sábado 20 de abril de 2024

¡RASTREAN SU PARADERO! Autor de la matanza de Atocha se hacía pasar por venezolano

Carlos García Juliá, fugitivo internacional, autor de la  matanza de Atocha, vivía  en Sao Paulo, Brasil, con documentos falsos, se hacía pasar por venezolano y vivía con una brasileña, del dinero que ganaba como chofer de Uber. Al menos eso fue  lo que le dijo a los agentes de la policía, quienes ahora intentan, junto a las autoridades del país carioca, verificar la información.

41 años después de cometer el  atentado, ocurrido el 24 de enero de 1977, que costó la vida a tres abogados laboralistas, un estudiante de derecho y un administrativo, además de dejar heridas graves a sus cuatro compañeros,  a García Juliá, lo pararon unos policías de la Superitendencia de Sao Paulo (Brasil) quienes aparecieron en la puerta de su casa, en Barra Funda, un barrio de clase media de la ciudad, muy cerca de la sede de la Policía Federal.

Creía que era un control

Los funcionarios le pidieron que les acompañara a la comisaría y allí verificaron su identidad. García Juliá, que salió de España en 1994 con una autorización judicial para trabajar y ya no volvió, estaba tranquilo. «Cuando le preguntaron por su nombre les dijo que no era él. Creía que era un control rutinario sin más y que ignoraban su verdadera identidad», explicó a ABC el comisario Marcos Frías, uno de los responsables de la Comisaría General de Policía Judicial que viajó hasta allí para supervisar la detención del miembro de extrema derecha.

Quien fuera miembro o simpatizante de Fuerza Nueva entró a Brasil a pie, en 2001, por la ciudad de Pacaraima, estado de Roraima, en la frontera venezolana, con el nombre de Genaro Antonio Materan Flores. Esa ciudad es ahora el principal acceso de los venezolanos que piden asilo en Brasil. Con una identidad en las manos, consiguió una licencia de conducir.

Tras la matanza de Atocha, perpetrada junto a otros tres ultras, pasó semanas escondido. El 11 de marzo de 1977 fue detenido e ingresó en prisión. La Audiencia Nacional le condenó a 193 años. En 1991 se le concedió la libertad condicional y en 1994 salió rumbo a Paraguay con autorización judicial. Nunca más volvió a comparecer.

La Policía española había seguido su rastro por Paraguay, Bolivia (donde estuvo encarcelado), Chile, Argentina y Venezuela, pero fue cambiando de identidad y eludiendo a la Justicia. En mayo se le detectó en Brasil aunque usaba hasta tres identidades, una de ellas como representante de ganadería. En colaboración con Interpol, con agentes brasileños y los agregados españoles allí, se fue estrechando el cerco. Se llegaron a vigilar tres domicilios distintos.

Una pista importante

«Vivía en Brasil como si fuese un ciudadano venezolano», informó Disney Rosseti, jefe de la policía federal, en Sao Paulo. «Ahora tenemos que aguardar el pedido de extradición de España», señaló. «No resistió a la voz de prisión», comentó Reinaldo Campos, representante regional de Interpol en Brasil. El detenido confirmó su identidad después de ver los documentos que la policía le presentó. Su visa provisional como extranjero venezolano la solicitó en 2009 y el coche que conducía estaba a nombre de su mujer.

El comisario Marcos Frías describió la operación conjunta de inteligencia. «Teníamos noticias de que podía estar en algún país de Latinoamérica y que estaba usando una identidad falsa. Tuvimos la suerte de encontrar una pista importante». «Todos juntitos y con las manitas arriba». Esas fueron las últimas palabras que oyeron sus víctimas y las del otro matón.

NAM/Agencias