Millones de reproducciones, cientos de miles de likes, decenas de miles de comentarios, y el logro de la viralización de sus contenidos, son la carta de presentación de un conjunto de personajes que han tomado el espacio ofrecido por Youtube y las redes sociales.
Concebidas como una forma accesible de llegar a la fama, Youtube y las redes son el escenario de una cruenta guerra de contenidos donde destacan los más audaces, raros, emotivos, vanidosos, chistosos, violentos, groseros, soeces, en fin, una montaña rusa de emociones que no necesariamente son sanas para sus consumidores.
Para parecer más llamativos, logran acelerar artificialmente sus discursos, con una edición de audio y video enfocada en recortar cada uno de los espacios naturales que existen entre una frase y la otra. Las consecuencias están en pleno desarrollo, porque las nuevas generaciones se están acostumbrando al ritmo de conversación de estas figuras de las redes que se caracteriza por su atropellada rapidez postproducida.
Con excepciones muy precisas, la mayoría de los influencers son unos improvisados, es demasiado notable que sus conocimientos dependen de lo primero que consiguen en google, no existe ninguna rigurosidad de investigación y contraste de fuentes en temas muy delicados que terminan teniendo un tratamiento desatinado, frívolo, deformador de la realidad.
Otro aspecto grave está relacionado con lo vulnerables que son estas celebridades frente a los patrocinantes, quienes terminan siendo su principal fuente económica. Si los anunciantes han impuesto sus intereses a los grandes medios, imaginen ustedes lo que sucede con estos individuos aislados.
Siendo los influencers un fenómeno de las últimas décadas, el impacto que tendrán en la salud física y mental de las nuevas generaciones podría ser sustancial, lo que implica que nuestros niños y jóvenes podrían crecer aceptando todas las anormalidades que se manifiestan en las redes.
Recientemente un tiktoker mexicano de nombre Nahum Macho denunció que fue contactado por otro influencer para formar parte de una campaña contra Maduro, le ofrecieron mucho dinero, mientras más vistas, más dinero ganaría, lo que explica el desbocamiento de diversas “figuras” de las redes en torno a la situación en Venezuela, no hay casualidades, la espontaneidad ha muerto, las formas de control sobre las nuevas generaciones cada vez son más íntimas, toca repensar en qué creer o ser uno más del montón.
NAM/Harim Rodríguez D’Santiago
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