viernes 19 de abril de 2024

¡OTRA ESCALOFRIANTE HISTORIA DE TRATA DE MUJERES! Una llamada a los bomberos propicia rescate de dos jovencitas secuestradas en un hotel

Eran las 3:00 de la madrugada del miércoles 10 de agosto, cuando el Cuerpo de Bomberos de San Antonio del Táchira recibió una llamada poco recurrente. No se trataba de un accidente de tránsito o incendio, sino de un padre desesperado que contactaba a la institución, vía telefónica, desde el estado Portuguesa.

“Soy Juan Carlos Burgos”, dijo el ciudadano para luego precisar que el contacto lo hacía porque su hija se hallaba en un hotel de San Antonio del Táchira, desde donde pudo establecer comunicación con él, indicándole que tenía miedo, pues comenzaba a desconfiar de las personas que se encargarían de pasarla por las trochas a Colombia, para así emprender viaje hasta Perú.

Burgos, en total, realizó ocho llamadas a los bomberos. En los primeros intentos no podía dar muchos detalles, ya que se le caía a los segundos. Tras varios repiques, y sin desprenderse de su preocupación, logró explicar a los funcionarios de turno la situación que le angustiaba. Al final, le facilitó el número telefónico de su hija a uno de los dos funcionarios.

El funcionario realizó dos llamadas a Yosmerlis Karolain Burgos, de 18 años. La joven, en el primer contacto, se notaba desconfiada, pues no sabía si realmente la llamada provenía de la institución. Al confirmarle su progenitor que sí eran los bomberos de frontera, procedió a decirles en qué hotel se hallaba. En el segundo contacto agregó que no andaba sola. En su habitación, la 2020, estaba otra chica.

Ya el reloj marcaba las 4:00 a.m. cuando los bomberos decidieron dirigirse hasta la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), con sede en San Antonio, donde relataron el escenario que se estaba presentando.  A las 4:25 a.m., los dos bomberos, junto a tres funcionarios del CICPC, salieron rumbo al hotel, ubicado en el barrio Lagunitas.

Ya en el hotel, los recibió el recepcionista M. Hernández, uno de los tres detenidos por el caso de trata de personas. En ese instante, la joven mantenía aún contacto vía WhatsApp con uno de los bomberos, quien le indicó que ya se encontraban en el hotel con el CICPC. La ciudadana le pidió que saliera a la calle para ella asomarse por la ventana y cerciorarse.

Burgos bajó de la habitación 2020, junto a su compañera, una vecina con la que viajó desde Portuguesa. El CICPC comenzó a hacer las preguntas de rigor, y fue en ese instante cuando se percataron que la otra chica era menor de edad (16). De inmediato, le solicitaron la hoja de registro al recepcionista. En el papel estaba estampado el nombre de un hombre, mas no el de las dos jóvenes.

Algo olió mal

La suspicacia se incrementó entre los funcionarios. Continuaron con el interrogatorio y lograron conocer que las dos chicas, desde que salieron de Portuguesa le estaban costeando todos los gastos: pasajes, comida y demás. A esos términos, al parecer, llegaron con “La tía”, quien las contactó vía redes sociales, ofreciéndoles trabajo en Perú en las áreas de peluquería y repostería.

Las jóvenes relataron que su temor se fue acrecentando una vez se percataron que el nombre de quien las estaba recibiendo en frontera, era distinto al que le habían dado cuando aún estaban en su estado natal. Además, según pudo conocer el equipo reporteril de La Nación mediante las indagaciones y fuentes consultadas, a las chicas les dijeron que no serían trasladadas a la zona de Perú, donde en principio iban, sino a otro lugar.

Con todos los datos recopilados, la primera acción del CICPC fue trasladar a las jóvenes hasta la sede para salvaguardarlas. De ahí, prosiguieron con su investigación y capturaron a tres personas, entre ellas el recepcionista del hotel, por estar, supuestamente, implicado en el caso de trata de personas.

Tras la pista de otras tres personas

En el reporte dado a conocer por el CICPC, basado en sus investigaciones, se anunció la detención de tres ciudadanos: L. Rodríguez, de 27 años; M. Hernández, de 38 (tras hablar con su familia se supo que realmente tiene 45 años), y A. Álvarez, de 24.  A los tres se les implica en el caso de trata de personas y deberán ahora confirmar o por el contrario desechar  las acusaciones.

