jueves 9 de mayo de 2024

¡SALVE MARACAIBO, VOS SOIS LA ATENAS DE AMÉRICA! «Nunca dependió de nadie, siempre lejos de cualquier capital le tocó sostenerse a sí misma»

Así describe el historiador, cronista, investigador y otrora presidente de la Academia de la Historia Zuliana, Ernesto García Mcgregor a “La Atenas de Venezuela” una ciudad como anclada en la mitad, pero a gran distancia entre Bogotá, capital de Colombia y Caracas, capital de Venezuela, de modo que en esa frase de García Mcgregor se encierra el génesis de una ciudad cuna de grandes acontecimientos en todo Latinoamérica, que se forjó a sí misma sin dependencia de capitales y supo ser pionera, incluso, sobre las capitales.

Para documentar este reportaje que NAM trae en homenaje a Maracaibo, en sus 494 aniversario, escudriñamos una publicación escrita por el talentoso periodista zuliano Hiram Aguilar Espina, que nos ofrecerá importantes datos que nos permitirá comprender por qué Maracaibo es llamada “La Atenas de Venezuela” y todo lo que circunda entre sus contrastes a esta noble y leal ciudad occidental.

Cuando Ambrosius Ehinger –detalla Aguilar en su publicación- conocido por los españoles como Ambrosio Alfínger, llegó a Maracaibo en 1529, proveniente e Coro, no le dio mucho interés el territorio agreste que circundaba el lago. En su mente solo dominaba un pensamiento “El Dorado” (El Oro) que para eso fue que arribó a estas tierras, creyendo erróneamente que este territorio era un enorme yacimiento de oro puro.

Con lo que no contó Alfínger es que, ciertamente, de estas tierras manaba mucho oro, pero no era un oro que brillaba, sino un oro oscuro que manchaba. “¿Cómo se llama este lugar? Preguntó el alemán, a lo cual respondieron “Maara-iwo” (lugar donde abundan las serpientes), entonces sin dudarlo, Alfínger ripostó: “Entonces que se llame Villa de Maara-iwo” …

García Mcgregor detalla cómo la marginada provincia, que luego pasaría por dos fundaciones más; la de Alonso Pacheco en 1569 y la de Diego Mazariegos, en 1574 formó parte del Virreinato de Nueva Granada que tenía a Santa Fe de Bogotá por capital, para más tarde pertenecer a la Capitanía General de Venezuela con Santiago de León de Caracas como su capital.

Más tarde –relata Mcgregor- las condiciones geográficas bendecirían a su población. “A Maracaibo le tocó abrirse paso, porque, siempre estuvo lejos de las capitales. Era más fácil viajar por mar a Nueva York que a Caracas, porque, había que ir a Curazao y esperar que zarpara algún barco hasta la capital venezolana”.

“Pertenecimos 100 años a la Nueva Granada –precisa Mcgregor- antes de pertenecer a la Capitanía General de severo aislamiento”. No obstante, la comunicación a través del Lago trajo la tecnología y el conocimiento rápidamente.

“Por siempre la primera”

La ciudad-puerto tuvo electricidad la noche del 23 de octubre de 1888, vísperas el Natalicio del gran Prócer zuliano, Rafael Urdaneta, siendo la segunda ciudad de Latinoamérica que disfrutó de este adelanto después de Buenos Aires, Argentina.

Maracaibo tuvo tranvía por tracción animal desde 1884 y el 19 de septiembre de 1891 fue inaugurado el ferrocarril a vapor de Bella Vista. En 1940 se instalaron los primeros teléfonos, todos estos avances antes que en cualquier otra ciudad en el país. Tal parece que el calor maracaibero hacía germinar la semilla del progreso.

El cronista Orlando Arrieta recordó que Maracaibo fue la primera ciudad con equipo de rayos X, en una casa de la calle Venezuela, la esquina con Vargas: “Allí, el doctor José Otilio Mármol realizó las primeras radiografías en el año 1900”.

Jocosamente Arrieta recuerda que “las mujeres no pasaban frente a la casa del doctor Mármol ‘porque ahí había un aparato que veía a la gente por dentro’ cosa que para ellas era un escándalo”.

Narra Arrieta que llamaron “doce apóstoles” a la primera docena de médicos zulianos graduados en La Universidad del Zulia y que fueron quienes presentaron las primeras tesis doctorales en toda Venezuela.

Asimismo, Arrieta afirma que la primera cirugía abdominal practicada en Latinoamérica la hizo Francisco Eugenio Bustamante el 31 de agosto de 1874, en una casa de la calle Registro para retirar un tumor de ovario.

Así se conformó

En su primera fundación tuvo 30 aldeanos y en 1810 eran 43 mil, esencialmente españoles. En 1936 la población ascendió a 110 mil; creció a 218 mil 682 habitantes en 1949. Pasó a más de 1 millón de habitantes en el año 2000 y llegó a más de 2 millones en 2007. Hoy se calcula que sobrepasa los 4 millones de habitantes en un área urbana de 176 kilómetros cuadrados y de unos 200 kilómetros de área rural.

