martes 30 de abril de 2024

¡REVIVE ESTA MEMORABLE ENTREVISTA! Luis Aparicio apaga 87 velitas siendo todavía el mejor deportista que ha parido Venezuela

“Sería muy bonito tener en mi tierra una estatua como la de papá” expresó con un dejo de nostalgia don Luis Ernesto Aparicio Montiel, que este jueves 29 de abril sopla sus 87 velitas en la siempre grata compañía de su amada Sonia, sus hijos y nietos. Hay una deuda y bien grande con quien para muchos es el deportista más eximio de Venezuela en todos los tiempos.

Ni siquiera porque lleva el nombre de “El Grande de Maracaibo” es decir, Luis Aparicio Ortega, padre del único Salón de la Fama venezolano en las Grandes Ligas, el estadio de béisbol más importante de Maracaibo recibe el trato que merece. Cada día se hunde más en el olvido. Destartalado y a merced de los ladrones que viven robándose todo año con año sin que ello mueva la fibra de la autoridad para recuperarlo y vigilarlo. Bien pudiera funcionar una oficina de la Policía Municipal o del Cuerpo de Policía Bolivariana del Estado Zulia en el estadio, hay espacio para eso.

Pero, ese es otro tema, solo que siempre es importante destacarlo a la hora de hablar del excelso deportista venezolano, con sello zuliano que es Luis Aparicio Montiel, hoy de cumpleaños.

Y muchos se siguen preguntando ¿Por qué Luisito Aparicio no vive en su natal y muy amada Maracaibo?

Barquisimeto le ofreció más tranquilidad. Es una ciudad más segura y posee un clima más amigable, pero ello no ha impedido que Luis viva viajando a su querida Maracaibo, donde tiene bastante familia y amigos.

Nació el más grande

Paradójicamente su apodo en las Grandes Ligas era “Little Louie” o sea “Pequeño Luis”, pero es el más grande de todos. Nació el 29 de abril de 1934.

De la mano de su padre, Luis Aparicio Ortega, saltó al béisbol profesional en 1953 y desde entonces comenzó una brillante carrera que culminó en la cima más alta, Cooperstown.

Durante 18 temporadas, fue el dueño y señor de las paradas cortas de los Medias Blancas de Chicago, Orioles de Baltimore y Medias Rojas de Boston, equipo con el que finalmente colgó los guantes.

Fue en 1974 cuando Luisito que siempre le juró a su papá cumplir un mandato que lleva eternamente de consigna: “nunca ser segundo de nadie” tomó la decisión de decir “no más” como pelotero activo.

Él, ni iba jugar otra posición, ni iba a ser el segundo campocorto en ningún equipo de béisbol y esa fue una de las razones por las cuales les dijo “no” a los Yankees de Nueva York y también a los Leones del Caracas.

Aparicio resucitó el robo de bases como estrategia de juego en el béisbol. Su velocidad era pasmosa, pero más allá de ser veloz, Aparicio era inteligente, milimétrico: “correr duro no basta” dijo.

Esa inteligencia sumada al privilegio de la velocidad de sus piernas lo llevó a obtener nueve títulos ininterrumpidos de bases robadas y a llevar a los Medias Blancas de Chicago a su primera Serie Mundial en más de 40 años.

Ganó nueve guantes de oro y culminó su carrera siendo el líder de todos los tiempos entre los campocortos en juegos jugados, asistencias y dobles matanzas.

Un respetable promedio al bate de 262 también lo ayudó a conquistar triunfos, porque más que ser el excelso bateador que nunca fue, bateaba con la inteligencia y el donde la oportunidad, que quizá tenga más valor.

Ese promedio al bate lo llevó a ser el mejor shortstop ofensivo de las mayores mientras estuvo activo.

Fue elegido a 13 All Star Game, conquistó un anillo de Serie Mundial en 1966. Con Baltimore fue elegido el Novato del Año de la Liga Americana en 1956.

En 1984 fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown, Nueva York, gracias al 84.64% de los votos, siendo el único miembro de los inmortales en disputar todos sus juegos en la misma posición.

En su carrera dejó excelentes totales a pesar de ser un torpedero defensivo: 2677 hits, 7921 remolques, 1335 anotadas en 10230 veces al bate con promedio de .262. Ganó nueve guantes de oro y fue Novato del Año en 1956, como ya se dijo.

Los Medias Blancas, equipo con el que pasó la mayoría de su trayectoria profesional, retiraron su número 11 y le construyeron una estatua en el estadio US Cellular Field, monumento que sigue siendo deuda a grado de “externa” de Maracaibo y el Zulia hacia su máxima representación deportiva.

Un mánager sin par

Como manager en Venezuela dirigió a los Cardenales de Lara, Águilas del Zulia, Petroleros de Cabimas, Navegantes del Magallanes y Tiburones de La Guaira.

Por sus grandes hazañas en los terrenos de pelota, en Venezuela se entrega todos los años desde el 2004 el premio Luis Aparicio al mejor criollo de la campaña en Grandes Ligas. El mismo “Luisito” es parte de las ceremonias de premiación.

No solo se le desea desde todos los rincones del Zulia y de Venezuela un ¡Feliz Cumpleaños! Lleno de dicha y mucha salud, sino que se sigue abogando por saldar esa deuda. Ojalá que el próximo año, cuando don Luis apague sus 88 velitas, lo haga al lado de su estatua que ha de levantarse en el mismo estadio Luis Aparicio “El Grande” de Maracaibo, al lado de la de su padre.

NAM