detenido en el momento de la liberación, remoción o repatriación o mantenerse en la propiedad personal de los detenidos», explicó un portavoz a Documented. Sin embargo, en la práctica, los migrantes dicen que a menudo nunca vuelven a ver sus documentos.

Nivos advirtió que «es un problema para que devuelvan el documento de identificación luego de confiscarlo. Es una práctica que está siendo litigada por organizaciones sin fines de lucro por considerarla inhumana».

NAM – Tal Cual