En pleno acto, el femicida apuntó en la cabeza al tío de la chica, Carlos Pérez, pero este logró esconderse en una habitación desde donde escuchó el último disparo. En el mismo lugar de los hechos Monje se quitó la vida.
En la casa había dos menores que vieron todo lo que pasó: un nene de 9 años, hermano de la policía asesinada, y una nena de 4, hija de Magalí. Los chicos fueron llevados por Pérez a la casa de un vecino donde llamó a la policía para contar el horror.
“Ella lo quería mucho. Pero él la quería para él nomás. Lo conoció en la Policía, y luego decidieron convivir, estuvo dos semanas y dejó de convivir”, contó la tía de Magalí, Rocío Juárez, a una radio local de Argentina, donde ocurrió la tragedia.
“Ella ya había cortado. Se volvió a su casa. Él varias veces se quedó afuera haciéndole guardia en la puerta”, continuó Juárez. Agregó que desde la Policía le habían quitado el arma reglamentaria a Monje porque tenía «problemas psicológicos» y «tendencia al suicidio», pero que después se la devolvieron.