Se ha dado un tiempo de guerra sin descanso desde Irak 1991 hasta nuestros días, para significar que no se acaba y que vivimos en guerra. Luego de aquel Seminario en la Universidad de Barcelona en el año 2005, que trató el tema de la guerra, Roberto Bergalli e Iñaki Rivera Beiras señalan que quedó en la opinión de muchos sectores de Europa que la guerra “siempre es inmoral y que siempre no sólo sus efectos son perversos, también son malévolas sus intenciones”. No se extrañen, entonces, de estos personajes guerreristas y cínicos como Trump y esa intención encubierta con que dicen las cosas, no para defender la democracia, sino para su beneficio personal, perjudicando a países como el nuestro, poseedor de grandes yacimientos de hidrocarburos y otros recursos naturales que ellos ambicionan; pero Venezuela no se doblega ante las dificultades y mucho menos ante los intereses de Trump ni de gobierno alguno de EEUU. El petróleo y el gas siguen siendo recursos energéticos que persiguen por indispensables y básicos; por supuesto, la política criminal de la guerra es la manera de razonar que ellos tienen para alcanzar ese objetivo, haciendo la guerra e invadiendo países. Anteayer, precisamente, el papa Francisco le decía a la ONU que para construir la paz es necesario salir de la lógica de la legitimidad de la guerra.
Los venezolanos seguimos siendo víctimas potenciales de una invasión, de una guerra, por ser el país que tiene la primera reserva de petróleo en el mundo. No podemos ser incautos. Fíjense lo que dijo Trump: “cuando me fui, Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo”. Algo similar lo expresó en el caso de Libia: “entonces, bombardeamos, bombardeamos y bombardeamos. Ganamos la guerra. Debemos apoderarnos del petróleo”.
Lo más triste de todo esto es que hay venezolanos que han pedido la intervención de esos guerreristas yanquis en nuestro territorio y creen que todo será breve, pero no se les ocurre imaginar las consecuencias devastadoras de una intervención militar como en Irak, o que esa intervención se convierta en guerra prolongada y muerte permanente sin distingo de personas. A los ejecutores extranjeros eso poco les importa, porque la real y malévola intención de ellos es el petróleo como botín de guerra. ¿Se dan cuenta de lo que está insinuando Trump? La verdad está al descubierto.
NAM/Beltrán Haddad/Últimas Noticias
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