viernes 29 de marzo de 2024

#OPINIÓN Lo electoral, lo político, lo económico, el país…(PIERO TREPICCIONE)

Venezuela a partir de la semana pasada se ha vuelto una bailarina que danza simultáneamente varios ritmos. Con el anuncio de la designación del nuevo CNE y las primeras decisiones tomadas por los rectores, la dinámica electoral se ha reactivado. Presentándose ésta en una especie de rebelión de las bases y los liderazgos medios de los partidos, que ahora buscan captar la atención de la población por encima de los lineamientos establecidos por la dirigencia opositora. Estamos en presencia de un vendaval que se pudiera convertir en avalancha siempre y cuando se oriente con fervor y conexión emotiva.

En paralelo hay un renacer del ritmo de la política. Las conversaciones abiertas y encubiertas están apareciendo por doquier. Los mensajes a García y los comunicados entre líneas han inundado los portales informativos y las redes sociales, durante las últimas horas. De repente, la parálisis del juego trancado se ha desvanecido y todo se mueve con la reaparición del ejercicio de la política, para la construcción de consensos y el procesamiento de las diferencias. Los principales actores se mueven, ahora, desde el terreno de la desconfianza mutua hacia la construcción de puentes que impulsen rutas de solución. Es un momento político absolutamente diferente al de hace apenas unas semanas atrás y que venía desde hace, al menos, un par de años. ¿Quién, quiénes o qué ha obrado el milagro? ¿Habrá sido el beato José Gregorio? Aún no lo sabemos.

Lo económico sigue apretando. El ritmo de devaluación golpea fuertemente a los sectores más vulnerables de la sociedad. El empobrecimiento generalizado de la población es un drama cotidiano que sigue impulsando la migración. No ha habido manera de detener la hiperinflación ni la constante variación del tipo de cambio. No ha habido manera de dignificar el salario real de los venezolanos que hoy en día se multiplican en sus destrezas, para poder medianamente equilibrar sus gastos. Lo económico protagoniza la existencia de la gente en un marco absolutamente negativo y tiene una incidencia en su punto de vista de los actores políticos.

Venezuela a partir de la semana pasada se ha vuelto una bailarina que danza simultáneamente varios ritmos. Con el anuncio de la designación del nuevo CNE y las primeras decisiones tomadas por los rectores, la dinámica electoral se ha reactivado. Presentándose ésta en una especie de rebelión de las bases y los liderazgos medios de los partidos, que ahora buscan captar la atención de la población por encima de los lineamientos establecidos por la dirigencia opositora. Estamos en presencia de un vendaval que se pudiera convertir en avalancha siempre y cuando se oriente con fervor y conexión emotiva.

En paralelo hay un renacer del ritmo de la política. Las conversaciones abiertas y encubiertas están apareciendo por doquier. Los mensajes a García y los comunicados entre líneas han inundado los portales informativos y las redes sociales, durante las últimas horas. De repente, la parálisis del juego trancado se ha desvanecido y todo se mueve con la reaparición del ejercicio de la política, para la construcción de consensos y el procesamiento de las diferencias. Los principales actores se mueven, ahora, desde el terreno de la desconfianza mutua hacia la construcción de puentes que impulsen rutas de solución. Es un momento político absolutamente diferente al de hace apenas unas semanas atrás y que venía desde hace, al menos, un par de años. ¿Quién, quiénes o qué ha obrado el milagro? ¿Habrá sido el beato José Gregorio? Aún no lo sabemos.

Lo económico sigue apretando. El ritmo de devaluación golpea fuertemente a los sectores más vulnerables de la sociedad. El empobrecimiento generalizado de la población es un drama cotidiano que sigue impulsando la migración. No ha habido manera de detener la hiperinflación ni la constante variación del tipo de cambio. No ha habido manera de dignificar el salario real de los venezolanos que hoy en día se multiplican en sus destrezas, para poder medianamente equilibrar sus gastos. Lo económico protagoniza la existencia de la gente en un marco absolutamente negativo y tiene una incidencia en su punto de vista de los actores políticos.

El país lucía sin esperanza y detenido en una especie de umbral. La opinión pública se fue despolarizando paulatinamente y desconectándose con su dirigencia. Se agrupó en un nuevo centro político, que emocionalmente se despegó de sus líderes. En las últimas semanas y con las señales que se están presentando es posible que esta tendencia comience a moverse con mucha fuerza y se pliegue a las diferentes opciones electorales que se vayan presentando. No obstante, está por verse esa dinámica y esa nueva forma de dirigirse al país, con una narrativa innovadora y realmente aglutinadora. ¿Podrá reconcentrarse la población sobre la base de propuestas alternativas que generen credibilidad para el futuro cercano y lejano? Esto va a depender de múltiples factores sin duda. Pero lo más importante es que se está abriendo camino nuevamente. Decía Vaclav Havel, destacado político ganador del premio Nobel de la paz: “incluso un acto puramente moral que no tiene ninguna esperanza de un efecto político inmediato y visible, puede gradual e indirectamente, con el tiempo, ganando en importancia política”. Y esto, es lo que pudiera suceder en la Venezuela del 2021, que está siendo bombardeada por señales que algunos interpretan como inocuas, pero otros, como la reaparición de la posibilidad de superar con creces, el juego cerrado del conflicto político venezolano.

Barack Obama, ex presidente de EE. UU. decía “cuando los tiempos se ponen difíciles, no nos damos por vencidos, nos levantamos”. Desde la despolarización y el nuevo centro político -que se ha venido configurando soterradamente en los últimos meses- en Venezuela se está levantando una fuerza de transformación tan fuerte y resonante, que ha llegado hasta el liderazgo político del país que, en consecuencia, debe interpretarla. Las señales de los últimos días nos lo están revelando.