Y confirma que sospechaba un poco, aunque no podía imaginar el macabro final de su hija: «En las últimas semanas, nunca me respondía de inmediato, sino que me escribía después de uno o dos días. Y después me di cuenta de que a menudo me enviaba mensajes copiados y pegados de los anteriores, no era propio de ella. Así que le pregunté si pasaba algo y ella, o mejor dicho su asesino, respondió que estaba en Dubai», pero ya estaba muerta.

El mismo medio italiano, el Corriere della Sera, avanzaba esta semana la confesión completa de Davide Fontana, que explicó que, después de asesinarla, intentó descuartizar y deshacerse del cadáver «durante tres días». Primero, aseguraba, compró «un hacha y una sierra para metales» para hacerlo, mientras limpiaba el apartamento de la víctima y lavaba los trapos en la lavadora. «Luego compré en Amazon un arcón congelador». Allí tuvo los restos durante días, hasta que intentó quemarlos en una barbacoa y acabó llevándolos en bolsas a las montañas en las que fueron encontrados.