I
Venía de Lagomar y de Los Tropicales del Éxito, también había pasado por Santanita aquel zuliano de La Covacha.
Eran los dias de Don Pancho, en La Coromoto, el sitio estelar para la gaita donde hizo vibrar al público El Padre Vílchez con sus Zagalines, alternando con Cardenales del Éxito cuyo uniforme vistió aquel alegre solista.
Años de oro para la gaita, esos 70. Eran también los días de La Nuez, célebre cervecería, nido de los pájaros rojos, donde, una travesura de Antonio Aguillón, el insigne charrasquero que con la baqueta metálica hizo percutir la tumbadora (la de Guaco, que había tocado la noche anterior y guardaba allí los instrumentos para la actuación de ese día) provocaría que Renato marcara el tono con su cuatro, dándole forma y fuerza entusiasta a aquella creación de Euripides Romero que consagraría al notable cantor de la gaita navideña.
«Una gaita aquí, una gaita allá, así es nuestra Navidad»
Después, Fascinante Venezuela y un largo periplo de éxitos. El hombre en los escenarios, su tiempo, su momento de fulgurar como una gran estrella, inextinguible. Universidad de la gaita, Gaiteros de Pillopo, en distinguida tríada con Astolfo y con Daniel. Gran Coquivacoa, VHG, Iluminación, Happy Gaita…
II
Ocurrente,en el momento oportuno soltaba la expresión certera. Recuerdo aquel año 1986, excelente temporada, 4 gaitas se disputaban la cima; El Burro y Ceuta ( Cardenales) Las Cabras ( Neguito y Gran Coquivacoa) y Los Remedios ( Gaiteros de Pillopo) cuando, en la fonoplatea de los éxitos de Radio Popular, donde yo hacía el programa La Gaita en Dos Generaciones, Astofo Romero dijo, fuera del aire, jocosamente «Cabra que se cansa, burro que la alcanza». Entonces el singular personaje ripostó, con su carcajada sonora » pero si se enferman y no hay remedios ni el veterinario mas arrecho los salva «.
Recuerdo aquel programa «Regionalísimo» en Canal 11 del Zulia, donde habló de su pasión gallística, describiendo los tipos, el malatobo, el cañamao, el cenizo, el canagüey… (eso me transportó a mi niñez Sanfranciscana, esos días de Nectario Urdaneta y Heberto «Royal», abuelo y tío materno, topando y preparando espuelas, en el traspatio de la casa 22-132). Fue un diálogo muy cordial, causando hilaridad sus respuestas.
— Y el gallo pataruco? Pregunté
— Ese se huye al primer picotazo
— Y el marote?
-Bueno, ese no sirve ni pa la olleta, jajaja, porque es más tieso que el ciruyo (Su risa sonora contagió al auditorio)
Una vez, en Caicara del Orinoco, en visita vacacional junto a Yorman, Argenis Sánchez y Daniel Méndez, llevó un par de gallos, bien preparados para la pelea.
Pero su primer ejemplar de combate tuvo un raro trance ( «algo me le echaron», dijo) y no atinó a pegar, siendo derrotado mortalmente. Y aquel hombre saltó al ruedo, lo tomó en sus manos tratando de reanimarlo, dándole aliento en su pico, sin lograrlo. Y lo abrazó, con llanto, como a un ser muy amado…
III
La Basílica: ¡que momentos!
En muchos escenarios, tantas veces lo presenté. En el Fórum de Valencia, en Caracas, innumerables veces en Sábado Gaitero, en Maracaibo.
Los momentos vividos en el frente de la casa de la Chiquinquirá, tienen un halo especial. Aquel 1988, Bicentenario del General Rafael Urdaneta, en pleno San Juan de Dios, miles de almas, cantaste con Cardenales el homenaje a Billo, de una hermosa composición de Ricardo Portillo y Simón García, la estrofa que no se grabó en el disco…
«Maestro de Maestros/ A tu paso triunfal/ Tu gloria eternizaste/ Te hiciste universal…»
La basílica, cómo no recordar aquella despedida al Parroquiano, cuando en abrazo fraterno, doloroso, mojaste mi hombro con varias lágrimas…
Y el episodio que me refirió conmovido mi hijo Ramón Alí y me ha relatado Valeria Valencia, de la mujer de a pie, de tez morena, que llegó a las exequias pidiendo permiso para entrar…
-Si, claro que puede. De donde viene, señora?
-Yo vengo del pueblo. Yo soy el pueblo y en su nombre vengo a hacer guardia de honor.
Y esa madrugada, ya para amanecer, luna y luceros se acurrucaron en nubes de agua, preludio de santa llovizna… Y un torrencial set de gaitas y aplausos se desprendió del pueblo, de tu querido conjunto devocional, Los Chiquinquireños.
Y te hiciste tierra y cosmos, inmortal ser de la venezolanidad, desde el Zulia que amaste. Y que te ama y te reza cantando. Y te celebrará, como hoy, que viniste al mundo aquí
Los dolores no se van, solo se mitigan; con el tiempo, se transforman en recuerdo de lo bonito. Igual que la risa, que la alegría, no se van. Pues eso serás, entidad de luz y alegría !
¿Quien dijo que te fuiste? Si aquí estás, convertido en gaita! Celebro tus 74, Danelo!
NAM/Ramón Soto Urdaneta
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