viernes 26 de abril de 2024

#Opinión Se ve en las caras… (Gervis Medina)

Escuchando el tema de Rubén Blades, me encontré con el vocablo “Miseria”, al consultar el diccionario lo define como: desgracia o infortunio. Este término es aplicable a la extrema pobreza, que otorga a quien la padece la calidad de Miserable;  también aplica a la carencia absoluta de otras cosas, distintas a los medios económicos, como cuando se dice eso es parte de la miseria humana, alegando falta de valores como la falta de afectos, generosidad, o de caridad de alguien.

La miseria material es indigna a la condición humana, y es función del Estado tratar que sus habitantes vivan en condiciones que los alejen de ella, procurándoles Educación y Trabajo (ausentes en la actualidad por el racionamiento eléctrico), dos herramientas fundamentales para combatir este flagelo, que tiende a repetirse en forma generacional.

Esa dinámica que es contraria a los valores más auténticos de la cultura venezolana, como la hospitalidad, solidaridad, fraternidad; está surgiendo y cambiando  al vivismo, el pago de peaje, especulación, las vacunas, corrupción; todas esas dinámicas relacionales mafiosas que están haciendo un deterioro grande  a la conducta del venezolano, a lo que se le llama daño antropológico; ante una situación de sobrevivencia (el hombre, es el lobo del hombre), pues a veces, ante tal es la encrucijada que se encuentra la gente, que muchos al no tener una interioridad o valores bien asentados, bien cimentados y convicciones sociales, morales, pues fácilmente se van por malos caminos  y caen en la tentación de la dinámica perversa.

La crisis Política, Económica y Financiera vivida en los últimos años en nuestro país, remite a una crisis más profunda que ha transcendido los valores, la moral y ética del venezolano; se trata de una crisis Antropológica. Pues me refiero a los aspectos más profundos de la vida en sociedad; puede resumirse en factores tales como: la negación de la primacía del ser humano, convertido en un mero objeto del consumo, el distanciamiento entre el hombre y Dios, las ideologías materialistas y hedonistas han propuesto unas visiones reductivas haciéndonos creer que la felicidad se podía conseguir a través de la acumulación de bienes, que la libertad consistía en la satisfacción de todos los deseos, y que la vida en sociedad podía resultar de la conjugación de todos los intereses privados.

La sociedad debe ser organizada de tal modo que esté siempre al servicio del hombre y no al revés. El hombre es un ser social por naturaleza que se realiza en primer lugar en la familia. Rechacemos el individualismo que aísla a las personas, unas en relación con otras. Cada persona es un fin en sí misma, abierta al amor infinito de Dios, y nunca debe ser tratada como un objeto manipulable sujeta a los intereses de los más poderosos; como Cristianos debemos estar dispuestos a colaborar con todos los hombres de buena voluntad de cara a una sociedad más justa y más humana.

¿Por qué la crisis actual transciende a una crisis de humanidad? Porque subyace en ella un concepto empobrecido de ser humano que sólo considera una parte de él, su parte de ego. El ser humano está habitado por dos fuerzas cósmicas: una de autoafirmación, sin la cual desaparece; en ella predomina el ego y la competición. La segunda es de integración en un todo mayor, sin el cual también desaparece. En ella prevalece el nosotros y la cooperación. La vida sólo se desarrolla saludablemente en la medida en que se equilibra el ego con el nosotros, la competición con la cooperación.

 Dando rienda suelta a la competición del ego, anulando la cooperación, nacen las distorsiones que presenciamos y que han llevado a la crisis actual. Por el contrario, dando espacio sólo al nosotros sin el ego se generó un socialismo despersonalizante del siglo XXI, y la ruina que provocó. Errores de esta gravedad, en las condiciones actuales de interdependencia de todos con todos, nos pueden liquidar. Como nunca antes tenemos que orientarnos por un concepto adecuado e integrador del ser humano, por un lado individual-personal, con derechos, y por otro social-comunitario, con límites y deberes. De no ser así, seguiremos viendo en nuestras caras “la miseria humana”.

@gervisdmedina