miércoles 8 de mayo de 2024

#OPINIÓN || Un recorrido sensorial || Dra. Carmen Rosa Blanco

En esta oportunidad opinaré sobre lo que aprendí mediante una viviencia IN SITU. Pero, más que un aprendizaje es la interpretación de una realidad, la venezolana, mediante la contrastación de lo formal, (Lo que está escrito, documentado, testimoniado) con lo real, es decir con lo vivido.
Inventé un viaje por Venezuela, partiendo desde Maracaibo, hasta la Mesa de Guanipa, al sur del estado Anzoátegui, (A 1061 KM de distancia, solo de ida), con el pretexto de un encuentro familiar, pero que sirviera para documentar sensorialmente, aspectos de la realidad social venezolana, como: Transporte público, estado actual de las unidades de autobuses, el sistema vial, carreteras, prestación de servicios al usuario, atención ciudadana y, bueno en general, ver si es posible actualmente viajar dentro del territorio venezolano y en cuáles condiciones.
Debo decir que tenía muchos años que no utilizaba el transporte público terrestre. Primero reconozco que el Terminal terrestre de Maracaibo está bastante recuperado, se han reactivado las rutas y hay cierta demanda de pasajeros. Los responsables de las líneas de transporte así lo manifiestan. También yo, lo observé.
Desde que  abordé la unidad de transporte, agudicé mi sentido de la observación, cual investigadora en su oficio. Detecté que existe mucha debilidad en el acondicionamiento de las unidades autobuseras que cubren las rutas, las cuales pueden sintetizarse entre falta de repuestos para los vehículos, hasta falta de combustible, aunado al pésimo estado de muchos tramos de las autopistas principales que conducen hasta el centro, el oriente y sur de Venezuela. Los servicios al usuario como baños limpios y acondicionados presentan muchas fallas o son inexistentes
Otro gravísimo problema que tenemos para viajar por estos medios, dentro de nuestro territorio, es la escasez de combustible. Mi viaje de Maracaibo hasta la ciudad de Lecherìa en el estado Anzoátegui, duró 25 horas, debido a las paradas que hubo que hacer por las fallas del Bus.
Montar cauchos, reparar la manguera de agua que surte el radiador, frenos, paradas para surtir de agua  en los envases que llevan los conductores, comer y realizar otras necesidades. El cansancio de todos los pasajeros y conductores llegó a su máximo de resistencia, los teléfonos móviles se descargaron, no había forma de comunicación con nuestros familiares, quienes nos esperaban desde diversas zonas del país y no sabían qué había ocurrido o porqué el retardo.
Cuando al fin se consiguió la manguera del agua del radiador y el mecánico que lo reparó, todos nos alegramos, aplaudimos y hasta nos abrazamos: «Al fin vamos a llegar», fue la exclamación general. Rodamos y avanzamos largo trecho. Pero, cuando llegamos a la población de Clarines, en el estado Anzoátegui, el Bus se apagó definitivamente, que hubo necesidad de empujarlo y aparcarlo fuera de la vía.
¡No tenía combustible!, ¡Se acabó el Gasoil!. Allí nos bajamos nuevamente, bastante molestos por la incomodidad de este viaje y la irresponsabilidad no se de quién… Nada se solucionó, nos mandaron en otro Bus que pasaba al momento y allí, como sardina en latas, nos metimos a empujones, como pudimos, con la esperanza de llegar…
La única interpretación posible sobre esta problemática, que se le presenta a un gran número de venezolanos, que necesitan trasladarse a diferentes sitios, por causas diversas, es que estamos en una situación de indefensión, no hay dónde acudir para solicitar solución a problemas de este tipo.
No hay dónde acudir para plantear que si no reparan las carreteras, muchas vidas corren peligro. No hay a quien decirle, que como usuarios, que pagamos por un servicicio, esperamos que éste sea eficiente, no hay como decir que se necesita unidades de transporte en buenas condiciones, No hay a quién decirle que sin combustible el país se paraliza… 
Otro aspecto que me llamó la atención y que observé con detenimiento y tristeza a la vez, fue el bajo nivel comunicacional de los funcionarios militares que atienden en el Puente Rafael Urdaneta: No saludan ni explican de qué se trata el procedimiento, te dicen en mal tono, que bajes tu equipaje y lo coloques en determinado sitio, que te pares detrás de la línea amarilla.
Después de una hora, sudando hasta el infinito, aparece un militar con unos perros, le dan unas instrucciones, que estos no ejecutan, y esos perros corren y corren por el lugar ladrando sin detenerse ante los equipajes. Por lo que se lee en los uniformes de los militares, se interpreta que es un operativo anti-drogas.
Si te  diriges a un militar y le formulas una pregunta, éste no te responde, ni siquiera te observa el rostro. Después de tanto rato en la espera del supuesto procedimiento, hacen una seña, con el dedo, indicando que nos embarquemos en el Bus. ¿Qué se hizo la educación y la formación profesional en este país? ¿Dónde está el entrenamiento sobre relaciones humanas, que debe recibir todo aquel que trabaja con personas? ¿Adónde se fue mi país, que no lo encontré en el camino, en esa cantidad de kilómetros recorridos? No lo sé!
NAM/Carmen Rosa Blanco/Educadora

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