En Venezuela tuvo lugar este pasado domingo 5 de enero un cisma institucional, una escisión en el Estado y una ruptura definitiva del hilo democrático-constitucional del país. El escenario político ha quedado completamente fragmentado en el único poder público que le faltaba al chavismo por dominar. Y aunque no lo hace legalmente, lo tomó por la fuerza y ha dejado al país en un verdadero conflicto de poderes, así como en una fuerte polarización por el control político de la nación.
Y es que el alto representante de la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, denunció irregularidades en la elección de la nueva Juan Directiva de la Asamblea Nacional venezolana, celebrada ayer, por lo que los veintiocho Estados del bloque europeo siguen reconociendo a Juan Guaidó como presidente de la institución y «presidente encargado» de Venezuela.
Esta posición de la UE da pie a un nuevo efecto en cadena de apoyo diplomático de la comunidad internacional occidental hacia el liderazgo de Guaidó como factor de cambio político potencial en Venezuela, lo cual le daría el respaldo, la legitimidad y el capital diplomático suficiente como para impulsar nuevas acciones que hagan frente al sistema de poder impuesto por el gobierno de Maduro en el país.
Es decir, con esta declaración de la Unión Europea denunciado un golpe de Estado parlamentario en Venezuela, el bloque podría debatir e imponer nuevas sanciones financieras a los altos funcionarios de la cúpula del chavismo y a las finanzas del gobierno de Maduro de forma genérica.
El país ha visto abrirse un nuevo cisma institucional después de que fuesen elegidos dos presidentes distintos para su Parlamento: los diputados chavistas votaron a Luis Parra, mientras las fuerzas policiales impedían a golpes acceder al hemiciclo a Guaidó, reelegido horas después como líder de la cámara en la sede del diario El Nacional, según la reseña de los medios y agencias internacionales.
De esta forma, la realidad política del país se profundiza en su dinámica dual y de facto, pues el poder y la administración del Estado venezolano se encuentran divididos en dos gobiernos (Maduro y Guaidó), dos TSJ (en el país y en el exilio) y ahora tres Parlamentos (la AN de Guaidó, la AN paralela de Luis Parra y la Constituyente de Diosdado Cabello).
A través de un comunicado de su portavoz, el jefe de la diplomacia europea afirmó que las elecciones “estuvieron marcadas por graves irregularidades y actos contra el funcionamiento democrático y constitucional” de la Asamblea que, como resultado, no puedo llevar a cabo su mandato.
Esto implica que el carácter jurídico de ilegalidad e ilegitimidad de la directiva de la Asamblea Nacional designada ayer por el chavismo representa una administración prácticamente artificial e írrita del Poder Legislativo, lo cual podría ser una nueva estrategia del chavismo para tomar control absoluto del Estado y de la nación, según analistas.
“Estas irregularidades no son compatibles con un proceso legítimo de elección del presidente de la Asamblea Nacional. Como consecuencia, la UE continúa reconociendo a Juan Guaidó como legítimo presidente de la Asamblea Nacional hasta que puedan garantizarse las condiciones para una votación adecuada”, dice el comunicado.
Asimismo, Guaidó sigue siendo reconocido como presidente del Parlamento y presidente interino de Venezuela por 55 países, que están agrupados en la comunidad internacional occidental alineada al sistema geopolítico de Estados Unidos, principal aliado e instrumento internacional de un latente cambio político en Venezuela.
Ricardo Serrano
