viernes 19 de abril de 2024

#OPINIÓN Y llegó el fundamentalismo (Maryclen Stelling)

Cual terremoto,  la región, sufre una suerte de movimiento político-telúrico de poderosa intensidad y amplia magnitud, que se manifiesta de manera importante  en Ecuador, Chile y Bolivia. 

Analistas coinciden en señalar que “arde América Latina”, mientras para otros “arde el neoliberalismo en Nuestramérica”. Lo cierto es que se ha liberado una potente energía, que, cual espada de Bolívar, recorre América Latina.

En Bolivia el golpe de estado -teñido de fundamentalismo-  incluye una presidenta  auto designada y una poderosa energía emanada del pueblo;  una OEA cómplice abocada a la construcción de narrativas favorables a la oposición golpista  y  un eje México-Argentina,  llamado a jugar un importante papel regional, con el apoyo del “Grupo Progresivamente de Puebla”.

El intento de restauración conservadora a la boliviana, ha devenido en una suerte de cruzada religiosa empeñada en construir un enemigo peligroso,  a derrotar con un fundamentalismo posprogresista.

El golpe revestido de un carácter fundamentalista, suerte de  postura religiosa en combinación con  un conjunto de objetivos y estrategias políticas golpistas. Fundamentalismo provisto de una  furia vengadora que se sustenta en una confrontación simbólica  entre Biblia y  Constitución, entre Biblia y Pachamama.  Desprendiéndose  dos consignas golpistas: “la Biblia por la Constitución”  y  “Nunca más volverá la Pachamama”.

Desde el fundamentalismo religioso, líderes opositores afirman que  “este gobierno renunció sin una bala por parte del pueblo, renunció solo con la fe puesta en Dios”…“Bolivia es para Cristo y nunca más volverá la Pachamama”… “Dios y la Biblia están volviendo al palacio”…” A quienes no creyeron en esta lucha, les digo que Dios existe y ahora va a gobernar Bolivia para todos los bolivianos”.

La política deviene entonces en una cruzada religiosa, apoyada en símbolos como la biblia,  el rosario y, además,  en actos contra la identidad y símbolos de los pueblos originarios.    Un golpe de estado disfrazado de estrategia política emancipadora  y liberadora,  que no puede deslastrarse o disimular el fundamentalismo que la impulsa y supuestamente justifica ante Dios, el mundo y el pueblo  boliviano.

De acuerdo al fundamentalismo golpista no es odio ni venganza, es simplemente justicia divina.

NAM/Maryclen Stelling / @maryclens