viernes 26 de abril de 2024

#OPINIÓN «AGENDAS PÚBLICAS, EL DIVORCIO ENTRE EL ACTUAR DEL LIDERAZGO Y LAS POBLACIONES EN GENERAL SE HACE EVIDENTE (Piero Trepiccione)

“La agenda pública implica un proceso a través del cual determinados asuntos o problemas públicos se posicionan, adquieren un interés general, y son trasladados al nivel de la decisión gubernamental, mediante distintas estrategias y políticas públicas para su atención.” Es la centralización y colocación en el interés del Estado y de quienes le conducen, para responder a las más importantes y cruciales demandas ciudadanas. Una agenda pública absolutamente sincera, que refleje los problemas reales de las poblaciones, es demasiado clave, para el fortalecimiento de la democracia como sistema de regulación político.

Lamentablemente, estamos viendo en el grueso de la región latinoamericana y del Caribe, un cruce catastrófico entre los problemas reales y lo que realmente se refleja en las agendas públicas, y, por consiguiente, es tomado en cuenta por quienes gobiernan. Este fenómeno está creando una disonancia, que afecta cada vez mas el apoyo ciudadano a la democracia y a quienes gobiernan, al no sentir que son atendidas realmente sus demandas verdaderas.

“Cada una de las demandas ciudadanas motivadas por razones políticas, sociales, ambientales o culturales, se incorporan al espacio amplio del interés general cuando son expresadas por un grupo de personas, como un asunto de urgente resolución, a través de distintos medios”. Esto lo señalan los investigadores Mary Luz Alzate y Gerardo Romo. Hoy en día, estas demandas, se ven afectadas por una serie de tendencias promovidas por auténticos laboratorios de opinión, que cuentan con personas y los denominados bots a su servicio, para propiciar temas que son casi que exclusivamente importantes para sectores políticos, pero no para la gente.

Estas disonancias limitan el ejercicio de la democracia y deslegitiman -paulatinamente- el apoyo ciudadano al Estado, cuya figura comienza a ser vista como abstracta y alejada de la cotidianidad de la gente. Y vienen los estallidos sociales por fuerzas que se van acumulando en tanto y cuanto crecen las frustraciones que también son aprovechadas y alimentadas por factores políticos y geopolíticos globales, que quieren influencia y protagonismo en las decisiones nacionales.

Por lo tanto, detrás de esta fenomenología, además de existir un desgaste natural en el procesamiento de los problemas en la centralización de las agendas públicas, se está presentando con mucha fuerza, la influencia externa que ha aprovechado al máximo la aparición de las redes sociales para, eventualmente, crear matrices interesadas de aspectos importantes, solo para quienes desean conquistar el poder, pero no realmente a la gente en sus afectaciones.

Siguiendo con este énfasis en el análisis, podemos mencionar a Cejudo, para quien la pregunta clásica sobre “¿cómo entran los temas en la agenda pública?”, se convierten en varias preguntas relacionadas: “¿cómo se formó un discurso compartido que transformó una situación en un problema público?, ¿qué actores impulsaron este discurso?, ¿qué estrategias argumentativas utilizaron?, ¿qué intereses hay detrás de este discurso?, ¿de qué modo el discurso que construye el problema público, incide en las decisiones que habrán de tomarse?”. Todo ello para determinar efectivamente, cuáles son los tiempos reales reflejados en las actuaciones del liderazgo político en todo el continente.

El divorcio entre las actuaciones del liderazgo y las poblaciones en general se hacen cada vez más evidentes y están apuntando a un deterioro acelerado de la convivencia democrática. El cambio climático no es solamente el gran enemigo de la humanidad actualmente, también lo es, el aumento de la diferencia entre lo real y lo imaginario en las agendas públicas. Si no respondemos rápidamente a este fenómeno corremos el riesgo de acelerar los tiempos sociales y ralentizar los tiempos políticos. En consecuencia, las catástrofes a la vuelta de la esquina pueden comenzar a aparecer, como de hecho ya ha ocurrido en diferentes países de la región en los últimos años y en estos meses turbulentos que en el marco de la pandemia, han afectado seriamente a Brasil, Colombia, Chile y Venezuela, tan solo por mencionar algunos ejemplos.