martes 7 de mayo de 2024

#OPINIÓN || «Manrique y Padilla toman la palabra a propósito del Bicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo» || Ligia Berbesí

Un debate reflexivo y crítico de nuestra gesta libertaria, apunta y nos compromete con el hacer y el quehacer de un colectivo militante que ha hecho y hace de la historia “condición de vida”. Así, una historia para la liberación debe superar la negación y el ocultamiento de la participación de muchas y muchos, vencidos, vencedores, mujeres, que hoy reclaman su derecho a ser incluidos y valorados como constructores de patria.

En esta ocasión bicentenaria la Batalla de Maracaibo se nos presenta como un reto y una oportunidad para hacer inteligible la historia y así superar los vacíos e interpretaciones tendenciosas que hasta ahora han prevalecido en el aprendizaje y enseñanza de una historia mítica, anecdótica, acontecimental, maniquea e individualista.

Hoy, desde la revaloración y reinterpretación de la historia de los pueblos urge dar la palabra al colectivo de excluidos, invisibilizados y silenciados. En el caso de la Batalla Naval de Maracaibo es necesario valorar sus significados y alcances en el contexto de la construcción de la unidad e integración de los pueblos de la América latina y caribeña.

Se impone valorar en su justa dimensión a hombres como Manuel Manrique, José Padilla, Pedro Lucas Urribarrí, Felipe Baptista, José Cenobio Urribarrí, Tomas Vega, Renato Beluche y NicolásYoli, entre otros. Todos no solo forman parte de los “sin historia”; también, de la negación y del olvido de ese amplio universo de hombres y mujeres que intencionalmente o no, a pesar de su compromiso militante con la liberación de la patria y salir victoriosos en la gesta lacustre del 24 de julio de 1823, han estado ocultos en una historia oficial legitimada en programas, libros y textos para aprender y enseñar historia.

Es hora de darles voz, que tomen la palabra y ocupen el sitial que merecen como constructores de patria.
También, es fundamental considerar a Francisco Tomas Morales y Ángel Laborde entre otros; comandantes de la escuadra realista vencidos en Maracaibo; en consecuencia, silenciados y expulsados por la historia.

No hacerlo es negarle autenticidad a la gesta lacustre que sella definitivamente la independencia de Venezuela, garantiza la victoria en la campaña del Sur y consolida la liberación de la Patria Grande.
En este deliberar nuestra atención se centra y devela el compromiso militante que asumieron con la causa libertaria José Padilla y Manuel Manrique.

El primero, comandante general de la escuadra republicana en aguas lacustres; el segundo, comandante del ejército en tierra. Padilla distinguido como Almirante, luego de su categórico triunfo en Maracaibo; neogranadino, natural de Riohacha desde muy joven sirvió como marinero al ejército realista y participa en 1805 en la batalla de trafalgar. Su vocación libertaria la manifiesta desde 1812, un año después conoce al libertador Simón Bolívar y en adelante sigue su derrotero emancipatorio.

Con el aval de luchador aguerrido, comprometido e incansable el libertador le hace responsable de las operaciones lacustres sobre Maracaibo en 1823, como comandante de las fuerzas republicanas.

El 24 de julio de 1823, resulta victorioso luego del intenso combate en aguas lacustres, logrando derrotar al Capitán de navío Ángel Laborde y al Mariscal de campo Francisco Tomas Morales, Comandante de la poderosa escuadra realista. Ya desde 1826 a Padilla se le acusaba de conspirador y de traición a Bolívar, lo que le ocasiono la prisión, todo indica que la noche del 25 de septiembre de 1828, cuando se produce el atentado de mayor envergadura contra el libertador, Presidente de Colombia fue liberado por sus cómplices y se incorpora a la sedición.

Es detenido y luego de un controversial juicio por conspirador el tribunal de la causa lo declara culpable y el día 02 de octubre de 1828 se ejecuta la sentencia y fue fusilado en la Plaza Mayor de Bogotá, capital de la República de Colombia.

A solo dos meses de estos acontecimientos, el 16 de noviembre de 1828 Bolívar, manifestó en comunicación escrita a Briceño Méndez, su secretario y al General Páez su arrepentimiento por haber conmutado la pena de muerte a Santander y por el fusilamiento del general Padilla. Su participación en esta conspiración le ha hecho víctima del “olvido y la desmemoria”; de ahí que hoy se reclama por su visibilizarían e inclusión.

