sábado 20 de abril de 2024

#OPINIÓN || La Convivencia Ciudadana: Un asunto de interés || Carmen Rosa Blanco

Para abordar este tema es necesario precisar qué se entiende por ciudadanía y cómo es que esta se adquiere. La convivencia se asocia y se relaciona con una humanidad capaz de convivir con sus diferencias y sus conflictos desde la práctica del respeto por los deberes y las obligaciones de todos.

Como ha dicho Adela Cortina (1999) el ciudadano que es capaz de reconocer al prójimo y al próximo, que aprecia la cultura ajena como una expresión (otra) de la humanidad; es aquel que está abierto a la comprensión de la sociedad desde sus derechos fundamentales reconocidos universalmente, esto es: el ciudadano cosmopolita, que puede convivir (vivir-con) solucionando conflictos y diferencias con mentalidad abierta.

Este concepto de convivencia nos remite a la construcción de la confianza que se forja en una educación comprensiva, en la que se sostiene la posibilidad de no caer en el abismo cuando el convivir se descuida, se desmorona y esto ocurre cuando no está el prójimo sino el próximo, aquel que tenemos al lado, pero con el cual no se comparte nada, solo esta allí ocupando un espacio de co-existencia, pero no de convivencia. Cuando co-existimos, no nos reconocemos como prójimos solo somos próximos.

Ciudadanía es potenciar las actitudes, los valores y las prácticas, que hacen de la persona un buen ciudadano. Es definir el conjunto de normas comunes, de virtudes y de actitudes esenciales para el buen funcionamiento de la convivencia.

Ahora bien, ¿es posible convivir sanamente? – pensemos en esto: ¿La ciudad es la misma para el habitante, para el forastero y para el cartógrafo? Diríamos que, para cada uno de estos sujetos, la ciudad tiene un significado diferente. Así, para el habitante es “mi ciudad”; para el forastero es el sitio donde debe vivir y trabajar durante algún tiempo; para el Cartógrafo es “un objeto de su ciencia”- la Cartografía- porque su interés está basado en el propósito de confeccionar el mapa.

Como puede verse en este ejemplo, tomado de Alfred Schütz, el mismo objeto -la ciudad- es considerado a distintos niveles de interés. Esto significa que “la ciudad” va más allá del mapa del Cartógrafo, del lugar donde resido y del sitio donde trabajo. Es un espacio humano que vive con nosotros y con los otros, con el próximo y con el prójimo. Es esta característica del convivir ejerciendo derechos y obligaciones, solidarizando y cooperando entre todos sobre asuntos de interés –entre otras cosas- lo que le da al ciudadano la ciudadanía.

Respondemos entonces, sí es posible convivir sanamente, por eso la necesidad de sembrar (para cultivar) la ciudadanía, para fomentar la convivencia y reconocernos como nosotros, los habitantes de este país, de esta comunidad, de esta localidad, para ocuparnos en crear las condiciones para la convivencia, la solidaridad, la ayuda mutua, el mejoramiento del ambiente, el cuido de los servicios públicos, de los espacios públicos, es decir de una vida cada vez más saludable para todos, para con-vivir y generar la verdadera comunidad, responsables de nuestras obligaciones.

Como puede interpretarse, la convivencia ciudadana es un asunto de interés, por tanto, debemos participar activamente, intervenir, opinar y compartir opinión cuando se trate del mejoramiento del medio ambiente físico, humano y social al cual pertenecemos, para transformarlo y humanizarlo.

Por todo lo anteriormente expresado podemos afirmar que la educación ciudadana es un elemento clave en la forja de la ciudadanía y de la convivencia. Una educación ciudadana nos permite reflexionar y argumentar sobre las diversas posturas y prácticas que obstaculicen el cumplimiento de los deberes y obligaciones ciudadanas, así como denunciar ante los organismos competentes la violación a las mismas con una actitud cívica y respetuosa.

La falta de una asertiva educación ciudadana nos conduce al odio, las humillaciones, los malentendidos y las divisiones entre los buenos y los malos y en general, a las prácticas sociales extremas.

Tomando en cuenta los deberes y responsabilidades de los ciudadanos ante una comunidad, puede decirse también que el ciudadano es un político, porque define, con sus semejantes, los asuntos relativos a la organización social que afectan directamente nuestras vidas. Es el ejercicio de una función de autogobierno, que solo es posible practicar si se está capacitado para ello con criterios éticos que sirvan de soporte a las decisiones que tengan que tomarse, tanto públicas como personales.

Finalmente podemos afirmar que el ejercicio de la ciudadanía tiene un carácter democrático y está directamente vinculada a la educación. Son diversos los medios con capacidad de educar al ciudadano: la familia, la escuela, los medios de comunicación, las instituciones en general, los partidos políticos. Las instituciones religiosas. La educación ciudadana y el ejercicio de la ciudadanía para la sana convivencia Es un asunto de interés y una tarea de todos.

Dra. Carmen Rosa Blanco.

Profesora emérita de la Universidad del Zulia.

[email protected]

NAM/Dra. Carmen Rosa Blanco

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