miércoles 11 de septiembre de 2024

#OPINIÓN || Sorpresas del captagón || Domingo A. Rangel

Hay indumentarias que con el tiempo vuelven a estar de moda y así, merced a quienes equipan a los “comanditos”, una droga vuelve a mencionarse en Venezuela.

Es el captagón que estuvo de moda entre los universitarios de hace medio siglo, y me refiero a los que a última hora nos metíamos a estudiar en una plaza o estacionamiento de centro comercial, donde teníamos garantizada la luz día y noche, y en la víspera de los exámenes repasábamos todo el año o semestre.

Eso sí y aclaro dos puntos: uno, que en ese entonces la venta de lo que ahora llaman sicotrópicos era libre, sin récipe y los vendían en casi todas las farmacias que tampoco eran cadenas, y dos, que no se pretendían dar golpes de Estado con esas pastillitas.

Solo se requería “algo” que permitiera pasar la madrugada presuntamente estudiando, lo que no se hizo en el período, para pasar el examen.

Y ese “algo” eran drogas como el captagón, el ritalin y la estelamina.

Ninguno de los que entonces comprábamos libremente esas pastillas pretendíamos derribar siquiera al decano o linchar al profesor de Análisis Matemático y tampoco recuerdo que se usaran el resto del año o semestre porque después de esas noches bajo un farol volvíamos dormir todos los días.

Y no se consideraba delito usarlas: a ese respecto comparto con los lectores un suceso que aún recuerdan los viejos de la Ucab.

Era rector el bien recordado padre Pío Bello, quien me daba clases de religión en el colegio cuando ante mis preguntas descreídas –ojo, soy católico– solía botarme de clases para luego salir él, el hermano profesor, a convencerme de que debía regresar al salón, a lo cual siempre me negaba en principio y así se cimentó una amistad que pocos entenderían toda vez que mi maestrillo de religión era primo hermano de Rómulo Betancourt y mi padre estaba preso en ese Gobierno.

Bien: en la Ucab después de las primeras protestas, en las cuales estuve involucrado, quedó para el anecdotario un diálogo de horas entre el padre Pío Bello y yo.

Mis compañeros de la protesta que esperaban que mi encuentro con el rector sería un debate, pensaban que discutíamos sobre las reformas, pero no, la conversación se fue a las presiones que los apellidos de entonces le hacían al amigo y entre captagones y ritalines consumimos horas de buena charla.

NAM/Domingo A. Rangel/Últimas Noticias

Síguenos en nuestras redes sociales para que tengas toda la ¡INFORMACIÓN AL INSTANTE!

Visita nuestro sitio web:
https://noticiaalminuto.com/

Twitter:
https://noticiaalminuto.com/twitter

Instagram:
https://noticiaalminuto.com/instagram

Telegram:
https://noticiaalminuto.com/telegram

Grupo de WhatsApp:
https://noticiaalminuto.com/whatsapp