“Vos sois la Atenas de América”

Arrieta asegura que las distinciones alcanzadas por los naturales de Maracaibo en las letras y la ciencia, así como en el desarrollo arquitectónico y el auge comercial que ostentó la ciudad en su condición de puerto, le valió el título de “La Atenas de América” aunque algunos atribuyen esta nominación a Bogotá, la capital de Colombia.

El escritor Julio Portillo, en su publicación ‘El Glorioso Ayer’ alude esta concepción: “Maracaibo conoció primero que otras ciudades de Venezuela lo que significaba la civilización, a juzgar sobre todo por la variedad de productos que embarcaba desde el puerto para el extranjero por ser la primera ciudad del país con energía eléctrica, de ahí a que le llamaran ‘La Atenas de Venezuela’ no era para menos”.

El doctor Manuel Dagnino también hace referencia al apelativo durante el acto de instalación solemne de La Universidad del Zulia, el 11 de septiembre de 1891 en el Templo de San Francisco: “Distinguiéndose siempre esta tierra, desde el pasado siglo, por la afición a las letras y el amor al estudio alcanzando muchos de sus hijos puestos de honor en otros países americanos en virtud de sus buenas dotes”.

Dagnino achacó la singular denominación –que no descartó pudiera resultar hiperbólica- a “un viajero inglés que nos visitó en 1799”.

Así transcurría la historia de la sucursal ateniense, cuyos albores vislumbró Alonso de Ojeda antes de Alfínger, cuando arribó al Lago el 24 de agosto de 1499 en compañía de Américo Vespucio y Juan de la Cosa.

“El mejor español hablado”

El historiador Vinicio Nava Urribarrí afirma que Maracaibo fue la ciudad de Venezuela donde se habló el mejor español: “Nuestra forma de hablar denota hoy un tono de confianza entre los habitantes, sin embargo, al principio era el lenguaje con el cual las personas se dirigían a las dignidades”.

Nava ofrece como ejemplo los manuscritos reales de la época y la versión española de la Biblia que se usaba en aquellos días: “el voseo era algo de la nobleza, pero, se fue extendiendo y haciéndose popular”.

El estudioso explica que el voseo reverencial o voseo clásico se transformó en lo que se conoce como voseo dialectal americano. En esta forma, las conjugaciones verbales generalmente no son afectadas, por ejemplo, en lugar de decir ‘vos me mirasteis’ la frase queda “vos me miraste’.

Mejor ejemplo de la esmerada labor realizada por los cultores del lenguaje en Maracaibo lo evidencia el maestro Udón Pérez, quien en 1909 escribió la letra del célebre Himno del Zulia.

Hay muchos más elementos

De este modo, “La Atenas de América” o “La Atenas de Venezuela” como quiera que se le recuerde, también fue pionera en presentaciones líricas, proyecciones fílmicas, en obras de teatro que fueron proyectadas, primero en espacios privados, pero chicos, y luego en su flamante Teatro Baralt que hoy día sigue siendo corazón vibrante de aquella pujante Maracaibo bañada de cultura y academia.

Maracaibo estuvo entre las primeras ciudades de Latinoamérica en tener una entidad financiera, es decir un banco. La conexión a través del puerto con viajeros del extranjero que venían a esta ciudad alimentaba aún más el intelecto y el modismo de unos maracaiberos o maracuchos que lo asimilaban todo, pero que lo adaptaban a su particular modo de ser.

“Salve Maracaibo, vos sois la Atenas de América” fue el titular con que el periodista Aguilar Espina tituló aquel trabajo especial para los 480 años de la ciudad de Udón y que hoy queremos revivir para que cada maracaibero y cada zuliano recuerde siempre los cimientos de su historia y con ello nos anime la lucha por volver a la luz, por volver a sitiar a Maracaibo donde se merece.

Alguien comparó a Maracaibo con Estambul, la ciudad “vida” de Turquía. Y es que en ese país mitad árabe, mitad europeo, pasó algo más o menos parecido a lo que en Venezuela. Estambul, una ciudad puerto, puerta de entrada a Turquía fue testigo del tránsito de centenares de miles que inyectaron a la milenaria y muy elevada historia de la antigua Constantinopla los dotes de cultura, modernidad y clase de la cual carece Ankara, la eterna capital turca.

Maracaibo debe ser como Estambul, la ciudad por donde todo el mundo entre al país, la ciudad del emporio financiero y comercial, la ciudad del turismo, de la cultura, de los grandes acontecimientos, la ciudad del arte y de los grandes espacios y Caracas, pues, que siga siendo la ciudad donde yacen los poderes, solo eso.

NAM/Ernesto Ríos Blanco/Hiram Aguilar Espina

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