El general San Carleño, Manuel Antonio Manrique Villegas, a pesar de su destacada actuación y de ser parte de los vencedores en Maracaibo, también ha corrido la misma suerte. Víctima del silencio y olvido no forma parte de los “hacedores de historia”. Hoy, desde la historia insurgente se reclama su inclusión y toma la palabra.

Su activa y eficiente participación en más de 10 años al servicio de la causa republicana son credenciales de mérito suficiente para que el propio Ejecutivo, le confiara a Manuel Manrique la plaza de Maracaibo en momentos en que esta había sido retomada por las tropas del realismo hispano en septiembre de 1822. Para garantizar su recuperación Manrique es nombrado el 29 de enero de 1823, Intendente y comandante General del Departamento del Zulia, jurisdicción político-territorial integrada por las provincias de Coro, Trujillo, Mérida y Maracaibo.

Manrique desde su cuartel general en los Puertos de Altagracia planifica la ocupación de Maracaibo, efectivamente el 16 de junio de 1823 con la tropa que contaba, un aproximado de 700 hombres, toma la ciudad por el Sur, en el conocido sitio del Puente del Manglar, hoy Puente España con victoria para Manrique y su tropa.

Este triunfo permite a Manrique y su tropa abastecerse de armamento, municiones y elementos de guerra, gran cantidad de ropa y alimentos, además se apoderaron de la imprenta en la que se publicaba El Posta Español, periódico al servicio del realismo hispano. Manrique en comunicación dirigida al Secretario de Estado y del Despacho de Guerra, le manifiesta “…se ha ocupado una plaza que creía inexpugnable; han quedado en nuestro poder todas las embarcaciones menores que había en el Puerto, la artillería y un copioso parque de municiones, la bandera Nacional que hice arriar, los talleres con más de mil vestuarios y con cien reses mayores”.

Esta actuación de Manrique y su tropa permitió fortalecer la escuadra que días después se enfrentaría al ejército español en aguas del lago de Maracaibo.

El triunfo de la escuadra colombiana el 24 de Julio de 1823 en aguas lacustres, y la consecuente firma del Tratado de Capitulación por parte del Comandante realista Francisco Tomas Morales el 03 de agosto de 1823 y, ratificado por Manrique y Padilla el 04 de agosto en su cartel general en los Puertos de Altagracia, significa que había llegado la hora de la Patria.

Con este triunfo se sella definitivamente la liberación de Venezuela y se garantiza la liberación del Sur. Manrique consciente de su aporte, sabía que había que continuar en la lucha. Sin embargo, fallece en la ciudad de Maracaibo el 30 de noviembre de 1823, apenas a cuatro meses del triunfo de la Batalla Naval de Maracaibo. El parte de su fallecimiento destaca “Ha fallecido Manuel Manrique, de los Libertadores de Venezuela y de Cundinamarca condecorado con los Escudos de Bocachica, Victoria, Valencia y Carabobo. Ayudante Mayor del Estado Mayor General Libertador, General de Brigada de los Ejércitos de la República de Colombia, Jefe de la Primera Brigada de la Guardia e Intendente del Zulia…”

Manrique fue sepultado en la Iglesia Matriz, dentro, con entierro cantado con la mayor solemnidad, tuvo doble mayor, pozas e incensarios, vigilia y misa de cuerpo presente. Aun hoy se desconocen las causas de su fallecimiento.

Hoy, nuestro compromiso es avanzar en su visibilización e inclusión y con el reivindicar a un colectivo digno de ser “historiado”. Hoy recordamos que en lago de Maracaibo nació el nombre de Venezuela y también se consolida su liberación.

No en vano el poeta zuliano Udón Pérez plasmo en una de las estrofas de nuestro himno regional el aporte de los zulianos a las campanas libertarias: “En la defensa olímpica/de los nativos fueros, /tus hijos sus aceros/llevaron al confín;/ciñendo lauros múltiples/los viste con arrobo, /del lago a Carabobo, /del Ávila a Junín;/y en Tarqui y Ayacucho/vibraron su clarín”.

NAM/Ligia Berbesí/Historiadora

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