Comenzando la Cuaresma –tiempo especial para la reflexión y renovación interior- celebramos el Día Internacional de la Mujer. Resulta el contexto adecuado para el reconocimiento de la energía femenina generadora de milagros en el día a día de nuestra existencia como humanos.
Fue una mujer, la propia madre de Jesucristo, quien, compadecida por las tribulaciones de una pareja de novios y familiares ante las carencias materiales en la boda, provocó el primer milagro público de su hijo, antes del tiempo en que Él lo tenía previsto. La escena de las bodas de Canaán son un epítome del poder persuasivo del amor de la mujer para proteger, hacer crecer, y lograr transformaciones.
Hoy, esta celebración mundial –que este año la ONU conecta con la participación femenina en la lucha por el ambiente- rinde homenaje a la esencia femenina creadora, protectora, amorosa y brillante que, con sabiduría nacida desde el corazón, ha construido la historia cotidiana y también la extraordinaria de la humanidad.
Especial tributo merecen las mujeres venezolanas que han sobrellevado este período particularmente difícil de nuestra Patria, con entereza y ternura. La revolución bolivariana ha logrado trascendentes avances en el reconocimiento del protagonismo histórico y de los derechos de la mujer, consagrados ahora en una política integral para la igualdad de género.
Le debemos a Hugo Chávez, sin lugar a dudas, este cambio de raíz, que trasciende lo declarativo y lo emocional, para consolidarse en todo un conjunto de instrumentos legales e instancias organizativas las políticas para la equidad de género. El propio Chávez se declaraba feminista, al resaltar el rol de la población femenina no sólo en la gesta independentista latinoamericana, sino en el momento actual de construcción de una sociedad de justicia y prosperidad para todos.
Logros precisos son la creación del Instituto Nacional de la Mujer (1999) e instrumentos legales como la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, Ley para la Protección de las Familias, la Maternidad y la Paternidad y la Ley de Igualdad de Oportunidades para la Mujer; la creación del Banco de la Mujer, del Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, el programa Parto Humanizado y la Misión Madres del Barrio, destinada a reconocer el trabajo hogareño, como actividad económica que crea valor agregado y bienestar social.
Desde el Zulia, destaca la iniciativa y fuerza de la mujer indígena en los logros para alcanzar justicia y equidad de una población que había sido doblemente marginada: por mujer y por sus raíces étnicas.
Junto al rol protagónico, ampliamente visible, de las venezolanas al frente de ministerios y otras dependencias de gobierno, rindámosle honores al trabajo cotidiano, incansable, amoroso, sabio, fuerte y sutil a un tiempo, anónimo pero multiplicado por miles, de las mujeres que, en cada hogar, en su trabajo productivo y en la vida colectiva, desarrollan desde cada amanecer, por sus hijos, por su familia, por su comunidad y por la patria.
NAM/Opinión/Fancisco J. Arias Cárdenas
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