viernes 19 de abril de 2024

#Opinión A dos meses de la reconversión: ¿se resolvió la crisis de efectivo? (Giorgio Cunto)

El 20 de agosto de 2018 entró en vigencia la reconversión monetaria consistente en la eliminación de cinco ceros, la entrada en en circulación del bolívar soberano y el lanzamiento de un nuevo cono monetario. La medida entró en un contexto en el cual la economía venezolana estaba abatida por una crónica falta de efectivo, junto a un proceso hiperinflacionario que para octubre de 2018 sigue en marcha. Analicemos los efectos que ha tenido la reconversión en sus dos primeros meses de vigencia.

En principio, la crisis del efectivo es ocasionada porque las monedas y billetes son emitidos a una velocidad menor de lo que crece el resto de los bolívares en la economía, es decir, la porción de bolívares que existe en billetes no crece al mismo ritmo que la electrónica o digital. Esto hace que los billetes “pierdan terreno” respecto a la liquidez y se vuelvan relativamente más difíciles de encontrar. A esto se le suma que la inflación reduce el valor real de cada billete, forzando a que se necesiten más billetes para realizar transacciones. Ambos efectos juntos, la pérdida de poder adquisitivo de los billetes y su insuficiente emisión, son los que provocan la falta de efectivo a escala nacional.

En un análisis escrito para Prodavinci, establecimos que una reconversión representaba una oportunidad para rebalancear el suministro de efectivo, en la medida que esta apuntase a llevar la proporción de efectivo sobre la liquidez monetaria al orden del 10%, cercano al promedio histórico que sostuvo Venezuela antes de que los billetes faltasen.

Desde finales de 2015, la proporción de efectivo sobre liquidez se encontraba en caída y para septiembre de 2016 ya estaba por debajo de su límite inferior usual (8%). A partir de mediados de 2017, la porción de bolívares expresados en billetes se hunde hasta casi desaparecer. Tanta fue la caída que, una semana antes de entrar en vigencia la reconversión monetaria, el efectivo alcanzó su mínimo histórico como componente de la liquidez situándose en 0,8%.

Las primeras semanas de la reconversión vieron un aumento récord en la emisión de efectivo: durante las ocho semanas comprendidas entre el 24 de agosto y 12 de octubre, el efectivo aumentó en promedio 61,47% semanal, un ritmo considerablemente superior al promedio de 17,19% al que creció el resto de la liquidez durante el mismo período. Esto ha permitido que la proporción de efectivo sobre liquidez haya regresado a 7,52%, un nivel similar al registrado antes del decreto de eliminación del billete de 100 bolívares fuertes en diciembre de 2016.

¿El aumento de la proporción de efectivo sobre la liquidez significa que los problemas de efectivo han sido solventados por completo? No necesariamente.

Que el efectivo regrese a una proporción sobre la liquidez más acorde con su comportamiento histórico hace que se vuelva más abundante, pero tal proceso fue facilitado porque la reconversión disminuyó los costos de emisión de billetes comparado con el cono anterior: si cada billete tiene un valor superior al cono anterior, entonces se requieren en total menos billetes para aumentar su proporción respecto a la liquidez.

Sin embargo, la reconversión monetaria no es capaz de responder al problema subyacente que aqueja al efectivo: la hiperinflación. El aumento de precios hace que cada unidad de bolívares pierda poder adquisitivo con el paso del tiempo y esto afecta tanto al valor total de efectivo en la economía como a cada pieza individual. Si el valor de los bolívares en circulación no crece a un ritmo igual o superior al de la inflación, entonces su poder adquisitivo real disminuirá.

En los 69 meses comprendidos entre enero de 2013 y septiembre de 2018 el efectivo solo ha crecido más que la inflación en 16 meses. Esto ha hecho que en términos reales el valor del efectivo en Venezuela haya sufrido una caída superior al 99%. Inclusive con el aumento intermensual de efectivo registrado en septiembre de 2018 de 816,67%, el más alto de la historia, las ganancias de valor siguen siendo minúsculas comparadas con la pérdida acumulada.

Esto representa un desafío para la reconversión: en la medida que los precios aumenten se requerirá emitir más billetes para cubrir la misma cantidad de bienes. Tomando las cifras de la firma Ecoanalítica, el promedio de inflación para los meses de agosto y septiembre de 2018 fue de 168,40%. Si extendemos ese promedio hasta septiembre de 2019, encontramos que un billete de BsS 500 tendría que valer 158.630.247 bolívares soberanos para mantener su poder de compra. Visto de otra forma, en un año se necesitarán 317.260 piezas de billetes de BsS 500 para tener el mismo poder de compra que una sola pieza al momento de su emisión.

La dinámica hiperinflacionaria erosiona el poder de compra del bolívar y acorta la vida útil de la reconversión monetaria. Eventualmente el gobierno se verá en la necesidad de expandir el cono monetario e introducir piezas de mayor valor. De lo contrario su capacidad de expandir el valor del efectivo se verá limitada por denominaciones obsoletas, caso ocurrido con el billete 100 bolívares fuertes. Pero tal como se explicó en un análisis publicado en Prodavinci, esta dinámica hiperinflacionaria puede forzar al Estado a entrar en un círculo vicioso en el que debe actualizar el cono monetario para seguir a la inflación, y cuando el tamaño de las cifras se vuelva inmanejable para los medios de pago entonces debe implementar otra reconversión. El ciclo vuelve a repetirse hasta que la inflación se acabe o el bolívar sea abandonado como signo monetario.

En resumen, la reconversión monetaria parece aliviar momentáneamente la falta de efectivo. Sin embargo, de no atenderse el problema inflacionario desde su origen, específicamente la monetización del déficit fiscal y la pérdida de confianza en la moneda, el alivio tendrá una duración similar a la vida útil del nuevo cono monetario: predeciblemente corta.

Prodavinci