jueves 28 de marzo de 2024

¡MIGRANTES VENEZOLANOS EN NAM! “Viví demasiado hostigamiento y no vi otra salida que partir”

NAM trae la historia de connacionales y las circunstancias que les obligaron a irse del país. En temas de diáspora, son muchas las experiencias y las causas por las cuales los venezolanos deciden alejarse de su tierra natal. En esta oportunidad, conversamos con Luis Amador Bracho Agelvis, otro gerente exitoso en el área de la industria de las gaseosas, quien, tras no ver más salida al hostigamiento al que fue sometido, decidió abandonar su país natal.

“En el año 2002 formaba parte del Grupo de Empresas Polar, División Refrescos en PepsiCola Venezuela C.A., era Jefe de Ventas en la agencia Punta Gorda, ubicada en la ciudad de Cabimas, zona conocida en todo el mundo por contar con grandes pozos petroleros, al iniciarse el paro en PDVSA, en nuestra organización por disposición de la alta gerencia, se nos ordenó el resguardo de las instalaciones, no salir a distribuir productos ni disponer de los vehículos livianos para ningún tipo de gestión, podíamos estar en la dependencia para labores administrativas”.

Tal medida no gustó en el gobierno de turno, lo que supuso para ellos que nosotros y nuestra compañía hacían parte de un proceso de sabotaje a la economía nacional y con base a esa suposición, iniciaron todo un proceso de persecución e intimidación a través de varios métodos, de acuerdo con lo que recuerda Bracho Agelvis.

“Tres meses después en el 2003, fueron momentos de amargura para mí, por ser junto a mis compañeros la cabeza visible de PepsiCola y sus productos ante el Gobierno y, en todo momento, se producían visitas muy contundentes por parte de los órganos policiales del Estado que buscaban a como dé lugar, devolver los productos a la calle por encima de la situación y de las decisiones de la directiva”.

El migrante contó que, tras quitarle la llave del depósito de productos, los visitantes cargaban con mercancía diciéndoles a los empleados que todo eso iría para el disfrute de la población. “pero me dejaron muy claro que sabían mi dirección de habitación y la de mi familia, eso me aterró”.

“Busqué salidas, pero…”

“Pensé que, al terminar el paro petrolero, el trago amargo culminaría –recordó Bracho Agelvis- pero recuerdo fresco que se ordenó la vigilancia para todas aquellas empresas y trabajadores que no laboraron durante esos tres meses, razón por la cual detrás de mí siempre estuvieron los vigilantes pendientes, me seguían a todos lados, me dejaban saber que era observado las 24 horas”.

Luis Amador estaba muy contento con su trabajo. Los años de servicio le valieron poder llevar el pan a su mesa y un poquito más. No vivían en la opulencia, pero, sí con la calidad de vida que cualquier trabajador de una industria próspera tiene derecho a vivir. Sin embargo, en aquellos turbulentos años, todo eso se vino a tierra y, cuando pasados los días del paro petrolero, la empresa decidió reestructurar la nómina, ya Luis había decidido liquidarse,

“No dudé en pedir mi liquidación para buscar un espacio libre de persecución, pero fue peor la «cura» que la enfermedad, fui contratado para gerenciar la agencia de Lácteos Santa Bárbara en la Ciudad de Coro, estado Falcón y de entrada ya sabían mi procedencia y mi participación en los eventos precitados, por lo cual el hostigamiento no hizo sino extenderse”.

El migrante añade que la situación empeoró por la carrera que decidió estudiar y de la cual logró graduarse, Periodismo, una carrera muy difícil de ejercer por aquellos días y aun actualmente.

“No hay otra salida”

La misma situación que vivió su hermano mayor y sus otros compañeros de trabajo, así como la viven todos los que han hecho de su vida una historia de migración, Luis Amador padeció el dolor del desmembramiento familiar, pero no tuvo otra salida.

“Tras meditación con mi esposa, hija y mis padres y ante la grave situación económica, decidí ir a buscar un mejor futuro en Chile, allí fui abriéndome un nuevo espacio, logré obtener un estatus migratorio legal en la nación chilena, pero, en mi proyecto final estaba venir a Estados Unidos junto con mi hermano mayor para reencontrarnos con mi hermana menor. Era insoportable el hecho de vernos obligados a separarnos cuando nosotros siempre hemos sido una familia en extremo unida”.

“Pero no quería hacerlo –confiesa Bracho Agalvis- sin antes estar una temporada junto a mis ancianos padres, hecho que se consumó y que puede ser constatado en el historial de viajes asentados en mi pasaporte. Al pasar ese periodo de disfrute, donde se quitó de mis hombros el doloroso peso de la intimidación el señalamiento, llegó el momento de mayor reflexión, venir o no venir a Estados Unidos, la decisión estaba tomada, así emprendí viaje a Estados Unidos, acá estoy con la disposición de servir a esta gran nación”.

La fuga de talento ha sido una de las peores consecuencias de políticas equivocadas, Venezuela ha perdido y sigue perdiendo a sus profesionales mejores preparados y con una experiencia que es valorada de inmediato cuando llegan a tierra extranjera y comienzan a mostrar todo lo que pueden dar. Esta es la historia de Luis.

NAM/Redacción

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