Nunca morirán. Esa es la premisa. La vorágine tecnológica no ha hecho sino acrecentar la difusión del espectáculo basado en personajes muy particulares con los cuales se identifica el público. Es la tecnología una herramienta de la cual Wolfgang González se vale para expandirse y generar mayor interacción con el público que ama al muñeco, siente al muñeco y se identifica con éste como parte intrínseca de su cultura eternizando esta hermosa actividad en las generaciones presentes.
A propósito de celebrar, este jueves, 21 de marzo, el Día del Títere, traemos este sensible reportaje sobre uno de los principales exponentes y perpetuadores titiriteros de Maracaibo: Titiritero, marionetero, teatrista, maestro, apasionado e interesado en la formación de niños y jóvenes en el mundo del arte teatral, con 66 años de edad, Wolfgang González, puede decir que, lo que hace es un oficio profesional: “es un trabajo que tiene que ser de alta calidad, con dedicación y pasión”; un icono cultural disciplinado, audaz, alegre y con mucho conocimiento por impartir.
La travesía y el deseo de ahondar en el teatro, comienza desde sus primeras experiencias durante la infancia, sus viajes y en su trayectoria como estudiante, donde, nace el amor al arte cuando realiza sus primeras obras escolares hasta llegar a formar parte del grupo de teatro “Uno” que dirigía el maestro Luis Carrero con su pareja Sol Sosa. A partir de ahí, momentos que marcaron un antes y un después en su vida, para luego convertirse en lo que es ahora. Decide empezar en el mundo teatral, pero sin darse cuenta que una invitación sería el inicio de una pasión por los títeres.
Un lugar donde “se removió todo y el gusanito de los títeres le picó” es lo que anima a Wolfgang a enamorarse de un mundo que no conocía ni había experimentado, pero que conoció por primera vez gracias a la invitación del maestro titiritero Víctor Rodríguez, al grupo “Chipilín” donde junto a ellos, tuvo la oportunidad de asistir al 9no Festival Nacional de Títeres, realizado en Maracay. Festival lleno de técnicas, en el que conoce la magia de los títeres; enmarca el inicio de una carrera de empedernido amante de los títeres y un camino en su vida con sueños, metas y expectativas por cumplir.
González cuenta con gran entusiasmo que desde que decidió emprender el camino de sus sueños, tiene algo presente que lo ha llevado e impulsado a seguir adelante y que lo ha acompañado siempre en su trayectoria, algo que para muchos es energía o vibra, pero, él lo llama Dios, pues lo califica como “el que le va abriendo el camino”, porque a pesar de tantas vivencias y situaciones inusuales, es él (Dios) quien va a su lado en cada travesía : “cuando me ha tocado viajar y comprar un boleto, cargar con todo mi equipaje e incluso puede haber una persona sentada a mi lado que paga su pasaje, nunca viajo solo que es lo más importante”.
“Wolfgang y sus muñecos” fue el comienzo de una travesía que le ha dejado grandes experiencias, anécdotas, momentos que al recordar lo llena de nostalgia y la creación de personajes emblemáticos que le dio vida, lo llevo a realizar hermosos shows e ir a grandes escenarios.
Una fuente de inspiración para desarrollar su talento en la fabricación de sus marionetas fueron sus familiares, pues de allí radican sus icónicos personajes; siendo el principal “María del Rosario” y “Jairo”, rumberos, estimulado por sus padres, “La Tía Loca” por su hermana, personaje especializado por interactuar con el público donde mueven sus pañuelos, “Mariangel”, “Falí”, por sus hijos y “Churrichuri” el payaso. Podríamos decir que Wolfgang llevó a personajes a personas clave de su entorno familiar y resaltando en esos personajes cada cualidad especial de ese familiar inspirador y fue cosechando éxitos con cada personaje.
Hay otros personajes que se integran en la obra titulada “Hecho en Venezuela” que trata sobre el folclor venezolano donde aparecen; los Diablos Danzantes de Yare, la Burriquita, el Pájaro Guarandol, el Carite, Calipso, Tamunangue, Yonna, la Gaita, música llanera y cañonera. Además, un protagonista de un relato sobre el cuidado de una flor donde se reflejan los valores humanos es “Poli pum pum” que es torpe y se le resuelven los problemas con el público, también caracterizado por decir: “cuando un poli pum pum cuida no pasa nada”.
