jueves 25 de abril de 2024

#OPINIÓN Pasiones desatadas (Maryclen Stelling)

En la coyuntura  política actual,  el apagón indudablemente constituye uno de los más  importantes hitos de los últimos tiempos, afectando fuertemente la subjetividad personal y colectiva, en tanto fuerzas motrices del  propio accionar político.  

A pesar de la urgente necesidad de diálogo y consenso,  se imponen los antagonismos y las confrontaciones, inherentes  a la emocionalidad  que subyace a una supuesta “racionalidad” política. Lugar desde donde  se articulan  dimensiones simbólicas, emocionales y prácticas.

Trama subjetiva que nos define e identifica; nos impulsa a actuar y nos relaciona con el “otro”, concebido en términos morales y no políticos,  percibido, además, como un enemigo en vez de un adversario. En casos extremos nos sentimos  condenados  a un destino al que no podemos escapar y, por tanto,  lo asumimos con resignación e indiferencia.

En buena parte de la población venezolana se han instalado y fortalecido pasiones de odio, muerte y destrucción.    Poderosa emocionalidad que  ha invadido todas las esferas de la vida, ante la pasividad individual, social y cultural.  En los discursos, narrativas y en el propio accionar político confluyen y se confrontan crisis, emociones y sentimientos en desmedro de la  razón.  Papel primordial juega el poder transmedia, suerte de “maquina discursiva”, que intencionalmente  alimenta tal subjetividad política.

Detrás de una supuesta racionalidad, subyace una potente subjetividad que desata lo que se denominan  “pasiones tristes”: el miedo, el dolor, la insolidaridad, el odio, la envidia, el resentimiento, la venganza, la crueldad y la muerte.  Desde esa plataforma subjetiva, lanza Guaidó su arenga sobre el costo político de la transición,  cuando, enfático, afirma “para nosotros no es costo (…) es inversión en futuro”.

Y, apelando  a las pasiones tristes, remata con una suerte de amenaza: “estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario por la libertad (…) No hay miedo”.

No hay que desmeritar entonces el papel de las sensibilidades, sentimientos, afectividad  y pasiones desatadas, que sin duda conducen a la profundización del antagonismo y la confrontación.  

En ese contexto, ¿Cómo derrotar la lógica de la guerra? ¿Cómo apartarnos de las prácticas violentas de representación y participación?  ¿Cómo reconstruir el tejido social?  ¿Cómo abrirse a nuevas miradas sobre la convivencia, el dialogo, la concertación?

NAM/Maryclen Stelling/@maryclens