Según dicen escogieron Los Ángeles por ser una ciudad multiétnica y pluricultural, porque allí vive la mayoría de la comunidad latina de Estados Unidos muestra lo mejor esa sociedad al mundo y en definitiva fomentará un entorno inclusivo.
Uno debe inferir de lo que dicen los convocantes a la cumbre que la ciudad es una maravilla por su diversidad cultural. “Se hablan en la ciudad más de 224 idiomas, y tiene una población que representa a 140 países”, pero sobre todo porque casi la mitad es de origen latinoamericano, además de su origen hispano y mexicano. Es decir, que las virtudes de la ciudad no son muy anglosajonas al decir de los anfitriones.
EEUU ordenó en 1994, en la primera cumbre, que en el 2005 debía ponerse en marcha el Tratado de libre comercio. La declaración dice: “Decidimos iniciar de inmediato el establecimiento del Área de Libre Comercio de las Américas en la que se eliminarán progresivamente las barreras al comercio y la inversión. Asimismo, resolvemos concluir las negociaciones del “Área de Libre Comercio de las Américas” a más tardar en 2005”.
El mandato imperial se frustró a pesar de los esfuerzos tanto del emperador como de sus súbditos en la IV Cumbre en noviembre del 2005, en Mar del Plata, Argentina. La propuesta de Mercosur más Venezuela fue que no se podían concluir ningunas negociaciones debido a las enormes disparidades económicas entre los países, especialmente entre la América del Norte y el resto del hemisferio.
En muy pocas ocasiones diplomáticas se da un debate como el de esa IV cumbre. Primera vez que, al menos yo, veo unos presidentes trabajando en una mesa, comparando proposiciones, haciendo enmiendas a un documento, tratando de redactar sobre la marcha, nada de dejarle eso a una comisión de expertos. Chávez tranquilo y seguro refirmó que allí había un disenso histórico, producto de las relaciones centro-periferia y que ni que estuvieran hasta diciembre discutiendo iban a alcanzar un acuerdo porque el “todavía las condiciones no estaban dadas” para ese libre comercio no era un asunto pasajero y superable a corto plazo, sino el producto del sistema estructural del capitalismo.
Es muy difícil que haya una cumbre tan buena como esa, sobre todo si los inclusivos anfitriones excluyen a quienes le ponen saoco. En todo caso el presidente Nicolás Maduro puede hacer como irónicamente hizo Bolívar con Morillo en 1820, agradecerle a Biden el título de presidente de Venezuela que le ha dado.
NAM/UN
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