“No saber bailar” es un asunto que Wolfgang considera un inicio de anécdotas, en especial, con su madre y un personaje que más lo apoyó a lo largo se carrera, “Pedro el Cachaco, el colombiano”, quien tiene la peculiaridad de bailar raspa canillas: “Yo bailo las marionetas y sucede que mi madre está entre el público y escucha a varias personas (mujeres en su mayoría) decir: ‘si así bailotea las marionetas como lo hará él’, lo que ellas no sabían realmente es que yo no sé bailar”. Entre carcajadas, recuerda un representativo momento que siempre tendrá presente, por la ironía de sin haber bailado, busca el ritmo para que su marioneta pueda hacerlo y es aquí, donde Wolfgang demuestra su vasta destreza en el manejo de la marioneta.
A pesar de que han existido tantos personajes, los que lo han ayudado a nivel personal son “Verduguito”, “Poli Pum Pum” y “Pedro, El Cachaco”, porque, han sido lo que más lo han acompañado, se siente cómodo realizándolos y mostrándolos al público.
No obstante, ser titerista fue un oficio que por mucho tiempo fue el sustento de su familia, también fue un trabajo que compartió con otros. En ese transcurso, pasa de ser “Wolfgang y sus Muñecos” a ser el “Grupo de Títeres Charlot” por la integración de adolescentes que al solo observar su trabajo, un día lo sorprenden al realizar una función que plasmaba y decide llevarlos a las comunidades: “como no podía seguir presentándome como solista, cambiamos el nombre, los jóvenes propusieron colocarle Chaplin, como todos conocen ese personaje, pero no saben que quien quién lo hizo famoso fue Charlot, entonces desde ese momento concluimos llamarlo así”.
Una agrupación que poco a poco se expande gracias a proyectos que surgieron, donde se comienza a realizar el Festival de Títeres que actualmente llevan 12 ediciones, luego se realiza el Taller de Escuela, a fin de formar personas, y de allí se convierte en el Centro Venezolano de Títeres que apoya a diversas asociaciones y que le ha permitido realizar giras desde México hasta la Patagonia, por países como Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Eventos, experiencias y giras que González afirma que han sido importantes: “no solo ha sido llegar a una sola ciudad y quedarnos, es girar por casi todos estos países, por los pueblos, teatros, escuelas, plazas y calles”.
Experiencias que marcan
El buen humor de este particular marionetero cambió radicalmente transformándose en nostalgia al recordar una experiencia inolvidable que la cuenta con lágrimas en sus ojos y un nudo en la garganta que le impide expresar lo que realmente sintió en la presentación que realizó en Bolivia, en el Teatro Dorado: “me sentí mal en ese momento, porque, estaba recibiendo noticias de Venezuela por situaciones que se estaban presentando como el saqueo y colas para comprar comida. Al momento de presentar el grupo de Venezuela, fue muy fuerte tener que arrancar la función con esa información previa de mi país”.
Para el titiritero no han habido experiencias feas, ni negativas a pesar de que le ha tocado vivencias que lo llenan de añoranza, lo muchos «no» que recibió a lo largo de su carrera no fueron obstáculos y mucho menos la llegada de la nuevas tecnologías de comunicación, pues a raíz de ello nació “el charloteando” en la red social instagram, donde se realizan videos de sus trabajos, a promocionarse a nivel internacional, ha generado los talleres presenciales y virtuales en Europa, así como también en américa.
Sacarle punta a la tecnología
Las nuevas tecnologías, no fue piedra de tropiezo, es un impulso para realizar nuevo contenido para diversas plataformas, donde se siguen realizando presentaciones de títeres en vivo, se continua haciendo teatro. Es un método que Wolfgang González lo estima como “otra rama que se está abriendo de trabajo para los titiriteros”, porque, lo que se debe de hacer es ir en el tiempo, y lo que califica como un ejemplo es el maestro de títeres para la televisión Jim Henson, por realizar presentaciones sin público.
“Hay mucho trabajo que hacer y donde hacerlo” es lo que señala González al hablar de los momentos que estamos viviendo ante una sociedad cibernética y considera que hay herramientas para realizar contenido y seguir trabajando en los teatros, calles, escuelas y fiestas de familia.
Entre sus grandes aspiraciones se encuentra realizar una gira por Europa y África, además, siendo otro de sus anhelos el seguir enseñando lo que ha aprendido de los títeres, con los grupos aficionados en Maracaibo: “lo que queremos es formar, estamos dispuestos a enseñar técnicas”.
Wolfgang, más que ser un titiritero, marionetero, teatrista y maestro se proyecta en lo que tanto anhela realizando sus viajes y enseñando: “en cinco años me gustaría realizar la gira por Europa, así como también nos dediquemos a la parte de formación”.
NAM/Jerusa Fernández
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