Un hombre que parecía ser una persona honesta, culta y pacífica, termino siendo todo un psicópata que asesinó y se comió a su compañera de universidad. Una nota especial en Infobae señala que se conocían desde hacía un mes y medio y, a pesar de venir de culturas muy diferentes, se habían hecho muy amigos.
Y es que todo inició cuando Renée Hartevelt de 25 años aceptó una invitación a cenar de su compañero de habitación de estudios de literatura comparada en la universidad de La Sorbona en París, el japonés Issei Sagawa de 32 años.
El departamento de Issei, estaba ubicado en el segundo piso de un elegante edificio, en uno de los barrios parisinos más costosos de la capital francesa.
En una primera cita la habían pasado muy bien escuchando música clásica, Beethoven y Händel, y leyendo distintos autores alemanes.
La cita
Fue un jueves 11 de junio de 1981 cuando Renée llega puntual al edificio estilo francés del número 10 de la calle Erlanger y el dueño de casa la hace subir.
Issei venía insistiendo con aprender alemán para poder leer buena poesía romántica en la lengua original. Renée hablaba el alemán a la perfección y había prometido ayudarla.
Así las cosas, en medio de la segunda cita, lograron charlar a fondo, comer, tomar un poco de licor y ter un momento mágico en términos generales.
La velada transcurre amablemente cuando Issei le alcanza un libro de un autor que él quiere que lea. Renée comienza su lectura de poemas en voz alta. Está concentrada, sentada en una silla frente al escritorio, de espaldas a Issei. No puede verlo.
mientras la femenina leía el japones sacó un rifle y le apuntó a la cabeza y la mató.
La mató
Tras verla muerta, el hombre supo que su platillo favorito estaba servido y listo para comer.
Le colocó una toalla bajo su cabeza y se dispone a morder su glúteo derecho porque cree que tendrá menos sangre que el izquierdo que está más cerca del corazón.
Tras morderla, empieza a cumplir sus fantasías sexuales con la occisa por un buen tiempo antes de comérsela por completo.
Después engulle a su presa durante dos días, la desmembra y pone parte de sus restos en la heladera. Lo que no piensa comer lo coloca dentro de dos valijas. Pesan mucho.
Es de noche cuando decide deshacerse de ellas. Las arrastra como puede y toma un taxi. El conductor lo ayuda a cargarlas en el baúl y bromea: le pregunta si no llevará allí algún muerto.
La confesión
De acuerdo con el relato del victimario ante las autoridades francesas, este dijo que la femenina era muy preciosa y para él la más bella que ha visto.
“La invité a mi casa para una comida japonesa. Aceptó. (…) No podía quitarle los ojos de encima. Cuando se fue podía sentir el aroma de su cuerpo en las sábanas de la cama dónde había estado sentada leyendo un poema”.
Dice de forma despiadada que: “Chupé los palitos con los que comió y lamí su plato para saborear sus labios. Mi pasión era tan grande. Quería comerla. Así sería mía para siempre”.
Agrega que se levantó despacio apunto con el rifle a la parte de atrás de su cabeza. “No pude tenerme. Es como si ella me estuviese mirando. Veo sus mejillas, sus ojos, su nariz, su boca, la sangre brotando de su cabeza”.
Trato de hablar con ella, pero ahora ella no responde. El piso está lleno de sangre.
Dijo que “aunque trate de limpiar, pero me doy cuenta de que no puedo parar el caudal de sangre que sale de su cabeza. Le empiezo a sacar su ropa, es difícil quitarle la ropa a un cuerpo muerto”.
NAM/Q’Pasa/Infobae
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