viernes 26 de abril de 2024

#OPINIÓN En quienes creen los venezolanos (Jesús Castillo Molleda)

La descomposición social que vive la sociedad venezolana pulverizó la credibilidad de la dirigencia política y religiosa. Los ciudadanos repudian a la clase política que gobierna y a la clase política que se le opone por considerar que ambas solo piensan en el poder como un mecanismo de bienestar individual y no de bienestar colectivo. El pasado 31 de marzo de 2018 se cumplió un año de las declaraciones emitidas por la exfiscal Luisa Ortega sobre la ruptura del hilo constitucional que motivaron a la dirigencia política de la debilitada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) a iniciar una escala de conflictos de 4 meses para exigirle al gobierno del presidente Nicolás Maduro la renuncia o la convocatoria de elecciones generales, estas protestas se extendieron hasta el 30 de julio del año 2017 con un saldo de 135 personas fallecidas, quienes fueron víctimas de una brutal represión por organismos de seguridad del Estado, grupos civiles armados y la incompetencia de una clase política incapaz de resolver los grandes problemas.

Ahora, un año después, la situación del país es profundamente peor, la calidad de vida de los ciudadanos es un submarino con hueco pues se hunde cada segundo debido a la incapacidad del gobierno de proporcionar desarrollo, productividad, libre mercado, confianza, destacando que lo único que hace el gobierno es espantar la inversión nacional y extranjera con anuncios económicos carentes de motivación y soluciones, un ejemplo es el Petro que no lo entiende ni cree el 90% de la población y con el anuncio de quitarle de nuevo tres ceros a la moneda el gobierno solo certifica una inflación incalculable convirtiendo a Venezuela en el país líder en el mundo de inflación acumulada.

Sin embargo, la creencia del venezolano es firme a Dios, pero no así a los diferentes hombres y mujeres que comunican la palabra de Dios, la credibilidad de los mismos se está viendo afectada por sus inclinaciones políticas y aumento de riquezas, lo que los feligreses comparan con la clase política, dado a que ambas acumulan bienestar individual gracias a los aportes que dan sus feligreses. Cuando una sociedad deja de creer experimenta estados psicológicos de inestabilidad emocional que los lleva a justificar acciones indebidas bajo la excusa de la búsqueda de bienestar, produciendo así perdidas de valores, conflictos familiares, depresión, pérdida de fe, cambios de ánimos y conductas generando conflictos e insatisfacciones con el entorno.

En el caso particular de la clase política, para que esta recupere credibilidad debe iniciar una escalada de soluciones a los temas económicos que frenen la escala inflacionaria, generen inversión social, calidad de servicios públicos, seguridad, abastecimiento, la gente necesita una clase política seria, honesta, preparada y que sea capaz de reconocer sus errores. Los venezolanos no se quieren ir del país, sin embargo, la crisis económica del país los obliga a experimentar situaciones emigratorias que para muchos son humillantes por el tipo de activad económica que deben emprender para subsistir. El venezolano tiene mucho odio acumulado producto del conflicto político por lo que sanar esas heridas llevara mucho tiempo.

En manos de la sociedad está la posibilidad de lograr que el gobierno rectifique o sea cambiado, lo cierto es que no hay excusas para no rectificar, no es justo que el capricho de un sistema político fracasado esté desapareciendo a las diferentes clases sociales y asfixia al más necesitado (donde el pesimismo venció al optimismo). Venezuela merece ser curada de la epidemia de la ineficiencia, la alegría debe volver al rostro del venezolano pues el país lo tiene todo para lograrlo, recursos humanos, recursos naturales, infraestructura que solo necesita adecuaciones, el país debe vencer el pesimismo y enrumbarse en la ola de lo posible, quienes se empeñan en seguir hablando mal del país sin proponer soluciones  poco a poco van a hacer excluidos y una vez que reflexionen deben ser de nuevo incluidos porque para lograr empezar a creer hacen falta todos. Como lo dijo Martín Luther King “Al final, no recordamos las palabras de nuestros enemigos sino el silencio de nuestros amigos”.

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@castillomolleda

S.H. Jesús Castillo Molleda (Politólogo, Profesor, Emprendedor, Locutor)