jueves 4 de julio de 2024

¡OÍDOS SORDOS! El Senado de EE UU confirma a Kavanaugh como juez del Supremo

El Senado de Estados Unidos confirmó este sábado por una estrecha mayoría de 50 a 48 al juez conservador Brett Kavanaugh como nuevo miembro vitalicio del Tribunal Supremo en medio de una descomunal polémica por las acusaciones de abuso sexual que pesan sobre el magistrado. El nombramiento de Kavanaugh culmina el giro a la derecha de la más alta instancia judicial estadounidense, crucial para la sociedad por sentencias como la del aborto o el matrimonio gay, y deja herido al movimiento #Metoo contra el acoso, enfangado por la lucha partidista de esta batalla.

El proceso de confirmación de Kavanaugh, un juez federal de apelaciones de Washington de 53 años, proseguía su curso normal dentro de la batalla política habitual hasta el pasado 13 de septiembre por la noche, cuando la senadora demócrata Dianne Feinstein anunció en un escueto mensaje en Twitter que había trasladado al FBI “información” sobre Kavanaugh procedente de un “individuo” que reclamaba confidencialidad. A la mañana siguiente, la bomba estalló en la revista The New Yorker: esa información consistía en el relato de una mujer que aseguraba que el aspirante al Supremo la había intentado violar más de tres décadas atrás, cuando ambos eran adolescentes.

La profesora universitaria Christine Blasey Ford, hoy de 51 años, y Kavanaugh, acabaron testificando dos semanas después ante el Comité de Justicia del Senado. Para entonces, al menos dos mujeres más, Deborah Ramirez y Julie Swetnick, le habían acusado de otros abusos de mayor o menor gravedad. El juez lo desmentía todo con rotundidad. Estados Unidos revivía de repente septiembre de 1991, cuando la Cámara alta escuchó el testimonio de otra mujer, Anita Hill, que señalaba a un entonces candidato al Supremo, Clarence Thomas, de acoso continuado. Thomas es hoy magistrado del Supremo y Kavanaugh tiene el camino despejado para convertirse en otro.

Los republicanos cuentan con 51 de los 100 escaños del Senado. Y aunque una de sus senadoras, Lisa Murkowski, de Alaska, votó en contra; un demócrata, Joe Manchin, de Virginia Occidental, lo hizo a favor, así que lograron la mitad más uno de los legisladores que deciden. El republicano por Oregón Steve Daines se ausentó para asistir a la boda de su hija y Murkowski retiró su voto negativo para no alterar el resultado.

Si hubiese ocurrido un inesperado empate 50-50 ganaría el pulso igualmente el Partido Republicano, ya que el vicepresidente, Mike Pence, intervendría a favor del conservador. Pero lo estrecho del margen supone una anomalía en el nombramiento de un cargo tan relevante para la sociedad estadounidense, ya que el Supremo ha moldeado históricamente el devenir del país, con decisiones históricas en materia del aborto o los derechos civiles, entre muchas otras.

Protesta de este sábado frente al Tribunal Supremo, en Washington.

Hay que retroceder a 1881 para encontrarse con un juez confirmado con menos diferencia, Stanley Matthews (24-23). Otros obtuvieron un respaldo abrumador, como la progresista Ruth Bader Ginsburg en 1993 (96-3). Y el conservador Samuel A. Alito logró un 58-42. Incluso el último nombrado, el también conservador Neil Gorsuch, salió adelante en abril de 2017 con 54 votos a favor y 45 en contra pese al clima ya muy divisivo que EE UU vivía en las primeras semanas de Gobierno de Trump.

Washington está ya acostumbrada a la crispación. Las protestas, a lomos del movimiento Metoo contra el acoso, se han sucedido desde hace días en los alrededores del Capitolio, con 300 detenidos el jueves. Este sábado tuvieron lugar concentraciones. Durante toda la noche, el debate siguió en la Cámara. Los senadores demócratas pasaron horas leyendo cartas de víctimas de abusos y fragmentos del testimonio de Ford, calificado de verosímil por legisladores de ambos bandos, pero tres décadas después, sin ninguna prueba tangible sobre la que sostenerse.

Los republicanos defienden seguir adelante con el nombramiento porque no ha habido formada de corroborar la acusación de la profesora, que Kavanaugh niega vehementemente. Los demócratas, mientras, consideran que la investigación llevada a cabo por el FBI, que se ha cerrado en menos de una semana, resulta incompleta, y que las contradicciones y la retórica contra los demócratas que el juez utilizó cuando testificó por el caso le inhabilitan para el cargo.

Los republicanos no querían correr el riesgo de perder este nombramiento, al sustituir al nominado por un perfil menos controvertido, ya que el 6 de noviembre se celebran las elecciones legislativas y podrían perder ese exiguo control del Senado. La confirmación de Kavanaugh culminará el giro conservador en el Supremo, con cinco miembros considerados como tal y cuatro progresistas. Kavanaugh sustituye a un conservador, pero más moderado, Anthony Kennedy, que se jubila. Kennedy resultó clave, por ejemplo, en 2015, cuando su voto legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el Estados Unidos.

El nombramiento de un juez en el más alto tribunal representa unos de los mayores ejercicios de poder presidencial, ya que se trata de cargos vitalicios con gran influencia en la vida de los estadounidenses. Trump ya ha tenido oportunidad de elegir a dos en dos años de mandato. El anterior fue Gorsuch. Aquel debate en el Senado resultó un camino de rosas comparado con el actual.

Este proceso ha dejado varias heridas. Una, en el Supremo, cuyo futuro nuevo miembro está irremediablemente manchado por las dudas y es rechazado por más de la mitad de la población, según los sondeos de opinión. Otra, en el movimiento #Metoo, convertido por los legisladores  conservadores en un asunto más de la batalla partidista diaria, cuando a lo largo de este año ha visto caer a poderosos de una y otra ideología. Y otra, en la profesora Ford, una persona completamente anónima hasta hace tres semanas, cuya vida ha cambiado para siempre y, desde el punto de vista del Supremo y Kavanaugh, tal vez para nada.

NAM – El País