domingo 5 de mayo de 2024

¡QUÉ TRAGEDIA PARA UN HOGAR! La impactante historia de Zamira, una quinceañera que decidió poner fin a su existencia

El suicidio es uno de los actos más tristes que puede cometer un ser humano, obviamente en contra de sí mismo, pero también contra los seres que le rodean y le aman. Es un acto de cobardía –dice la mayoría- o un acto de egoísmo, porque en su decisión de quitarse la vida no piensa en el dolor que causaría a sus padres o, en su defecto, a las personas que de algún modo le aman.

Múltiple razón tendría alguien para atentar contra sí mismo y ninguna es válida ni aprobada bajo ninguna circunstancia, pero, desafortunadamente sucede y seguirá sucediendo, porque forma parte de la naturaleza de algunos seres humanos que, en su frágil autoestima, no pueden “soportar” alguna situación en sus vidas y mucho menos tratándose de una persona que aún no sabe lo que es bueno y lo que es malo.

El profesor Alfonso Salazar, sociólogo de la UCV, refiere que en los últimos tiempos –excluyendo ahora la época pandemia- las cifras de adolescentes, menores de edad que atentan contra sus vidas, en todo el mundo, se ha incrementado exponencialmente y aquí presentamos un caso de verdad muy lamentable.

Ella publicó el 13 de julio, es decir hace tres días, que moriría y lo hizo colgando en Facebook un vídeo musical muy melancólico de Jósean Log, que insinuaba una despedida.

Algunas personas son capaces de captar esos detalles y asociar, pero casi siempre es demasiado tarde.

Solo tenía 15 años ¿Qué podía saber ella de la vida? ¿Qué pudo ser tan horrible, tan crítico y tan caótico como para pensar que la única solución era dejar de existir?

Zamira Estefanía no hizo honor a su apellido Acero. Fue muy frágil como para tomar la decisión que tomó y más aún, cuando, aparentemente, en su casa las cosas no estaban del todo mal.

La chica publicó lo que publicó en Facebook y escribió una carta que hallaron en el bolsillo de su pantalón el día que su hermanita menor, de 4 años se encontró con la espeluznante escena de verla colgar del techo, sujeta de una soga al cuello en el garaje de la vivienda.

La periodista Miriam Bustos, del diario La Nación, del Táchira, recogió detalles de este hecho tan devastador para una familia.

Carta de despedida

En un pedazo de papel de cuaderno, la adolescente les escribió un corto mensaje a su familia, donde decía cuánto los amaba y les agradecía por todo lo que hicieron por ella. A su hermanita de 4 años, la misma que la encontró colgando del techo, le escribió que siempre sería la luz de sus ojos. Pidió a sus seres queridos que no la lloraran ni que sufrieran por su partida, porque aseguraba que estaría en un lugar mejor.

Por otra parte, como sacado de una película de horror o más bien de drama, la jovencita pidió que su ataúd fuera de color blanco y que su velorio fuese con música alegre. Una petición que, desde luego, genera mayor dolor entre sus seres queridos que siguen estupefactos tratando de buscarle una explicación lógica a todo esto, pues, aseguran que Zamira nunca dio señales de estar deprimida, triste o viviendo una situación tormentosa.

Sin su madre

La primera situación que le tocó afrontar a la linda adolescente fue el separarse tan temprano y a una edad tan difícil de su madre, pues, ésta, buscando mejores condiciones de vida y mayores ingresos económicos para, entre otras cosas, costear los estudios de sus hijos, migró hace ocho meses, por lo cual, Zamira quedó al cuido de su abuela y de su papá.

En el sector Garrochal, en San Antonio del Táchira vivían Zamira, su hermanita de 4 años, su abuela, su papá y un primo.

¿Qué fue lo que pasó?

La Unidad de Investigaciones de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) está llevando el caso con pinzas de cirujano, investigando al detalle el entorno de la niña y donde no se sospecha de nadie, pero se desconfía de todos, es la premisa de Criminalística en estos casos. Investigan muy de cerca al papá de Zamira.

El primo que vivía junto con ellos, contó que Zamira era una chica como cualquier muchacha de su edad, alegre, vivaz, muy consentida y querida entre sus familiares y sus amigos.

Ninguno de los allegados más cercanos a Zamira revelaron a la policía que en casa hubiese algún problema, descartaron totalmente alguna mala relación entre Zamira y su papá, aseguraron que Zamira era “feliz”, pero…

Aparece un novio

La periodista Miriam Bustos, en su relato del diario La Nación, reveló que la jovencita estudiaba 3º año de bachillerato en el Liceo Bolívar, en San Antonio del Táchira. Se conoció que meses atrás se hizo novia de un jovencito de 16 años, quien vive en otro sector en la misma población. Sin embargo, es una incógnita –para todos- cómo era esa relación entre Zamira y este novio.

Son muchas las hipótesis. Nada se descarta y nadie aún sale del cuadro de investigables por parte de Criminalística. De seguro, ya contactaron al novio y han de haberlo interrogado bastante. Desde luego, siguen investigando el seno familiar de la jovencita, pues de la cerca para afuera, todo lo que se dice es rosa, pero algo debe haber ocurrido para que esta jovencita se deprimiera al punto de tomar esa decisión.

El macabro hallazgo

Ese día martes, 13 de julio, todo marchaba normal en el hogar de Zamira. Pero, fue ese día que ella decidió dejar de existir. Eligió el garaje de la casa para cometer el suicidio y, lamentablemente, quien la consigue es su hermanita de 4 años.

Serían las 5.00 o 6.00 de la tarde cuando la pequeña se dirigió al garaje y se consiguió con Zamira colgando del techo, con una soga atada al cuello.

La pequeñita corrió hasta donde estaba su abuelita en la cocina y le dijo lo que había visto y la abuela, junto con otros parientes y vecinos alarmados, la bajaron del techo y la llevaron hasta el hospital, pero ya era tarde, Zamira ya estaba muerta.

De seguro se sabrá más detalles conforme avancen las investigaciones y ojalá den con las razones que llevaron a esta muchacha a quitarse la vida.

Ahora esta familia tiene que lidiar con esa tragedia y la niña de 4 años debe procesar todo eso que aún en su corta edad desconoce o no entiende muchas cosas que en su corta edad tuvo que ver, pero que pronto llegará a comprender.

La moraleja: Los padres deben estar muy, muy, muy pendientes de sus hijos adolescentes. Ellos por lógica natural en esa difícil edad de transición son muy cerrados, tratan de hacer cosas a escondidas, no son abiertos a contar sus sentimientos y es allí donde los padres deben tener toda la astucia y la sapiencia de tratar de enterase de lo más que puedan sin hacer que los hijos –adolescentes- se sientan invadidos en su privacidad o asfixiados. Es una tarea difícil que requiere demasiada atención, paciencia y comprensión y, muchas veces, hasta ayuda de profesionales.

Zamiras hay muchas en todo el mundo, es tarea de los padres y del hogar evitar que alguien de su familia tome esas decisiones, no es tarea de la escuela ni de los liceos, es tarea de papá y mamá.

NAM/Con información de La Nación