Los tres fueron interceptados ese miércoles, 10 de agosto, frente al hotel del barrio Lagunitas. Según los funcionarios a cargo del caso, Rodríguez se dedicaba a recibir a las jóvenes para trasladarlas por las trochas hacia la vecina nación, Colombia, mientras Álvarez  les daba alojamiento antes de ser llevadas al hotel, donde Hernández omitía los datos reales y les otorgaba estadía y así se desprendió de las investigaciones preliminares.

Las benditas redes sociales

Durante las indagaciones, la institución determinó que las dos jóvenes, víctimas de trata de personas, son oriundas de la ciudad de Guanare, Portuguesa, desde donde fueron contactadas mediante las redes sociales por una mujer apodada “La tía”, y por Daniela Silva. Ambas, aún por identificar plenamente y ser capturadas, les ofrecieron a las jóvenes trabajo en territorio foráneo en las áreas de repostería y peluquería.

Trascendió que los involucrados integran la banda “La tía”, la cual se encarga de trasladar a las víctimas – bajo engaños de empleos donde ganarían altas sumas de dinero–, a países como Chile, Colombia y Perú, donde serían sometidas y explotadas  sexualmente. Además de las dos mujeres por detener, queda un tercer hombre, apodado “Pulido”, quien se encarga de transportar a las víctimas desde su lugar de residencia hasta el estado Táchira.

En ese carro, trascendió, venían otras dos personas, ya mayores. “En ninguna alcabala nos detuvieron. El conductor pasaba saludando”, dijo Burgos tras las interrogantes de cómo la menor llegó hasta la frontera sin ser abordadas por funcionarios (este testimonio fue revelado al equipo de La Nación).

Como evidencia, recalca el reporte, está un Chevrolet Corsa, cuatro celulares y dos billetes de 50 dólares. El caso fue puesto a disposición de la Fiscalía 32 del Ministerio Público (MP) en la región andina.

Otro punto que fue revelado al equipo del diario es que una de las chicas, estando ya en la sede del Cicpc, recibió una llamada intimidatoria de la supuesta banda que la había contactado y engañado con falsos trabajos.

Incredulidad en vecinos y familiares

El periodista de frontera se acercó hasta el hotel referido, en el barrio Lagunitas, y logró conversar con comerciantes y vecinos, quienes manifestaron su sorpresa por la detención de Hernández, el recepcionista, quien es oriundo de la frontera, y a quien califican de buena persona, colaboradora y muy servicial. “No creemos que él esté involucrado en el caso de trata de personas”, dijo.

“Se dice que lo detienen por una inconsistencia en el registro. Las autoridades deben percatarse si cuando él asumió su turno, el nocturno, ya el registro estaba hecho o no”, precisó uno de los consultados, quien prefirió no ser identificado por seguridad. “No paso a creer que esté metido en eso”, agregó.

Ruth Hernández, de 52 años, recalcó que su hermano es muy responsable y legal. “Vivimos los dos en la casa materna –ubicada en el barrio La Popa–. Yo, por mi enfermedad, dependo económicamente de él”, puntualizó para luego subrayar que su pariente es el cuarto de seis hermanos. “Todos somos muy trabajadores, honestos”, enfatizó.

Hernández comenzó a preocuparse cuando la mañana del miércoles avanzaba sin que su hermano llegara. “Llegué a pensar que se había quedado ayudando al señor Manuel, dueño del hotel, pese a que no era su horario. Él es así, muy servicial y entregado 100% a su trabajo”, añadió.

A las 11:00 a.m. recibió la noticia de que su hermano estaba preso. En ese instante, Ruth sentía que el mundo se le venía abajo, pues Hernández es el sostén del hogar, su mano derecha, quien la apoya y le brinda la colaboración que requiere como consecuencia de sus dolencias. “Ojalá y salga pronto. Mi hermano es inocente”, aseguró.

En torno a Rodríguez y Álvarez, se conoció que son migrantes internos, radicados en frontera. “El chamo, junto a su esposa, me vendía queso”, señaló otra fuente consultada en el barrio Lagunitas. Además, dijo, Rodríguez es “asesor”. “Ayudaba a pasar a la gente por los caminos verdes — un oficio informal que prolifera en la zona–”, remarcó

“A los dos siempre los vi muy trabajadores, decentes. No puedo decir nada malo de ellos”, prosiguió mientras traía a colación a Hernández, el recepcionista: “él solía comprarme pasteles. Es muy trabajador, educado, no se mete con nadie”, argumentó la ciudadana desde la zona referida.

La investigación avanza en manos del Cicpc frente a un caso que ha generado diversas reacciones por parte de la ciudadanía en frontera.

NAM/Vía La Nación

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